El Momento de España - Andrés Nin (Andreu Nin)

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Andreu Nin i Pérez (El Vendrell, Tarragona, 4 de febrero de 1892 - Alcalá de Henares, Madrid, 22 de junio de 1937), fue uno de los personajes más importantes del marxismo revolucionario en España de la primera mitad del siglo XX. Fue Secretario General de la CNT (1921), fue secretario de Trosky, fundó el POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) en rotunda oposición a Stalin. Eso hizo que en la Guerra Civil, quedará en una situación muy incomoda dentro de la República, puesto que la Unión Sovietica era la principal suministradora de armas. El Comisario Político Soviético Orlov, fabricó pruebas para acusar al POUM de tener contactos con Franco e hizo que fuera detenido junto con otros dirigentes, y más tarde, secuestrado y asesinado por un comando prosoviético el 22 de junio de 1937 en Alcalá de Henares. Nunca se supo la localización de la fosa en la que está enterrado. 

Fuente:Wikipedia

Enrique Mariné entrevista a Andrés Nin para el libro El Momento de España, 1933.


 

 

ANDRÉS NIN
Hay que eliminar la influencia del anarquismo
y del socialismo y transformar
el actual partido comunista en el
gran partido de la revolución.
Andrés Nin, ex secretario de Trotski, fuerte mentalidad, tenaz propagandista, dirigente, como es sabido, de una de las corrientes comunistas más acusadas, y que actualmente se encuentra en Algeciras, enjuicia en las siguientes líneas, desde sus puntos de vista de matiz marcadamente marxista, la situación actual de España, y expone su visión del porvenir.
 

Al coleccionador de las opiniones reproducidas en este volumen le parece ocioso insistir en las manifestaciones hechas en el prólogo respecto de sus propósitos al publicarlos.
Los lectores, en ésta como en las anteriores y siguientes opiniones, apreciarán el justo valor de los razonamientos según su fuerza, y sabrán distinguir lo que son verdades fundamentales de los que, por efecto de las circunstancias, tienen apariencia de postulados en la hora actual.
Y dicho esto, leamos a Andrés Nin, que, sabida la finalidad de esta obra, no hace aquí sino resumir lo que ha dicho alguna otra vez acerca de la situación presente y del futuro inmedito de España:
 

—Los acontecimientos de estos últimos meses señalan, indiscutiblemente, un nuevo impulso, acusado antes de la revolución española, después del breve
período de descenso, o mas bien de estancamiento, que lo precedió. El poder de las ilusiones democráti- cas ha decrecido evidentemente. El movimiento huelguista ha ganado en amplitud e intensidad. Es verdad que ese movimiento no tiene todavía un carácter fundamentalmente decisivo, pero va tomando cada día caracteres más agudos y agresivos, La fuerza combativa de la clase obrera, no sólo no está agotada, sino que, bien encauzada, podría producir milagros. Pero es el movimiento campesino el que ha tomado un impulso particularmente pedoroso, como para demostrar a los hombres de la República que el problema agrario, esta piedra angular de la revolución  democráticoburguesa, sigue sin resolver. Al mismo tiempo, se ha exacerbado la lucha en el campo de las clases explotadoras, entre la burguesía y los terratenientes. Estos, atemorizados ante el empuje de la revolución agraria, lanzan la voz de alarma y se aprestan a la lucha, contando con fuerzas políticas numerosas y organizadas. Lerroux es el representante de los intereses de los grandes terratenientes y de la Iglesia contra la revolución democráticoburguesa. A estas dos grandes pontenciales feudales se añaden las viejas castas militares y ciertas categorías del capital comercial y, más que comercial, especulativo, que sueñan con un régimen de dictadura, siempre propicio a los intereses de grupo y a los panamás.
 

¿Cómo se explica la lucha encarnizada de esos elementos contra un Gobierno que no ha resuelve ninguno de los problemas fundamentales de la revolución y que, por los autorizados labios de su presidente, ha declarado que la Reforma Agraria era eminentemente conservadora ? ¿Cómo se explica el furioso ataque emprendido contra los socialistas, cuya complicidad en el estrangulamiento de la revolución es evidente? ¿Cómo se explica, en fin, la exacerbación de la lucha entre dos clases igualmente interesadas en salvaguardar, por encima de todo, el sacratísimo derecho de propiedad?
 

La explicación hay que buscarla, no en la política agraria del Gobierno, sino en el levantamiento campesino. Los campesinos, fiados en las promesas demagógicas de los socialistas, los votaron en masa y los llevaron a las Constituyentes con la esperanza de que les darían la tierra. La U. G. T. contaba con un número importantísimo de organizaciones agrarias. En los primeros tiempos de la República, los terratenientes no sólo no opusieron reparos a la permanencia de los socialistas en el Poder, sino que la vieron con buenos ojos. Tenían la seguridad de que nadie mejor que ellos defendería los intereses de las clases explotadoras y contendría el avance de la revolución., Pero las ilusiones' campesinas desvaneciéronse rápidamente; los socialistas han ido perdiendo el control de las masas del campo que se hallaban bajo su influencia, y la revolución agraria se ha desencadenado impetuosamente.
 

El motivo fundamental que justificaba la presencia de los socialistas en el Gobierno ha desaparecido.
 

La burguesía, sin embargo, sigue manteniendo la necesidad de una colaboración,. que porte en sus manos a una organización obrera domesticada, dispuesta a sustituir la lucha de clases por la colaboración y a convertirse en la base más sólida ,para la, consolidación de la República, es decir, de orden social capitalista.
Esta colaboración es tanto más preciosa cuanto que los dirigentes de la U. G. T. han conseguido sujetar más reciamente a las organizaciones obreras que a los campesinos. La burguesía mantendrá a los socialistas en el Poder mientras éstos puedan cumplir con su misión pacificadora y la lucha de clases no tome caracteres tan agudos que haga superflua la colaboración. En este caso, la clase capitalista. no solo se desprenderá con la mayor soltura de los socialistas, sino que se quitará sin escrúpulos la caleta democrática.
—Un Gobierno Lerroux representaría la contrarrevolución descarada, la restauración de todo lo que constituía _la base fundamental de la monarquía: poder omnímodo de los terratenientes y de la Iglesia, de las castas militares y de la burocracia, especulación desenfrenada, persecución implacable del movimiento obrero y campesino, anulación completa de todas las libertades democráticas, ya tan cercenadas. Nos hallaríamos en presencia de una especie de régimen bonapartista, que prepararía el advenimiento del fascismo.
Toda la clase obrera está directamente interesada en impedir el avance de la reacción. A él ha de oponerse. por todos lo. s medios, y uno de los más en- caces es la formación del frente único .a base de un programa aceptable por todos: ¡fuera Lerroux!, amnistía, lucha por la abolición de la ley de Defensa de la República y contra el proyecto de ley de Orden público, subsidio a los parados, respeto de los derechos de asociación y reunión, libertad de Prensa, abolición de la jurisdicción militar, disolución de las Cortes y convocatoria de nuevas elecciones, con participación de todos los mayores de dieciocho años, sin excluir los soldados, formación de milicias antifascistas, etc., etc.
 

