Contar los malos tiempos. Antonio B. el Ruso, ciudadano de tercera.


Antonio B. el Ruso, ciudadano de tercera. Una novela de Ramiro Pinilla.
Cuando se recrean los viejos tiempos en la memoria colectiva, y sobre todo si fueron malos tiempos, siempre se recuerdan de la manera más benevolente, porque están influenciados por los vencedores y supervivientes. Y las décadas de los treinta , cuarenta y cincuenta del siglo pasado en España. ¿Cómo pasaran a la historia?
Ramiro Pinilla hace un ejercicio colosal de narración al meterse en la piel de una persona real, con los datos recogidos del propio protagonista, para hacer historia, quizas no de la clase de historia que se estudia en las carreras, que se reducen a un porcentaje al lado de un epígrafe. Por ejemplo, Analfabetismo- 45%, Población desnutrida – 40% …etc. Escondido detrás de números estádisticos está la historia de Antonio Bayo “el ruso”.
El tipo de narración que utiliza Pinilla para contar esto no está al alcance de muchos escritores y se ilustra perfectamente en la primera página del libro.

Infancia
Me llamo Antonio Bayo, pero cuando madre me echó al mundo, una mujer que estaba allí dijo: «i Leches, si es rubio como un ruso!». Así que no vaya usted por las Cabreras preguntando por Antonio, porque desde entonces todo el mundo me conoce por «el Ruso».
Ahora tengo seis años y madre me dice: -Súbeme una berza.
Madre es una mujer alta y delgada, de pocas palabras y agrias, siempre vestida de negro, con blusa metida en la cintura del muletón, madre- ñas y pañuelo negro a la cabeza. Marchó a América a los diecisiete años con tres mozas del pueblo, a quitar el hambre, y volvió con un hijo de cinco años en la mano y conmigo en el vientre y sin el gallego con el que vivió amontonada. Así es que yo nací en este pueblo de La Baña de puro milagro.
Regreso y le digo:
—No nos queda una berza en el campo.
Nací, como Cristo, sobre pajas, en ese cajón del suelo pegado a la pared donde ya dormían madre y mi hermano Mario, y donde, a partir de entonces, yo dormí también. Creo que mamé, como todo el mundo, pero muchas veces llego a pensar que ella me sacó adelante con berzas. Es el primer olor de este mundo que recuerdo. Es un olor importante en nuestra casa. Tan importante, que si falta aquí no caga nadie.
Madre me mira con dureza y dice otra vez:
–Súbeme una berza.
Cuando el hambre aprieta en casa, madre suele gruñir: «i Quién me sacó de América para pudrirme en este agujero!». Fue el abuelo quien la llamó. Era el dueño de esta casa donde vivimos, que la había heredado de otros Bayo. En La Baña, todas las casas son iguales, de piedras...


FOTO: "Libro sobre ordenador" AUTOR: Yo mismo, inspirado por RobC explicitador

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PERSEPOLIS


Hace unos días tenía una conversación con una persona muy querida. Entre copa de Brugal y Johnny Walker, debatíamos sobre el hecho de que los heroes, a menudo, debían actuar desde fuera de su marco social para ser reconocidos como tales; o sea que su propia condición les convierte en outsiders, con todas las implicaciones que la palabra conlleva. Entiéndase como heroes a toda persona que, por medio de su carisma, de su capacidad de compromiso y coherencia personal, se convierte en un referente para otros muchos (la mayoría) que anteponen a este tipo de valores otra serie de intereses personales, más relacionados con la propia supervivencia que con la moral; algo totalmente propio del ser humano. Pero es también su naturaleza humana, lo que crea en las conciencias de esta mayoría, la necesidad de reconocerse, aunque sea por un momento, en las virtudes de estos heroes fuera de onda.

Creo que Marjane Satrapi es una de estas heroinas "outsider".

Persepolis es una deliciosa película autobiográfica de animación, adaptada del cómic homónimo, que cuenta la vida de Marjie, una niña criada en un ambiente familiar progresista, en el Irán de finales de los setenta. El gobierno del Sha, la revolución islámica, el régimen de los integristas, son etapas por las que Marjie navega, con las velas de su ingenuidad infantil desplegadas a todo trapo. Una velas que, según pasa el tiempo, se ven cada vez más rasgadas por el viento implacable de la realidad que la rodea.
Marjie es una niña criada para una libertad que, de pronto, le prohiben ejercer. Pero su personalidad, su caracter y la profunda convicción en los valores en que ha sido educada, le hace plantar cara a esa realidad, e iniciar una camino hacia la madurez que, en algunos momentos le llevará por el camino de la amargura, hasta conducirla por fin... (no, mejor no lo cuento)
Marjane cuenta su historia de una manera directa, alternando momentos muy duros con giros humorísticos de una espontaneidad entrañable, propia de la ingenua visión infantil que Marjie tiene de los acontecimientos que se desarrollan a su alrededor.
Por supuesto, a medida que la peli avanza y ella va creciendo, esa ingenuidad se pierde para dar paso a un sentimiento de decepción y vacío personal, propio de aquel que está harto de pegarse leches contra los molinos viento.

