Dos Visiones: ¿Por qué merece la pena, o no, involucrarse en política?

A esta pregunta hemos respondido @Alexcibernetica y yo, en este #postapachas. Me  parece que las razones que damos, son una viva muestra, de lo que piensa mucha gente. Gracias a Alejandra por parcipar en este intercambio de opiniones.

Por Alejandra



George B. Shaw, escritor irlandés, dijo que "la política es el paraíso de los charlatanes". Y no hay más que acudir a un mitin de cualquiera de nuestros partidos para cerciorarse de ello.

Vivimos en un sistema viciado, en una democracia de pandereta, que consiste únicamente en introducir un voto en la urna cada cuatro años.

Y después a verlas venir, por arriba, por abajo, por el centro, y para dentro. No hay otra. No hay manera de zafarse del monstruo que entre todos se ha creado.

¿Debemos participar de este espectáculo?

No.


En esta podredumbre, en esta sociedad política viciada, viciosa y amoral, no hay hueco para las ideas propias, para las ideologías puras. Nunca antes había cobrado tanta relevancia la famosa frase de Marx, Groucho (Karl fue un señor mucho menos realista): "Éstos son mis ideales, si no le gustan, tengo otros", Y así, sólo así, será como el ciudadano con ínfulas de servidor público llegara a su destino soñado. Vendiendo al Mefistófeles de turno, aquello en lo que creyó antaño.

Porque la política es una maquinaria muy bien engrasada, en la que el funcionamiento es claro, y sólo usándola de la manera establecida, "adecuada" a los intereses de unos pocos, se podrá poner en marcha.


¿Qué nos queda entonces? ¿Sentarnos y esperar? ¿Adoptar una hipócrita vida antisistema? ¿Protagonizar una revolución? ¿Tomar la bastilla? ¿Volver a comprar claveles?

Estamos instaurados en un sistema del bienestar tal, que aún no yéndonos bien las cosas, no nos van tan mal como para abandonar nuestro cómodo sofá, nuestra "rápida" (perdónenme la ironía) conexión a Internet, nuestra cuota mensual a GolT, en aras de una lucha en la que, y debo hablar por mí, no creo.


David contra Goliat es un mito, un cuento.

Y me conformo con escupir sandeces, a quienes quieran escuchar, y a contemplar cómo los Gobiernos socialistas no lo son tanto, porque Europa manda, o mandan los EEUU, mientras aquellos ilusos ciudadanos de izquierdas que contemplan la política desde la barrera, desde fuera, no se quitan la venda, y siguen apostando por ellos. ¿Qué más pruebas les hacen falta?


¿Qué decir de la derecha? ¿Por qué seguimos haciendo una separación estúpida que hace décadas perdió ya su sentido?


Son los mismos perros, usando quizá diferentes collares.


Seguiremos acudiendo a las urnas, seguiremos indignándonos con la corrupción que nos afecta, pero sólo con la del color que nos molesta, continuaremos tragando con decisiones injustas, con recortes sociales, con préstamos (¿a qué interés, cómo serán devueltos?) a entidades bancarias sin que las condiciones trasciendan, con mentiras susurradas, y medias verdades gritadas a voces, con promesas electorales efectistas, que después de un tiempo no podrán ser mantenidas, con congelaciones salariales, con negociaciones con terroristas, con apoyo a Gobiernos dictatoriales, dándole la espalda a pueblos con los que estamos en deuda, con manifestaciones de "famosos, y caras bonitas", que prestan su imagen para sacar tajada, con censura, prohibiciones y un largo etcétera.

Y ahora permítanme que me ría. Tenemos lo que merece la mayoría.
Por Robert González.
“Porque el futuro ganado
por nuestros mayores,
no lo malgastemos en un presente
rendido sin lucha ni dignidad,
a merced de un mañana sin utopía.”



Si bien nadie ha elegido vivir, estamos en el mundo, y si “estamos” tenemos una responsabilidad; que incluso siendo un ciudadano que no está involucrado en política, hace que tenga la “responsabilidad por omisión” de lo bueno y de lo malo de lo que sucede a su alrededor.


El Artículo 2 de la Constitución Española dice, “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”. Quizás sea un ingenuo, pero yo me lo creo, y si alguien me demuestra que eso no se respeta en mi país, me tendrá a su lado para luchar y que vuelva a ser respetado. El quejarse y  proclamar máximas  demagógicas de tipo: todo el mundo está “vendido”, o “comprado”, que el sistema democrático no funciona sin proponer alternativas, o que los políticos son una casta superior que no representan a nadie; son solo malas excusas para quedarse en casa sin hacer nada. 

Cuanto más graves son los insultos y difamaciones a los poderes públicos, más me sorprende que no acaben en una única respuesta: Involucrarse en política por la defensa activa de ellos. Por ejemplo, el partido que fundó Pablo Iglesias en 1879, tardó más de cien años en gobernar España con mayoría absoluta. Hoy en día, introducirse en la política activa cuesta infinitamente menos que en décadas pasadas, pues entonces, ¿por qué hay tanta reticencia a hacerlo? Y lo que es peor, ¿por qué tanta gente que nunca ha militado en ningún partido, conjetura, difama y habla tan mal de los partidos políticos, sin conocerlos y sin dar argumentos de peso? Creo que eso daría para muchos post, pero daré mi opinión después de llevar más de siete años en uno.

Reconozco que antes de entrar, no tenía ni idea de como podía estar organizado un partido, pero ahora puedo decir que la vida en la política es un trabajo desagradecido con el conformismo y la ignorancia; te exige formarte constantemente en las áreas más complicadas y diversas que componen la organización humana. La vida política exige  tragar mucho “ego”, el más difícil de tragar es el ego propio, para respetar las opiniones del resto de personas, y así,  llegar a un consenso que sea el más beneficioso para todos. Decenas de veces llegué a la agrupación con lo que yo creía que era la idea más genial que nadie hubiera pensado, y cuando la puse en común se vio que no era la más adecuada; el reconocerlo, es quizás la lección más difícil de aprender.  

Al esfuerzo personal que exige el ponerse de acuerdo en una organización donde la mayoría de los afiliados lo hace voluntariamente, hay que unir, que la política está constantemente denigrada desde los medios afines a la derecha.

A mi juicio, esto sucede para que las personas de izquierdas, y por lo tanto sensibles a las injusticias sociales, se desanimen y no voten. De esto último podría dar decenas de ejemplos.


También hay otras razones más personales por las que me gusta estar en política, que tienen que ver con una filosofía de vida personal. Yo creo que la vida no merece la pena ser vivida sin “ganas” de hacer cosas (y espero seguir teniendo esa necesidad toda mi vida), y la política es el medio más rápido, aunque más difícil, de transformar nuestro entorno.



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