—La formación del frente único contra Lerroux, ¿no implicaría el apoyo directo al Gobierno Azaña?
—Si el Partido Comunista consigue poner en movimiento a las masas, encauzar y dirigir su acción, si sabe aprovechar los tremendos errores que han conducido al proletariado alemán a una tremenda derrota, la lucha contra Lerroux se convertirá en lucha de la clase obrera contra el régimen burgués y ;chalará un avance considerable de la unión en el camino de la conquista del Poder. Si el Partido no logra movilizar a las masa,, y el Gobierno Azaña consigue con sus propios medios parar los golpes de la reacción, como ocurrió el 10 de agosto, su posición se vería indudablemente reforzada. Todo depende de la correlación de fuerzas.
—¿...?
—La revolución ha entrado en una de sus fases más interesantes. No es todavía la etapa decisiva, pero los elementos de ésta, que existen ya potencialmente desde que se inició el proceso revolucionario, van tomando contornos cada vez más definidos. Marx había hecho ya observar que en España los procesos revolucionarios se desarrollan frecuentemente con cierta lentitud. Esta característica de nuestras 'revoluciones ofrece una indudable ventaja a la vanguardia proletaria. Se ha perdido mucho tiempo, pero existen todavía posibilidades evidentes de recuperarlo. Constituiría, empero, un crimen confiar excesivamente en esta posiblidad. Es posible, no decimos probable, que la actual revolución española se desenvuelva con la misma lentitud que las anteriores. Pero no hay que olvidar que Ja que hasta ahora había sido una regla puede dejar de serlo por la situación internacional (Alemania, peligro creciente de guerra, etc.), que no puede dejar de tener repercusiones en nuestro país y acelerar el curso de los acontecimientos. Lo más probable, pues, es que la historia conceda un plazo relativamente breve a la clase obrera para que cumpla con su misión revolucionaria. Esta circunstancia agrava la  responsabilidad de la vanguardia proletaria, que, en condiciones históricas excepcionalmente favorables, se halla ante el problema inmediato de preparar la lucha de las masas trabajadoras por el Poder, contando con una organización disgregada, influenciada por anarquistas y socialistas, y un par tido comunista en estado embrionario y, por añadidura, atacado de todas las enfermedades que aquejan a la III Internacional.
 

Hay que unificar, pues, a las masas obreras, coordinar el movimiento proletario con el campesino, eliminar la influencia del anarquismo y del socialismo, transformar el actual Partido Comunista en el gran partido de la revolución.
 

La tarea a realizar es gigantesca, pero no puede amedrentar por su magnitud a una vanguardia que se propone transformar el mundo.

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El Momento de España - Jose Pildain

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Antonio Pildain Zapiain, eclesiástico vasco nacido en Lezo (Gipuzkoa) el 17 de enero de 1890 y murio en Las Palmas el 7 de mayo de 1973.Fue elegido diputado a Cortes por la minoría vasco-navarra en las elecciones del 28 de junio de 1931. En el mitin que se celebró en Gernika el 12 de julio del mismo año, dijo entre otras cosas: «Aquí tenéis a este pobrecito sacerdote al que con esta ilusión...habéis querido elegir Diputado vuestro para que vaya a defender el Estatuto de Estella y lo que constituye la característica, lo que constituye el distintivo, lo que constituye el alma iba a decir del Estatuto de Estella, la facultad de que nosotros los euskaldunes podamos concertar nuestro concordato inmediata y directamente con la Santa Sede. Vamos a exigir, vamos a reclamar, vamos a reivindicar ante las Cortes lo que es nuestro». Indalecio Prieto, en uno de sus discursos en las Cortes, hizo chiste de algunas de las ideas contenidas en dicho discurso. Pío XI lo nombró obispo de Las Palmas (Canarias) el 18 de mayo de 1936 y lo consagró el 14 de noviembre de dicho año, entrando en su diócesis el 19 de mayo de 1937. Distanciado del régimen franquista se dedicó de lleno a su misión religiosa, a relaciones con el mundo obrero y auxilio a los pobres.

Fuente: Bernardo ESTORNÉS LASA
 

 

ANTONIO PILDAIN
Los católicos vasconavarros coinciden
con los socialistas en algunos puntos de su programa,
pero rehusan un estatuto sin libertad religiosa.

En la culta minoría vasconavarra de la Cámara, D. Antonio Pildain ha logrado más de un triunfo oratorio. Los mismos adversarios han elogiado su serenidad de juicio y su capacidad dialéctica. Me ha parecido por ello interesante conocer y reflejar la opinión de este diputado y sacerdote vasco sobre el momento actual de la política española, precisamente porque el carácter independiente con que fué elegido—él mismo me confirma que no es ni tradicionalista ni nacionalista—garantiza la seguridad de que hablará sólo como vasco, como español y como diputado de la templada zona del derechismo.

—¿Cree usted—le pregunto, iniciando el interrogatorio a que me invita—, que se impone una rectificación en la política republicanosocialista?
—Indudablemente. Sobre todo en el campo político, desde el momento en que no hay un régimen de libertad igual para todos, que en estas circunstancias debía prevalecer. No debiera haber preferencias en el ejercicio de los derechos que se niegan, por ejemplo, a los sacerdotes, por el hecho de serlo.
Prefiero no opinar acerca de la obstrucción últimamente decretada y sostenida por las minorías republicanas disidentes. Sólo le diré que, en general, no soy partidario de apriorismos, ni tampoco de la oposición sistemática. leo debe hacerse, a mi juico, esa obstrucción cuando se trate de proyectos de ley beneficiosos para los intereses generales del país.
—Y en que sentido cree usted que se impone la rectificación?
En primer término, en la legislación a favor de las clases necesitadas. Por ejemplo, es de urgente necesidad una ley que procure remediar, atenuar siquiera, el paro obrero. Izquierdas y derechas debieran estar conformes en la urgencia de esa ley, y, hasta en su alcance. como obligado complementa del primer punto del segundo párrafo del artículo 46 de la Constitución :(La República asegurar a todo trajador las condiciones necesarias de una existir digna)
En una República de trabajadores hay ocie garantizar el trabajo de tal modo, que yo llegaría hasta imponer a los diputados la renuncia de sus dietas mientras hubiera un solo obrero pasado...
-¿...?
En todo lo que signifique reparación de injusticas sociales dentro del espíritu de la encíclica "Rerum novarum ... ", nosotros los católicos estaremos siempre al lado de los socialistas.
-¿...?
-Sí, cuando los católicos pudíamos influir en la tendencia de la legislacián olvidamos la preferencia que debía darse a esas reformas sociales. No supemos aprovechar aquella fuerza en beneIcio de las masas para conquistarlas. Quizá ahora, embriagarios por el éxito que supone el ejercicio del Poder, les pase lo mismo a los socialistas.
 

Y, sin embargo, aunque las pasadas elecciones municipales permiten asegurar la preponderancia de las derechas en las próximas Cortes, yo no concedo demasiada importancia a un triunfo electoral que lleve, por ejemplo, doscientos diputados ds la derecha a la Cámara. Más esencial es contar fuera del Parlamento con la masa obrera or rganiza da, que en un momento dado puede imponer cualquier reforma u oponerse a la aprobación de una ley inconveniente y hasta a la formación de un Gobierno. Hitler puede gobernar ro por los diputados de su partido, sino por la organización de sus hueste obreras fiera del. Parlamento.
-A mi juicio, las derechas necesitan primero conquistar y organizar grandes masas obreras mediante un programa con el contenido de toda esa justicia social que evidentemente, no se ha hecho aún. y que nadie puede realizar con roas eficacia y más respeto del derecho de todos que un Gobierno de derechas...
- Quiere usted que concrete algo de ese programa? la inmensa mayoría de los obreros carece de viviendas higiénicas. No tienen en sus cobijos ni aire que respirar ni sol que les caliente. Hay que procurar para todos los padres de famlia alojamientos sanos y ventilados. Si ese Gobierno, al que me refiero antes, acometiese la construcción de viviendas para obreros y la reforma de las que sean susceptibles de ello, comenzando por los grandes núcleos de población, conseguiría de una vez tres resultados: primero: la higienización de las viviendas obreras; segundo, dar trabajo a los parados, y tercero, convertir en propietarios de su hogar a todos los que hoy tienen que pagar a veces desproporcionados alquileres por vivir en casas que nunca serán suyas.