El tono y, en muchos caso, el estilo del dibujo, me recordó a otra película entrañable: "When the wind blows".

Persepolis se proyecta subtitulada, en versión original francesa.

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El loco Camilo




Por el patio de la cárcel
despacio, medio ido,
camina pensativo,
el loco Camilo,
Recuerda aquellas mañanas,
mañanas lejanas de Domingo,
por el bosque de palo rosa
dos muchachas en el río,
pasean justo por donde
pescaba el loco Camilo.
Caña de mimbre fuerte
y por sedal un hilo,
el bosque de palo rosa
le vigila con sigilo.
El se sienta en una roca
ellas sentadas junto al río
escuchando sus historias,
mañanas lejanas de Domingo
reían a carcajadas,
se lo pasaban de lo lindo,
y si los peces picaban
hasta cantaba Camilo.
Esa mañana de Domingo
no encuentra su caña Camilo,
la busca y no la encuentra,
se entretiene haciendo otra
con una rama de palo rosa,
presuroso va hacia el río,
pero lo encuentra vacío.
El bosque de palo rosa
ya no le vigila con sigilo,
ya ha tramado su traición
hacia el loco Camilo.
Vuelve a su casa,
despacio, medio ido,
caminando pensativo.
Al día siguiente ellas
aparecen cerca del río
junto a sus rotos vestidos,
la caña de mimbre de Camilo

Autora: LUZ (seudónimo)

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La Torre de Suso - Una película recomendable.

Javier Cámara, Emilio Gutiérrez Caba, Malena Alterio, Gonzalo De Castro... entre otros interpretan esta película dirigida por Tom Fernández.
La peli es divertida, fresca, y se propone, sin aparente complejidad, presentar el entorno rural de un pueblo de Asturias y las relaciones que existen entre personajes contemporáneos que ahí conviven. El guión ocurrente y gracioso es el hilo conductor para describir temas como la inmigración, el abismo generacional de padres e hijos, el encuentro con antiguos amigos y ex-novias...Yo la recomiendo.

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¿Y tú, qué escribes en esa libreta? dedicado a Quique



El día 25 de Noviembre fui a ver a Zapatero, era un acto donde se presentaba a candidato a la presidencia de España en las próximas elecciones de Marzo.

Manuel Chaves y Zapatero hablaron de valores, ideas para el futuro..

"En los próximos años extenderemos la educación en niños de 0 a 3 años."


"No queremos que ningún niño se quede atrás en la educación, porque quedándose atrás en la educación se que queda atrás en la vida"
"En la próxima legislatura, los investigadores saldrán del ostracismo."


"En el bachiller se podrá estudiar Artes Escénicas y bellas Artes."


Todo eso y muchas cosas más, son las que se dijeron en ese acto y quedan anotadas en mi libreta....
A mi parecer, esos temas son los que tendrían que centrar el debate electoral y no saber quien es más español o el utilizar los atentados de ETA como arma electoral como hacen otros.

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Concentración por la libertad, Todos contra de ETA



Ayer en la manifestación:
Mucha banda con bandera facha y también con la de todos, la Española, incluso gente con pancartas que dice. ¿Dialogo? es un Crimen Idiotas, con la foto del guardia civil muerto. Gente grita "ZP dimisión" que es respondida por otra "Zapatero no estas solo". ¿Contra quién estamos manifestándonos? Pero lo peor es que no llegamos a ser apenas unas 5000 personas de los cuales 100 eran periodistas. Podréis decir que no soy imparcial, pero creo que hay demasiada gente que escucha la COPE...

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Yo, mañana también voy. ¿te vienes?


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ESTO DEL CINE ES UNA MIERDA...si ya lo decía él.

