El Momento de España - Fernando de los Ríos

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Fernando de los Ríos es entrevistado por Enrique Mariné en 1933. En ella, se pone de manifiesto los profundos conocimientos y valores heredados de la Institución Libre de Enseñanza. También es todo un repaso del  ingente programa educativo que se puso en marcha durante los primeros años de la II República.





 

FERNANDO DE LOS RÍOS

En las líneas precedentes, que sirven de título a estas divagaciones, escuchadas de labios del segundo ministro de Instrucción de la República, el docto catedrático condensa su pensamiento en orden al sentido de esa orientación de la cultura que otras ilustres personalidades comentan, desde distintos puntos de vista, en varios capítulos de esta obra.

Don Fernando de los Ríos declara, y yo me apresuro a reconocerlo, que en nuestra conferencia, forzosamente breve, no puede satisfacer la curiosidad del informador, que para servir al público quisiera haber obtenido un avance de la labor cultural de la República en el futuro inmediato, singularmente de sus disposiciones para garantizar la extensión del sentido laicista; pero el ministro, cortésmente, se aviene a hacer algunas declaraciones que puntualizan su pensamiento en aquel aspecto. El insigne profesor habrá perdonado al reportero su curiosidad, y los lectores le dispensarán que no pueda colmar la medida de la suya.

—El punto de partida de la cuestión que usted me plantea—dice el Sr. de los Ríos está en el artículo 48 de la Constitución, que define de una manera positiva la concepción de la enseñanza por el Estado español. Esta concepción, que es, pudié- ramos decir, vertical, como corresponde al sistema de escuela unificada, es la que estamos llevando a la práctica, siendo una de sus modalidades internas el aspecto laico. Pero este aspecto es, pura y simplemente, una forma inhibitoria y de respeto para las conciencias de aquellos a quienes se enseña, independiente de la concepción positiva de la enseñanza en sí.
Esa enseñanza en sí lleva, ante todo y sobre todo, el guía de un alto concepto de la dignidad humana, una idea relevante de la función de la ética en la formación de la conciencia y una pareja dignidad y prestancia para todo lo que va envuelto en la órbita de los valores estéticos, por estimar yo que en en un país como el nuestro la coordinación de la ética con la estética es esencial para el porvenir de la cultura.

Y esto por una razón de fondo, a saber: la de que a la estética le corresponde sensibilizar y a la ética beneficiarse de esa sensibilización, obteniendo así hombres moralmente exquisitos. Y para una concepción hispana, hombre moralmente exquisito es aquel que puede lograr esa perfección porque es un alma sensible. Esta es la función de la Estética, ésta es la función del Arte y de la Literatura, ésta es la labor más difícil de conseguir mediante la actividad del profesorado.

—¿...?
—Nosotros desenvolvemos la base, que es la escuela primaria y la escuela elemental de trabajo, de suerte que todo el mundo puede ahora tener una formación cultural elemental, y, si lo requiriese su situación en la vida, un perfeccionamiento en la formación manual, que, sin haber pasado por la etapa dolorosa del aprendizaje, le permita incorporarse a cualquiera clase de trabajo como obrero cualificado.

De esta base general social queremos, mediante un sentido colectivo refinado, obtener los mejores, para ir creando la aristarquía, es decir, la aristocracia en su sentido primitivo helénico, o sea "los mejores de entre todos", con la esperanza de que estos mejores lleguen a constituir el cuadro selectivo de la vida nacional en todos los servicios y en un mañana más o menos próximo.
De aquí que hayamos concebido la enseñanza técnica en sus formas superiores, o sea ingeniería, arquitectura, etc, como enseñanzas susceptibles de ser alcanzadas por aquellos que no hayan pasado por la formación universitaria en su período preparatorio del bachillerato, y la misma formación universitaria como posible de ser lograda por quienes, siendo aptos para la función, se encuentren, no obstante, en una situación económica apurada, y con este objeto hemos creado el sistema de becas para los seleccionados que se hallen en tales circunstancias.

Por último, al reforzar la enseñanza, hemos pensado en algo que preocupa sobremanera en el mundo, y es la creación de centros de investigación entre los universitarios, en los que exclusivamente se realice una obra de indagación científica más que una obra docente, y, al mismo tiempo, otros de coordinación y c000peración para la de investigación y descubrimiento; de aquí que hayamos creado centros de investigación histórica como los de Estudios árabes, hispanoamericanos, etc., y como el Instituto de Estudios clásicos y el de investigaciones científicas, donde nos proponemos acometer cuestiones muy diversas, desde las indagaciones referentes a la química agrícola hasta las que atañan a la ordenación y servicios económicos.

Este es—concluye el Sr. De los Ríos—el sentido de la orientación que estamos dando a las actividades culturales de la República.
Don Fernando calla un momento, que aproveche para rogarle algunas indicaciones respecto a las medidas adoptadas a fin de sustituir rápidamente las enseñanzas que ahora prestan las asociaciones religiosas, y que habrán de desaparecer en virtud de la ley de este nombre.
—De una parte—contesta el ministro—bastará con que si ahora hemos consignado en el presupuesto la cantidad necesaria para el sostenimiento de cuatro mil escuelas, elevemos la cifra hasta seis mil. Los muchachos que reciben educación en los centros confesionales son aproximadamente doscientos cuarenta mil, y en esas dos mil nuevas escuelas podrán instruirse trescientos mil. Es decir, que no habrá conflicto.

Y por lo que se refiere a la enseñanza secunda ria, nosotros, de aquí a otoño, organizaremos cursillos intensivos para la preparación del profesora do de los Institutos nacionales de segunda enseñanza que hemos de crear, para lo cual habilitaremos un Pedagogium aquí en Madrid y cursos especiales en la Universidad internacional de verano de Santander, y en el mes de octubre tendremos creados los establecimientos que se necesiten para enseñar a la población escolar que no recibe instrucción en los colegios de segunda enseñanza dirigidos y servidos por religiosos.
Finalmente, a una pregunta mía acerca de 'la posible transformación de esos establecimientos de enseñanza privada en otros centros del mismo carácter, con personal seglar o aparentemente seglar, don Fernando de los Ríos me asegura que esa transformación no se efectuará, porque para impedir las transgresiones de ese orden a la nueva ley bastaría la acción de los inspectores de enseñanza. De modo —concluye—que esa es una cuestión puramente administrativa y que a nosotros no puede preocuparnos.

Y aquí el ministro calla y el informador comprende que no puede prolongar la conferencia.
Luego, al poner en limpio las notas que apresuradamente tomé de labios del Sr. De los Ríos, he lamentado no haber sabido quizá recoger sus elocuentes frases con la fidelidad que es debido homenaje a los maestros de la oratoria.


El Momento de España (pág. 77)
El Momento de España (pág. 78)
El Momento de España (pág. 79)
El Momento de España (pág. 80)
El Momento de España (pág. 81)

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