¿en cuanto al régimen de trabajo? ¿ Cree usted que se pueden ofrecer mejores jornales y jornadas más cortas que las obtenidas bajo el mando de los socialistas?
—Cabe la legítima participación en los beneficios...
- ¿Y el control obrero, al que los mismos socialistas parecen haber renunciado por el momento?
—¿Y por qué no implantarlo desde ahora?
—¿Olvida usted que quizá la generalidad de los obreros no están todavía suficientemente preparados para intervenir "en la dirección y administración d. las empresas", corno reza el mismo artículo 46 de la Constitución?


—No lo niego, pero tampoco lo están nuestros consejeros capitalistas en bastantes Compañías... Además, proceden, cuando lo están, ¡con tal egoísmo! ¡Cuántas grandes Sociedades anónimas han tenido abandonados a sus obreros y rehuído las mejoras del utillaje y la higienización de los talleres, porque todo ello suponía gastos respetables que hubieran mermado los beneficios del capital!


—Ya que me ha dicho usted en líneas generales cuál es su parecer en estas cuestiones sociales, ¿puede indicarme su opinión en los problemas de la región vasca?
—Ante todo, que se ha defraudado a toda aquella región. La inmensa mayoría de mis coterráneos deseaba el Estatuto de Estella, que nos concedía la facultad de celebrar un Concordato con el Vaticano. En la vecina República francesa está bien reciente el ejemplo del radicalsocialista Herriot, que supo adoptar en Alsacia y Lorena un criterio de transigencia religiosa porque se dió cuenta del estado de la opinión, y quizá recordando que la intransigencia de Combes en Bretaña en los primeros tiempos del laicismo fué la causa de que surgiera en aquella región el separatismo.


El Estatuto sin libertad religiosa no nos intereso a los vasconavarros.
En segundo lugar, las Comisiones gestoras substituyendo a nuestras Diputaciones son otra lamentable equivocación, porque esas Comisiones están constituidas por los  representantes de los partidos de minorías y, por tanto, el proyecto de Estatuto, hechura suya, no responde a las aspiraciones de la región...


Y aquí termino mis preguntas, no porque el amable interlocutor haya agotado el tema, sino para no abusar de su atención y de su cortesía, porque ya le esperan en el Congreso sus compañeros de minoría.


Además, en lo esencial, el Sr. Pildain me ha dicho ya su parecer como vasconavarro sobre el momento político...

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El Momento de España - Luis Companys

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Lluís Companys i Jover (Tarrós, 21 de junio de 1882 - Barcelona, 15 de octubre de 1940) fue un político y abogado español, de ideología catalanista e independendista catalán, líder de Esquerra Republicana de Catalunya y presidente de la Generalidad de Cataluña desde 1934 y durante la Guerra Civil Española. Exiliado tras la Guerra, fue capturado y entregado a la dictadura franquista por la Gestapo, la policía secreta de la Alemania nazi, y ejecutado por el Gobierno de Francisco Franco.

Cuando es entrevistado en 1933 por Enrique Mariné para su libro el "Momento de España", ejerce la jefatura en las Cortes españolas del grupo parlamentario de Esquerra, promoviendo la aprobación del Estatuto de autonomía de Cataluña, con el mayor nivel posible de autogobierno, la agilización de los traspasos competenciales y la legislación agraria.

Fuente:Wikipedia
 

 

LUIS COMPANYS

Hay que vigorizar los instrumentos coactivos del Estado,
acabar la obra de la revolución y
evitar que gobiernen por ahora las derechas.

Don Luis Companys, jefe de la minoría de la izquierda catalana, se ha prestado también amablemente conversar conmigo durante unos minutos acerca de la situación política y la posición de su partido respecto del Gobierno central. Hablamos en el cuarto del Hotel Palace al día siguiente de la demostración del "quorum".


El Sr. Companys quiere sentar "a priori" esta afirmación rotunda:
—La República está bien asegurada.
 

Y luego, en una breve exposición de antecedentes, cuando le invito a examinar el momento actual y a fijar la posición de su partido, en relación con el Gobierno, me dice:
 

-Las mismas personas que puedan concebir la idea de que la República no ha llegado todavía a afirmarse, y aparecen ahora unidas en ese pensamiento por la sucesión de hechos que han mantenido últimamente la intranquilidad en el ambiente público, no hubiesen creído jamás, antes de la proclacion de la República, que el cambio de régimen iba a llegar con tan contados trastornos efectivos como se produjo. Si antes de ocurrir ese fenómeno se lo hubieran dicho, no lo habrían creído.

Pero, además, la República no ha agotado sus medios de defensa, ni casi los ha empezado a ejercitar, porque una de las más notorias deficiencias en la organización y en la marcha del régimen es la falta de organización y de vigorización de los instrumentos coactivos del Estado.


Por ejemplo, aquí no hay una policía eficiente. Hoy, todavía, vive la República asentada, no sobre sus instrumentos o medios coactivos, sino descansando, con ausencia de ellos, en la simpatía popular.
En otros países, muchas veces se sostiene en el Poder una minoría audaz con medios coactivos, gracias a los modernos perfeccionamientos. Aquí son tan deficientes los que existen, que no se pueden poner en acción, y la República, repito, está únicamente defendida por el pueblo mismo. Se impone por completo vigorizar los medios coactivos de defensa.
—Pero es indudable, sin embargo—creo necesario objetar—, que el Gobierno tiene que sufrir y vencer la hostilidad de los elementos de derecha.
 

Y el Sr. Companys, que reconoce esta evidente realidad, explica la causa que, a su juicio, determina la hostilidad apuntada.
—Entiendo que se perdieron los primeros meses de la República sin haberse definido y terminado la revolución, desde el primer momento, de una manera inexorable.
No me parece que haya sido -una táctica acertada por parte de los gobernantes la de alternar las normas jurídicas con los procedimientos revolucionarios durante dos años, sin llegar a hacer, efectivamente, la revolución, porque en ese tiempo, con es_, táctica vacilante e interminente, no se ha hecho otra cosa que sembrar la inquietud.
En los primeros meses de la República se debió haber realizado la revolución de modo inexorable, rápida y eficazmente.
—¿Quiere usted decir--replico—, acentuando las persecuciones?
---No, yo no hablo nunca de persecuciones; me parece inadecuado el empleo de esa palabra. Digamos más bien las reparaciones. La revolución es un hecho, y surge después de una serie de sometimientos y de vejámenes que han trastornado el orden jurídico, y exigen una reparación moral, rápida y viblenta, único modo de evitar que la frustre la reacción que sigue a todo movimiento de esa naturaleza. -Claro está que esto era muy difícil de lograr aquí, por lo siguiente : la República no vino por un acto revoluconario en la calle; y voy a decir más: si hubiese tenido que venir de ese modo, dudo que a estas horas tuviéramos República. Porque yo, que formé parte de todos los Comités revolucionarios, sabía que a la hora de salir a la calle a disparar tiros, éramos muy pocos los que nos arriesgábamos. Si la Monarquía nos hubiera dado la batalla en la calle, aún no habría venido la República, aunque luego, al cabo de pocos años, la revolución hubiera estallado inevitablemente con mayor fuerza.


