El odio y la locura de un fanático cristiano y ultraconservador noruego, que hace unos días asesinó a 7 personas en un coche bomba en Oslo y a otras 69 más en la Isla de Utoya porque pertenecían al partido laborista, me hace pensar que aquí, en España, vivimos ya desde hace muchos años una polarización política de la sociedad que hace que las manifestaciones de los opinantes políticos tengan una carga dialéctica de intolerancia y falta de respeto que fomentan la incomprensión entre los Españoles.


El anuncio de Intereconomía, poniendo frases con valores antimorales y anti-patrióticas en imágenes de jóvenes de izquierda, es un claro ejemplo de que esa crispación no es casual y forma parte de un plan político para hacerse con el poder de una clase social; “el capital”, que dirían antes o lo que ahora llamamos “los mercados”. A modo de homenaje, el PP de Madrid hizo algo muy similar a Intereconomía en su mensaje propagandístico principal de la última campaña electoral, poniendo en un montaje fotográfico a Zapatero y Tomás Gómez riéndose delante de la cifra nacional de parados. ¿Qué hubiera pasado si los socialistas hubiéramos respondido haciendo otro poniendo a Esperanza Aguirre y Mariano Rajoy riéndose de la operación anticorrupción Gürtel?. Los votantes no podrían decir que han votado al mejor programa electoral, sino a quien ha realizado la estrategia más sucia, cuestionándose por los dos partidos la legitimidad de las elecciones.

La derecha tiene muchos medios afines que no tienen complejos en mezclar la información con la opinión: los canales TDT que adjudicó Esperanza Aguirre son casi todos de esa calaña y la manipulación de los canales públicos autonómicos es constatable. Intereconomía, Telemadrid, esRadio, Libertad Digital, La Razón, La Gaceta, El Mundo, son solo algunos medios que no solo están ideologizados sino que utilizan malas praxis periodísticas constantes (1,2,3, por poner unos ejemplos). El precedente democrático español de un medio de comunicación dañino para nuestra sociedad es “El Alcazar”; tuvo que suceder la intentona golpista del 23-F para que ese periódico fuera inviable económicamente y acabara cerrado cinco años después por la falta de lectores y de publicidad institucional. [fuente:wikipedia]


La crispación política que hemos utilizado los españoles para que hubiera un cambio de gobierno desde que tenemos democracia, el PSOE -CDS (1982), El PP-PSOE (1996) y el PP-PSOE en las elecciones de 2004, es un juego peligroso del que participamos todos, unos provocando y otros respondiendo, que nos lleva sin remedio al odio entre nosotros. Aquí, [generalizando], en vez del ingenio y el talento, se utiliza el insulto, la descalificación y el improperio para rechazar cualquier supuesta falta del rival político, sin pensar que ellos mismos haciendo eso, están incurriendo también en una falta y que en muchos de los casos, bastante mayor de lo que en principio se denuncia. En la simpleza de pensamiento, las faltas de los políticos y periodistas que se salen “del tiesto” se justifican de dos maneras, una porque se hace por algo intolerable y en defensa propia o en defensa de los demás, y dos, si el rival político se resuelve poniéndose todavía más “farruco”, el acto, automáticamente quedará justificado por preventivo y oportuno.

Ante esta deriva de los acontecimientos, que hace cada día más presente a las dos o cuatro Españas, según se mire por un cristal ideológico o por un cristal nacionalista, no veo otro camino que la denuncia y el rechazo público de los propagadores de odio y romper la dinámica de insulto y de contra-insulto. Desde que es candidato, Rubalcaba en su campaña no habla del PP, bien por él, porque ese es el camino. También, echo de menos órganos mixtos con representantes de todos los partidos (pero no partidarios) que vigilen la limpieza de las declaraciones de los cargos orgánicos e institucionales. Pero por muchos observatorios que se creen o libros blancos de comportamiento que se redacten se solucionará, porque es la sociedad, que tiene que votar, la que tiene la clave definitiva para incentivar las actitudes limpias y educadas en los partidos.