La República vino, como es sabido, por una táctica política contra la de los elementos apolíticos; vino con la asistencia de todas las clases sociales, movidas muchas de ellas por un sentimiento más que nada antiborbónico. Y todos los Comités revolucionarios que se habían formado y todas las ansias populares que existían antes de venir la República participaron en el Poder desde el primer instante.
—¿...?
—Así, el Gobierno provisional fué de dercehas de izquierdas.
Y, como es lógico, contó con unas y otras fuerzas, porque la República tenía en todas ellas un gran ambiente. Por ello, en los primeros meses, la República no pudo definirse, por haber venido en esas condiciones.
 

Como consecuencia de esto, en las elecciones para las actuales Constituyentes, los partidos lucharon un poco confundidos. Si bien había un gran ambiente a favor de las izquierdas, también es cierto que se formaron partidos de derecha, mientras que en las elecciones del 14 de abril la lucha era de monárquicos contra los adversarios de la Monarquía y los republicanos.

En aquel momento se da el caso de que, a pesa, de la capacidad de las clases conservadoras, obtienen  un innegable éxito los elementos de izquierda, mientras que las derechas, acaudilladas por hom bres tan prestigiosos como Alcalá Zamora y Maura, apenas traen a las Cortes dos docenas de diputados. En realidad, las derechas no sabían por dónde iban. Y en aquel momento, cuando los hombres de la izquierda debieran haberse puesto a caballo en la revolución, dirigiéndola y encauzándola, para canalizarla, con la ayuda de gobernantes eficientes, en aquel momento, continúa el Gobierno de derechas e izquierdas, que se ve obligado a solicitar del Parlamento un voto de confianza a cada paso.


Y yo quiero recordar que fui el único que se levantó en el Parlamento a negarles ese voto de confianza, diciendo esto que acabo de repetirle a usted, y haciendo constar, además, que el Gobierno de derechas e izquierdas, en aquella hora ce las Constituyentes españolas, oprimiría a la Cámara, impediría el libre juego de la revolución y haría ineficaz y peligrosa toda reforma progresiva.
Ocurrió lo que yo había predicho: que siguió la azarosa discusión de la ley fundamental, y que, a cada momento, el Gobierno tenía que pedir nuevos votos de confianza a las Cortes. Y luego, la crisis con la salida del Sr. Alcalá Zamora, que estuvo a punto hasta de perder la presidencia de la República...
Para mí. el Gobierno actual debía haberse formado mucho antes, para haber terminado enseguida la obra revolucionaria, y ya estaríamos en el momento de la pacificación.
—¿Y ahora le parece a usted. acaso, que no va a poder terminar esa obra?...
—No quiero decir tanto. Quizá pueda terminarla, pero con mucho trabajo, y apelando a todos los recursos parlamentarios.
supuesto, no le faltará nuestra ayuda. Nosotros hemos sido leales cm la obra gubernamental y, modestia aparte, es cosa clara que el Gobierno ha vivido por los votos que le ha prestado en el Parlamento la izquierda republicana de Cataluña; pero, además, por el éxito quo en las elecciones de aquella región tuvo nuestro partido. No hay, en efecto, precedente de ningún partido que, como el nuestro, haya obtenido la mayoría en todas las circunscripciones, lo cual supone una afirmación de la tendencia izquierdista, que ha repercutido en el Gobierno central como una demostración clara de que el país quiere que gobiernen las izquierdas.
----¿Que esto nos da ya una gran responsabilidad ante la conciencia de la República española ? Desde luego ; sabemos que ante las derechas españolas el concurso que prestamos al Gabinete Azaña nos resta simpatías, pero, queramos o no queramos, nos vemos obligados a mirar a la realidad, y como en los momentos actuales, las minorías, en una gama confusa y obscura, están atacando al régimen parlamentario, y con la persistencia del ataque se desvir túa su esencia, nosotros hemos tenido que salir al paso de esta maniobra, aunque entendamos que la obra del actual Gobierno deja mucho, muchísimo que desear...
--Entonces, ¿ ustedes no están identificados con el Gobierno?
--¡Pues ésta es nuestra tragedia ! : que tenemos que defender la política de un Gobierno con el que no estamos conformes. Por otra parte, nadie puede, dudar de que, con la táctica obstruccionista, la vida del Estado está. detenida en sus funciones.
—¿Y cuál es la impresión de ustedes respecto al porvenir inmediato?
—Nosotros creemos que debe mantenerse la orientación de izquierda.
Si viniese un Gobierno de derechas, peligraría la República.
—¿...?
—No. Hoy por hoy, no hay peligro monárquico.
Hay, sí, la inquietud social, las apetencias de la multitud, que no están definidas, el vago deseo de una cosa nueva, los imponderables imaginativos. Y ese peligro puede ser encauzado, dirigido por un Gobierno de izquierda, pero no por un Gobierno de derecha; como que, fatalmente, los Gobiernos de izquierda son los únicos que pueden garantizar al otro sector la sumisión y el aquietamiento de las masas revolucoinarias que, en el caso de un Gobierno de derechas, se levantarían airadas ante el temor de que sus conquistas peligrasen.
Creo, pues, que se impone un Gobierno de izquierdas, que muy bien puede no ser como el actual y con el mismo Presidente, porque no puede decirse que hayan fracasado todos sus elementos componentes, sino tan sólo algunos de los que rigen los departamentos donde no se ha sabido realizar las reformas aprobadas por las Cortes.
En este ministerio hay personas necesarias todavía, y aun aquellos hombres fracasados, lo son, porque han perdido el optimismo en su trabajo, el dinamismo necesario para proseguir su labor, porque han convertido sus departamentos en centros burocráticos.
—Pero lo que no me ha dicho usted—pregunto--, es el parecer de la izquierda catalana respecto a la continuación o no continuación de los socialistas en el Gobierno.
—Ante todo — me contesta el Sr. Companys, quiero aprovechar esta ocasión, corno procuro no dejar pasar cuantas se me ofrecen al hablar de los socialistas—, para proclamar que la República les debe gratitud por cuanto hicieron para su advenimiento y su consolidación. Ahora bien, la continuidad de los ministros socialistas en el Gobierno depende de ellos...
—Y como ellos no quieren salir...
—Pues yo no veo que. su permanencia ocasione ningún perjuicio, sino, por el contrario, que más bien beneficia a la República. La obra que queda pot. hacer para cumplir lo dispuesto en la Constitución no puede realizarse sin el concurso de los socialistas en el Parlamento, y, claro que también en el Gobierno, si ellos no quieren abandonarlo voluntariamente.
Dicho esto, el jefe de la Esquerra me pregunta a su vez si ha expuesto claramente su pensamiento.
 

—¡Clarísimamente!—le contesto. Y me despido del presidente del Parlamento de la Generalidad.


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El Momento de España - JOSÉ MARÍA GIL ROBLES

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Jose María Gil-Robles era el Jefe de la Oposición antirepublicana en 1933, de discurso incendiario (1 y 2) y contrario a las instituciones republicanas, supo unir a todos los sectores de derechas para formar la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) y así, sacar más provecho de las particularidades de la Ley Electoral que penalizaba a los partidos pequeños. Poco después de esta entrevista,  obtuvo la victoria en las elecciones de noviembre de 1933. Ganó con una escasa mayoría (115 escaños de 450), estando obligado a pactar con el Partido Radical (A. Lerroux) para formar gobierno, pero su oposición a las instituciones republicanas, hizo que no hubiera ministros de la CEDA en el Gobierno de Lerroux hasta octubre de 1934, provocando la desconfianza de los Sectores de Izquierda.

Resulta curioso que una vez terminada la Guerra Civil, fue interlocutor junto con Indalecio Prieto en el Pacto de San Juan de Luz entre monarquicos y socialistas, que intentaba la involucar de las naciones occidentales para la vuelta de la democracia y a través de un plebiscito, la vuelta de la Monarquía a España. En la transición, fundó un partido democristiano (1977) que no obtuvo representación.

Fuente:Wikipedia
 

 


JOSÉ MARIA GIL ROBLES
Toda obra de secta, de visión circunscrita,
está condenada a ser breve e infecunda;
pero si las clases que deben ser racionalmente
conservadoras se hacen dignas del momento
político y social. no hay que esperar sino
el feliz arribo a una vida mejor.

El Sr. Gil Robles es esencialmente dinámico. No podía yo pretender que sujetara sus nervios para conversar conmigo más de cinco minutos; pero estaba seguro de que bastaría el lapso que mide un reloj de arena para recoger su pensamiento, de otra parte, sobradamente conocido, acerca de la situación actual y sus derivaciones...
¿he de insistir en que este no es un libro de elogios personales, sino de exposición escueta de opiniones desde todos los puntos de vista ? Ni el Sr. Gil Robles necesita que se subraye su personalidad relevante ni se destaque su labor de propagandista, sus dotes de organizador y su actividad en el Parlamento.
Le expongo el objeto de mi visita, y sin titubear me contesta, mientras anoto rápidamente sus palabras precisas:

—Todas las objeciones que cabe hacer a la obra del Gobierno que actualmente rige a nuestro país pueden sintetizarse en la condenación de su espíritu sectario. Es la suya una obra de secta, de visión circunscrita, llena de prejuicios. En todos sus actos se advierte. Esto es lo que la condena a ser breve e infecunda.
--Pero es preciso que concrete usted esos prejuicios—interrumpo.
—Citaremos como ejemplos la política antirreligiosa, la ley de Términos municipales, los Jurados Mixtos, la ausencia de prestancia en la política exterior, la Reforma Agraria. Su oposición a los intereses generales se debe a que en cada una de esas directrices se sirve exclusivamente a un interés particular. Y es claro que lo que en primer término importa reparar es precisamente ese espíritu. Substituir la política de secta por una política generosa, que es su contradicción ; subordinar los intereses particulares a los generales del país; gobernar, en suma, con toda la responsabilidad y la amplia visión que un gobernante está obligado a tener.
—¿Cómo lograr entonces ese resultado?
—Para lograrlo hay que trabajar. Mi consigna es ya conocida. Trabajar dentro de la ley, aunque la lucha se dirija a la derogación de la ley injusta y que toda la legislación sectaria. Comprendo que algunos no compartan esta opinión. Son, en general, los que regatean su cooperación y su esfuerzo a diario.
Y el Sr. Gil Robles, con un ligero gesto de amargura, prosigue:
—La lucha legal supone una batalla en cada día. Hay quien por dejadez, por temperamento, prefiere jugarlo todo a una sola carta. Bien se ve que son dos caminos distintos. Pero, aparte de otras muchas razones que yo podría aducir, creo que la realidad abona el que yo preconizo.
Por último, como previsión del porvenir inmediato, el jefe de Acción Popular me dice:
—Yo no soy pesimista. Sólo temo el abandono de los deberes en nuestro propio campo. Si las clases que deben ser racionalmente conservadoras se hacen dignas del momento político y social, no hay que esperar sino el feliz arribo de una vida mejor.


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Dos visiones sobre La Ley "Sinde"

Muy interesante y apasionado es el debate sobre la propiedad intelectual y su manera de legislarla. Parece que la versión final de La Ley Sinde ha sido perfecta para no contentar a nadie. Eduard R. Baches (@Eduardlleida) y yo mantenemos aquí dos posiciones totalmente diferentes sobre esta Ley, pero que creo muy interesantes. Espero que lo veáis así. Muchas gracias, Eduard, por tu columna en este #postapachas

 

Por Eduard:




Ayer vivimos como, gracias a las negociaciones políticas en el Senado, se volvía a introducir la tristemente famosa “Ley Sinde” en la Ley de Economía Sostenible. En este nuevo episodio, la ley llegaba pactada con el Partido Popular y con Convergència i Unió.

Con toda seguridad, muchos me diréis que el paro, el terrorismo - o lo que queda de él-, la crisis, la prolongación de la edad de jubilación o hasta la sucesión de ZP, son temas mucho más importantes que un debate sobre “pelisyonkis”. Y os daré la razón si ese es vuestro enfoque en el tema, pero, la revolución de tantos internautas contra la ley, no se debe por una defensa de esa web, o muchas otras, sino que va mucho más allá.

Ni se debe a que no sean conscientes de que miles de personas van a perder su empleo (sic), o que los creadores necesiten sentir que nadie se aprovecha de su obra. Hace falta dejar muy claro las causas y  razones del porqué tantos internautas y gente de la sociedad civil, se han revelado contra la iniciativa de la Ministra Sinde.  Allí vamos:

1- El cambio de modelo económico: Internet lo ha cambiado todo, y nada volverá a ser como antes. Vivimos aún en una sociedad estructurada como cualquier otra sociedad industrial del siglo XX. Sin embargo, como bien afirma Tapscott y Williams en el recomendable libro “Wikinomics”, las nuevas tecnologías abren el camino a una nueva forma de entender, trabajar e interrelacionarse con el mundo que nos rodea. Y eso afectará a todo: política, sociedad, economía, cultura y un largo etc. Incluso la forma de protestar, con Twitter como gran plataforma de información, reivindicación y lucha.
2- El funesto papel de la mal llamada industria cultural y su discurso obsoleto: Como bien decían en la canción “Cuando fuimos piratas”: -”para qué quiero un CD si no cabe en mi MP3”. Una industria que no quiere aceptar que el mundo ha cambiado, y tampoco se quiere adaptar a él, prefiere luchar que cambiar el modelo de negocio. Incluyendo cosas tan vergonzantes como el canon digital, que aunque un tribunal europeo lo consideró ilegal, sigue estando en la agenda del PSOE
3- La injerencia extranjera. Wikileaks desveló como los EUA han estado detrás de la aprobación de la “Ley Biden-Sinde”, dejando claro quien manda realmente en este país en temas culturales.
4- Una ley que rompe con la separación de poderes. Por mucho que el PP y CiU se vanaglorien de la introducción de un nuevo juez en la “nueva” Ley, para poder darle su voto a favor, no deja de ser una ley aberrante. El papel de la justicia en la ley es puramente de mera comparsa, sin poder entrar en lo fundamental. Y lo más preocupante, con la posibilidad de cerrar otras webs que no tengan nada que ver con las descargas.
5- Poner puertas al campo. Ya pasó con Napster, Kazaa, Emule, Torrent y ahora con Jdownloader, al final, siempre va a aparecer un nuevo sistema que pase por encima de la ley. ¿Cuándo ha empezado a bajar el nivel de descargas musicales? Cuando aparecieron  iTunes y Spotify. Estaría bien que la industria tomara nota de una vez.
6- Crisis del modelo político. Una ministra nada neutral. El pago de favores políticos. Intento de engañar a la ciudadanía aprobando una ley dentro de otra ley. Y es que si leemos las declaraciones de Rubalcaba en 2002 defendiendo el papel de los jueces, y se le ve ahora a favor de una ley que rompe con la separación de poderes, nos deja claro que, como decíamos en el punto 1, todo ha cambiado, y quizás el debate empieza a ser si realmente necesitamos una democracia representativa, donde la casta política actúa según sus intereses, o bien, deberíamos empezar a caminar en dirección a una democracia participativa y/o electrónica, la cual, gracias a las nuevas tecnologías, es ahora más posible que nunca.

Por Robert:




Primero voy a definir mi punto de vista respecto a la propiedad intelectual, y por lo tanto, cual es a mi  juicio, los objetivos que tendría que cumplir una Ley si yo tuviera el poder para legislar, cosa por cierto, harto improbable.
Para mí, que el dinero sea un obstáculo para que una persona pueda acceder a la cultura es incongruente ideológicamente, puesto que pienso que  “Todo lo que no es tradición, es plagio” (Eugenio D’ors). También he de decir que creo en la democracia; en el derecho como herramienta para cuidar de nuestras libertades; en el reconocimiento intelectual al autor y que la gente tendría que poder vivir haciendo lo que más le “gusta”, y si lo que le gusta es “crear”, que una sociedad sostenga de alguna manera a sus creadores, no es más que un síntoma de grandeza para esa sociedad. Algo parecido a lo anterior, podría decir de las patentes, sobre todo las farmaceúticas, y de cualquier restricción que impida la propagación de la cultura y el progreso.

Después de decir esto, dejo claro que la Disposición Final Segunda de la Ley de Economía Sostenible (“Ley Sinde”) no aborda mis objetivos ideológicos nada más que en uno, que es una ley democráticamente aprobada; pero sucede también que no puedo estar más en desacuerdo con el movimiento que se ha generado contra la “Ley Sinde” por varias razones:
1.-Quiebra la soberanía del pueblo: Es un movimiento popular sin masas en la calle, que va en contra de lo que dicta un amplio consenso parlamentario (PSOE, PP e CIU) y que no mueve a casi nadie de su silla, más allá del esfuerzo de hacer con el dedo un “clic” en una encuesta electrónica.
2.-Finalidad poco Clara. En la mayoría de las manifestaciones de los miembros de este movimiento, no se defiende la propagación de la Cultura Libre (ojo, no todos), sino más bien el “gratis total”, y  muchas veces lo hacen con una forma muy poco respetuosa.
3.- No tiene unos claros interlocutores que puedan representar a las personas e intereses de lo que defienden. Cuando la ministra se reunió con un grupo “representativo” de bloggeros, el espectáculo fue lamentable pues parecía una competición para ver quién ganaba más “followers”, “tuiteando” los detalles más o menos graciosos de la reunión.
4.- No se propone un alternativa. Al igual que siento simpatía por los mineros de Reinosa, o por los indios del Amazonas o cualquier movimiento de personas, que de la noche a la mañana se queda sin medios de subsistencia por los “nuevos tiempos”, creo que hay que proponer a los perjudicados planes de reconversión de su industria.
5.- Falta de decencia (que no de legalidad). Una cosa es que yo crea que el dinero no deba ser impedimento para la propagación de la Cultura y otra cosa es que defienda, a costa del trabajo de autores y compañías que cumplen con la ley, el “negocio” que hacen: las “webs  informadoras” de enlaces de descarga como seriesyonkis, etc.; compañías telefónicas, anunciándose como más efectivas en las descargas; las empresas que ofrecen “vídeo on-line” sin atender a la propiedad intelectual  (megaupload), etc., por muy inevitable que sea por la tecnología actual o debido a los precios, muchas veces sin justificación, que tienen los productos culturales. Simplemente, no me parece moral.

-A modo de resumen y de recomendación-
El movimiento que promueve la Cultura Libre, tendría que resolver los siguientes problemas; hacer visibles sus masas en la calle, tener representantes legítimos, proponer soluciones para reconvertir la industria, defender que con la cultura no haga negocio nadie, y así como otros movimientos sociales que han tenido éxito, como los propios intelectuales o el movimiento LGTB, integrarse en sectores de presión dentro de los partidos políticos. Así se obrará el “milagro” de que algún día la Cultura sea realmente Libre.











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El Momento de España - José Franchy y Roca

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José Franchy y Roca (24 de abril de 1871, Las Palmas de Gran Canaria, España - 8 de noviembre de 1944, Ciudad de México, México) fue un político español, destacado líder del republicanismo federal tanto en su Canarias natal como en toda España.
Abogado y periodista de profesión, Franchy y Roca fundó, en 1902, la rama del Partido Republicano Federal en Canarias y la Federación Obrera Canaria.
En sus orígenes políticos, fue un firme defensor de los derechos de la clase obrera, que organizó los gremios para la reivindicación laboral, principalmente el de trabajadores portuarios, quienes promovieron en 1910 la primera huelga acaecida en el Puerto de La Luz.


Iniciada la Guerra Civil, Franchy y Roca se exilió a México donde falleció en 1944. Sus restos mortales fueron trasladados en 1976 a su ciudad natal de Las Palmas de Gran Canaria, donde se dio su nombre a una de sus calles en su memoria. Fuente:Wikipedia
 

 

JOSÉ FRANCHY ROCA

 
Se impone un Gobierno de concentración de partidos republicanos de tendencia izquierdista. Los socialistas deben ser una fuerza colaboradora, pero no exclusiva o predominante directora de la República.
He aquí una síntesis de las declaraciones que he obtenido del Sr. Franchy Roca, jefe de la minoría republicana federal de la Cámara. El lector advertirá en sus manifestaciones, que transcribo a continuación, una indudable buena fe, un gran sentido de la realidad y un evidente deseo de cooperación en el afán consolidador...
---,Hay una gran dificultad en este instante en que hablo—dice d Sr. Franchy Roca—para calcular cómo se va a salir de este momento. Aunque quisiéramos eludirla, de la situación actual habría qué partir para formar la opinión de conjunto que usted me pide, y lo cierto es que ahora hay creada una lucha de carácter especialmente político sobre la continuación o no continuación de este Gobierno en el Poder.
Yo creo que este Gobierno no puede mantenerse tal como está constituído. De una parte tiene en con-
tra suya la heterogeneidad de sus elementos componentes y, de otra, el desgaste inevitable de los hombres en el Poder. Sufre las consecuencias de ese desgaste, ya en estado agudo, después de una lucha bastante enconada con motivo de los sucesos de Casas Viejas y de su discusión parlamentaria, que ie quebrantó, indudablemente, aunque nadie haya querido deducir de ella consecuencias desagradables pala las personas que están al frente del Gabinete. Hace fals ta, a mi juicio, una rectificación que impondría la retirada de los socialistas del Poder.
—Yo, por mi parte, no soy enemigo irreconciliable de los socialistas. En punto a su programa y a sus aspiraciones coincido con ellos en gran parte. Aho- ra bien, esta coincidencia no puede llevarme hasta el extremo de una identificación, porque hay, ideológicamente, una diferencia esencial entre el socialismo, principalmente marxista, y los partidos históricos democráticos.
Pero hay que continuar y acentuar esa política en un sentido no partidista, sino simplemente social; eso es absolutamente indudable para mí.
—Creo, por tanto, que lo conveniente ahora sería la formación de un Gobierno republicano con un matiz de izquierda, empleando esta palabra (aunque no me satisfagan mucho las denominaciones de iz- quierda y derecha, porque estos son términos relati-
VOS 5ieTnnte y muy propensos a confusiones) en un sentido de avance y proeiresivo, mucho más nue ele retroceso y morleracién. Me parece eme flov no sería mi-Mente 11,1 inclinación marcada hacia las doctrinas conservadoras.
Al der. pues. eme creo conveniente bov la formaci6n de un Gobierno •esencialmente sennblinano no es Poroue pretenda ni retroceder en los avances sociales. eme son un Iseclso y eme vienen va epISAI.,_ dos nos- la nsonia Cnnst;tución. ni prescindir elmi nn- tural y legítimo influio aue el partido soeialista
de e.ierces en el desenvolvimiento de la legislación de la República.
Los socialistas deben ser colaborseloses, pero no no erigirse en fneesa esnclusiva o predominantemente directora de la Renública.
—é Cómo entiende. pues, cine debería constituirse el nuevo Gobierno de concentración repnblieana? ¿Con estas Cortes? ¿Con el decreto de disolución?...
—Creo que al tratar de constituir un Gobierno de concentración ele partidos republicanos de tendencia izquierdista se debe intentar un máximo esfuerzo para que continúe la labor de estas Cortes. Es decir, que no soy partidario de la disolución inmediata del Parlamento. Debe procurarse que prosiga la tarea legislativa dentro de él no solamente para aprobar las leyes que todavía son complementarias de la Cons- titución, sino también aquellas otras que, sin tener precisamente ese carácter, son de necesidad urgente,
como la ley de Orden público, la de Reforma electoral, las nuevas leyes Municipal y Provincial, y todas, en fin, las que sean de desenvolvimiento de las ya aprobadas, como las que se derivan de la Reforma Agraria.
—¿Pero esa opinión de usted es también la de los demás representantes de los partidos republicanos que combaten al Gobierno Azaña?
—Es posible que en este momento de pasiones enconadas haya dentro de esos partidos otras opiniones divergentes de la mía, pero a mi me parece tan fundamental ésta que sostengo, que creo posible, pasado este instante, la avenencia de los republicanos sobre este punto.
—Lo que ya no puede asegurarse—arguyo--es si los republicanos contarán, llegado ese momento, con el concurso de los socialistas para realizar esa labor parlamentaria.
—En efecto—replica el Sr. Franchy Roca—, no me atrevo a interpretar la opinión de los socialistas, pero me parece que también deberían apreciar las ventajas que para todos tendría, llegado ese caso de constituirse un Gobierno de concentración republica - na, el mantenerse en una actitud benévola, es decir, de colaboraci6n parlamentaria, que contribuida a asegurar la orientación que hemos indicado.
—Pero el Sr. Azaña sí que sería un obstáculo para la formación de este Gobierno.
—No debería serlo, por lo menos, porque las ga iantías de viabilidad habrían de darlas todos los partido:, y, por tanto, el de Acción Republicana.
—Cierto. Otra dificultad pueden ofrecerla también las ambiciones personales, pero es necesario prescindir siempre de las conveniencias de cada uno y posponerlas al interés general.
Como el Sr. Franchy Roca es un convencido de la viabilidad de esta solución armónica, yo, un poco ganado por su optimismo, le interrogo acerca de la orientación económica del nuevo Gobierno de concentración republicana, y el jefe de la minoría federal, a quien el rumor público ha señalado como futuro presidente de ese hipotético Gobierno, me contesta:
----Llegado el momento de ese Gobierno de concentración que apure la vida de estas Cortes se impondría allá para octubre la discusión de los Presupuestos, además de las leyes que hemos enumerado y que no hubieran podido aprobarse antes.
Es indudable que entonces, ateniéndose a las existencias impuestas por las circunstancias, en punto a la instrucción pública el nuevo presupuesto habría de formularse con los aumentos a que diera lugar la creación de las nuevas escuelas para substituir a la enseñanza privada ; pero reconozco que las economías son indispensables en otros órdenes, y podrían conseguirse en algunos capítulos para acomodar los presupuestos a las verdaderas posibilidades o recursos de la nación...
¿Quién sabe?....piensa el reportero al despedirse del Sr. Franchy Roca. ¿Por qué no? Después de todo, en la sencillez de estas aspiraciones pudiera consistir el secreto de una solución que quizá sería muy difícil buscar por otro lado.
 

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El Momento de España - JOSÉ MARTÍNEZ DE VELASCO

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JOSÉ MARTINEZ DE VELASCO es el jefe de la minoría Agraria en el congreso de los Diputados en 1933, posteriormente, llegó a ser ministro durante el Bienio Negro. Enrique Mariné le hace esta entrevista para su libro "El Momento de España".

Fue asesinado junto a muchos destacados políticos y militares en el asalto, realizado por milicianos, a la cárcel modelo de Madrid el 22 agosto de 1936. FOTO: ABC
 

 

JOSÉ MARTINEZ DE VELASCO

Una política de mutuas transacciones pacificaría los espíritus...
Don José Martínez de Velasco, jefe de la minoría agraria del Congreso, ha deferido también amable a mi ruego.     
Y brevemente, como cumple al propósito que me impulsa, con absoluto dominio de la palabra y prometiéndome que no velará su pensamiento, va contestando a mis preguntas...


—Quiere usted decirme cómo ve la situación actual de España?
—Como premisas indispensables tengo que sentar la forma cómo se produjo en España el advenimiento del nuevo régimen : un movimiento vigoroso de la ciudadanía, manifestado en las elecciones del 12 de abril, substituyó la Monarquía por la República, y la equivocación verdaderamente fundamental en que. a mi juicio, han incurrido los hombres del Gobier- no, que, olvidando este antecedente, realizan una política enteramente encaminada a dar satisfacción a determinadas tendencias, que no fueron las únicas colaboradoras en el advenimiento.
A la crisis económica mundial había de agregarse el trastorno producido por los instintos revolucionarios de quienes, poco conscientes de su responsabilidad, se dedicaron a alucinar cerebros incultos con predicaciones que en algunos lugares han llegado a ocasionar verdaderos delirios de anarquía. Y en estas condiciones se acomete la magna obra de la reforma agraria, que no ha respondido a las exigencias y demandas de la opinión, ni tampoco a lo que tendrían derecho a solicitar quienes. viviendo todavía en un régimen individualista, no podían admitir que, violentamente y sin transición alguna, se llegase a socializar la propiedad. Mi impresión personal es que esta reforma, por esas razones y por otras que apuntaré, no ha de tener eficacia acaso como motivo fundamental, porque no va a crear nuevos propietarios, sino que lo que quiere y simplemente va a realizar es la destrucción de los que en realidad existen.
Mientras en todos los países, a partir del año 1930, se ha procurado por todos los medios posibles y con verdadera energía llegar a la deflación de los gastos, aquí se ha seguido la política opuesta, y los dos presupuestos de la República, a más de contener ur considerable aumento en la dotación de todos los servicios, aun de aquellos que. como los de Clases pasivas, no son susceptibles de producir ningún rendimiento, se han presentado al Parlamento con déficits que, sumados, ascienden en este momento a la cifra de mil millones de pesetas, y acaso habrán de superarla al llegar a la liquidación de los mismos.

Constituye para mí un motivo de honda Preocupación el pensar cómo se podrá atender a las nuevas necesidades creadas, pues por la depresión económica producida en todo el mundo y que ha de alcanzarnos a nosotros, siquiera no sea con igual intensidad, y por la forma poco cuidadosa como se han tratado problemas verdaderamente fundamentales y que afectaban a la economía del país, los ingresos no serán seguramente los calculados, sino muy inferiores.

Y lo primero que se necesita es inspirar a todos aquellos que tienen que contribuir la esperanza alentadora de que el dinero que aportan para levantar las cargas públicas no ha de ser malbaratado, y que han de encontrar en la autoridad el amparo indispensable para que sus negocios se puedan desenvolver normalmente dentro de la órbita de la ley, sin que cada día les traiga una incertidumbre y cada hora una inquietud acerca de cuál será el rumbo que en definitiva se tome.
Esto lo afirmo porque, a fuerza de repetir que estamos en un período revolucionario, no ha habido hasta e/ presente interés alguno que no haya sido desconsideradamente herido. Y aquellos derechos conquistados que siempre tuvieron, guando menos, un amparo mínimo, han sido desconocidos o negados a toda hora a pretexto de que había que acabar con todo lo que había servido anteriormente de base, de cimiento para nuestro propio desarrollo económico.

El Sr. Martínez de Velasco calla unos instantes. Parece indicarme con el gesto que ha terminado esa breve exposición de antecedentes que consideró precisos, y yo aprovecho esta pausa para dirigirle una nueva pregunta:

—¿Cómo cree usted que pueden enmendarse los yerros y remediarse los trastornos, sin violencias?
—Para todos los que sentirnos la responsabilidad del Gobierno lo fundamental es que las propagandas que han de realizarse lo sean dentro de la más estricta legalidad, pero al mismo tiempo mantenidas con decisión y energía, para que los errores apuntados lleguen a rectificarse, con el convencimiento de que al hacerlo no se procede con incomprensión ni por sectarismo, sino respondiendo al cumplimiento de deberes que exige el propio desenvolvimiento de la vida nacional.

Es preciso, en primer lugar, mantener a todo trance el principio de autoridad, porque acaso los ma- yores trastornos que se han producido y que estamos lamentando estriban en aue el Poder se ha ausentado muchas veces, y ello ha sido causa de la falta de aquel ambiente de respeto que es condición indispensable para que la actuación del Gobierno tenga la debida eficacia.

Es menester también que todos, los de arriba y los de abajo, se convenzan de que la ley tiene que alcanzarles y serles aplicada con igual energía, y nue desprendiéndose de toda clase de erzoísmos consideren para ello que el deber primordial de todos es trabajar, aun a costa de su sacrificio, por el engrandecimiento de la Patria. No deben ampararse los excesos y demasías de los que poseen bienes en abundancia frente a los que carecen hasta de los medios indispensables para atender a las necesidades más apremiantes de la vida, ni se puede tampoco estimular los instintos y apetitos de quienes estiman que la hora presente está caracterizada por la disolución de todos los principios que han sido cardinales en nuestra sociedad y que deben destruirlos, muchas veces sin provecho ni beneficio alguno positivo.

Es menester asimismo que todo el mundo piense en la necesidad de cumplir con el deber elemental de ciudadanía de intervenir en la política, que es un arte noble cuando se consagra, como la mayor parte de las veces sucede, a procurar el engrandecimiento de los pueblos. Porque la ausencia en el ejercicio de todos estos deberes trae en muchas ocasiones el hecho doloroso de que los más osados o los más inconscientes prevalezcan sobre aquellos que con verdadera responsabilidad hubieran podido dar solución a los problemas que se plantean.

En una palabra, estimo que la situación es delicada y que para salir de ella se necesita el concurso de todos con abnegación y con sacrificio. Y no hay que pensar en establecer cotos cerrados, que por encima de las formas de Gobierno está España, y al laborar por ella se cumple con el más elemental de los deberes que impone el patriotismo. lo aprecian así---pregunto ---encuantas regiones ha recorrido usted en sus incesantes viajes de
propaganda? ¿Cuál es la verdadera opinión en las provincias españolas?

—No creo descubrir un misterio--contesta el jefe de los agrarios—, porque está en la conciencia de todos, que la política del Gobierno Azaña no sólo carece del asentimiento del país, sino que además suscita y ha suscitado en muchos sitios la más enérgica repulsa.
En las propagandas constantes que como jefe de la minoría agraria he realizado, y en las que me ha sido permitido ponerme en contacto con una opinión no esclavizada por ninguna clase de egoísmos, he podido percibir la inmensa preocupación que a ella le produce el momento presente.
Gobernando por exigencias naturales de la composición de la Cámara bajo el imperio predominante del elemento socialista, se ha prescindido de la colaboración de otros que pudieran haber servido de contrapeso a los abusos de una política que no deja de ser legítima, porque encarna un ideal respetable. pero que indudablemente ha sido perturbadora.

La realidad nos enseña con elocuencia incomparable la exactitud de esta afirmación. Cuando se eligieron estas Cortes, todos los republicanos, sin distinción de matices, constituyeron un frente único, que duró el tiempo preciso para que pudiera aprobarse la 'Constitución ; pero después las diferentes maneras de apreciar los problemas y las exigencias de la ideología de cada uno hicieron que aquel conglomerado desapareciese y que se produjera el fenómeno, hoy bien notorio, de que el Gobierno cuente con una mayoría, pero con una oposición al mismo tiempo tan grande como aquélla, si se incluyen los abstenidos, y que, de perdurar las circunstancias presentes, ha de esterilizar por completo toda labor. Porque en estos momentos me asalta la duda de que el presidente del Consejo pueda contar con los elementos necesarios no para colocarse con decisión frente a todas las minorías republicanas coaligadas, sino para cumplir la misión principal de hacer leyes que deben tener los Parlamentos.
Y esta realidad nos demuestra de manera evidente que las mismas escisiones que .se descubren en los sectores republicanos se han producido en el país. Esto sin contar con que los elementos de derecha, profundamente agraviados por las determinaciones que en materia tan delicada como la religión se han tomado, no se encuentran propicios a prestar su asistencia a quienes, en cumplimiento de lo que ellos estiman una obligación, están ejerciendo las funciones de Gobierno.

Para mí es indudable que esta situación no :s puede prolongar; pienso que cuando termine habrá, de sobrevenir forzosamente la disolución de las Constituyentes, y al llegar este instante, si las elecciones, como es de esperar, se hacen con limpieza y honestidad presumibles para que las diferentes opiniones se expresen y se produzcan sin riesgo, las nuevas Cortes serán totalmente distintas de las actuales, y entonces creo yo que eh único medio hábil para rec-
tificar los errores en que hubiera podido incurrirse sería el de constituir un Ministerio de concentración de todos los elementos predominantes en la Cámara, y que tendría, entre otras, la ventaja de poder imponer la autoridad para resolver problemas que, aunque parecen hoy resueltos, sun motivo de inquietud espiritual para la mayor parte de los españoles.

—¿Y no cree usted posible—interrumpo—que antes de ese momento venza el secreto designio socialista de constituir un Ministerio homogéneo o, por 'el contrario, que se imponga aquí la reacción contra el marxismo que se acusa vigorosa en el centro de Europa?
—No, porque las Cortes que se elijan han de estar seguramente divididas en muchos más grupos de los que consttuyen las actuales, y como, por exigencias de la Constitución tienen que vivir un período de cuatro años, habrán de buscarse soluciones de Gobierno en armonía de las fracciones con suficiente número de diputados para gobernar dentro del Parlamento.
Mi opinión personal es que ni los socialistas ni los radicalessocialistas traerán la vez próxima a la Cámara la cantidad de diputados que hoy parecen adscritos a sus diferentes ideologías, y como las otras representaciones han de resultar mucho más atomizadas, siquiera alguna de ellas crezca en proporciones considerables, no será posible que gobierne un solo partido y habrá de buscarse, con transigencias recíprocas, el concurso de varios elementos, que cons tituirán seguramente un freno para los extremismos.

No temo yo, por tanto, que con las nuevas Cortes se pueda realizar una política socialista, o radicalsocialista, ni siquiera una política de derechas en toda su integridad, y habrá de buscarse, repito, la solución en el término medio. Estimo, sin embargo, que en este término medio, en que los excesos y demasías de los unos se contrarresten, 'imitándolos con los de los otros, puede encontrarse seguramente la manera de dar a España lo que España merece: una política de transacciones y de concordia, que realice sobre todo la obra magna de pacificar los espíritus, primera de las condiciones necesarias para que los pueblos sean medianamente venturosos.




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