Perdóname Fernando; primero por tutearte, pues la confianza que me tomo solo nace del respeto que me merece tu persona y tu memoria; segundo por tomar las palabras del viejo Galván para titular este texto, unas palabras que en tu boca siempre sonaron reales, plenas de sentimiento y dolor; de impotencia y rabia por la estúpida negación a toda una vida dedicada a un oficio ingrato, malpagado, incomprendido y ateo. ¡Y sin embargo que triste resultaría esta mierda de vida si no hubiera Galvanes! ¡Cuán necesarios sois!
Crecí con tus películas, te ví envejecer en una pantalla, y te fuí haciendo un poco mío; es lo malo de ser cómico, y más uno tan grande como tú: que despiertas sentimientos en la gente, y eso no resulta gratuito, amigo mío.
Y hoy te vas, y ese poquito de mí se marcha contigo; y un poquito de otros muchos también parte contigo, porque, aún a riesgo de que me mandes a la mierda desde donde quiera que estés (en el cielo no, seguro, porque no existe) somos muchos los que te admirabamos, los que te queríamos, los que nos perdimos en el Mediterraneo de tus ojos, como una vez los describió una hermosa mujer de pelo rubio.
Espiritrompa, viejo maestro. Te voy a echar mucho de menos.




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¿Qué es ser de Izquierdas?


Hoy en El País, Salvador Pániker publica un artículo de altura:

Pensar la Complejidad
Como buen filósofo deja en el aire la pregunta: ¿Qué es ser de Izquierdas? para que cada uno la responda.

Para mi ser de izquierdas hoy en día, es perseguir la libertad individual, con la coherencia de asumir que el prójimo también la tiene que conseguir. Para este objetivo, reconozco la necesidad de la existencia de un estado que proteja y tutele derechos con igualdad de oportunidades. La forma y tamaño de ese estado ha de estar en relación con las desigualdades que tenga esa sociedad.
Por ejemplo, la constitución de Suecia no contempla el derecho a la reunión de sus ciudadanos, porque a ningún gobernante en su historia se le ocurrió abolir ese derecho, en España sí, y por eso tenemos una constitución más "gorda" que en Suecia, y quizás por eso, es aun más "gorda" la malograda Constitución Europea.
También asumo que mi pensamiento es subjetivo, y no creo que contenga ninguna verdad absoluta, pero si el tipo de normas que hacen más satisfactoria mi existencia y que merece la pena contribuir para que se extienda como verdad alcanzada por consenso por la sociedad.

Desde luego a mi parecer, es una aspiración más bonita que el pensamiento filosófico de la derecha, aunque quizás es más compleja, pero eso no me asusta.

No voy a negar que este pensamiento individual, está bastante influenciado por mi propio Marco Social de Referencia y por Sartre entre otros, que a su vez estaba influenciado por su propio M.S.R. y por Heidegger, que a su vez .....¡Qué grande es el ser humano!

Autocrítica.
¿Qué pinta Marx en todo esto? Para mi entra en la parte en que el estado tenía que ser mas grande cuanta más desigualdades hubiera y en el XIX había muchas en Europa.
¿Y dios? Con minúscula porque no existe.

Espero que no haya dicho demasiadas herejías, en cualquier caso este blog está abierto para la discusión....

Raguenó opina sobre esta entrada.

Eres un cachondo, tío. El hecho de saber quién o qué eres, y tener el valor de posicionarte y la coherencia para mantenerte allí, es un ejercicio muy saludable para el alma. Nos hace fuertes y ayuda a despejar dudas en momentos difíciles. Estoy también de acuerdo con que las cosas se cambian convenciendo, no imponiendo, y que una verdad subjetiva consensuada por la mayoría es mucho más verdad que una verdad absoluta, o al menos más completa.Pero hay algo más. Creo que algo fundamental que un hombre de izquierdas debe saber es de dónde viene.

¿Que qué pinta Marx?.
Seguimos viviendo en un sistema basado en la diferencia de clases. Si bien es cierto que el desarrollo de los tiempos a derivado en un proletariado evolucionado económica y socialmente (en Europa); no ha ocurrido lo mismo en el plano cultural. Considero que la relativización a la que se ha llegado con la palabra "libertad" y en muchos casos "democracia" "constitución" es, cuanto menos, insultante, porque se suele aplicar en un contexto subjetivo que obedece a unos intereses que no abarcan también conceptos como "responsabilidad" o "respeto a la libertad de los demas", pero todo esto ya lo has dicho tú. Además, desde hace tiempo parece que hay una intencionalidad política por convencernos de que las garantías que la constitución otorga a los ciudadanos, son suficientes para igualarnos a todos en oportunidades... y en riqueza. Y no es así.Esta sea, quizás, la mejor constitución que ha tenido nunca este país, pero no es la biblia.

Durante estos últimos años de bonanza económica, ¿quién ha repartido los gajos de la mandarina?. ¿Por qué el discurso político de los últimos años se enquista en divagaciones y broncas mediáticas por temas como el estatut, la bandera, lo del rey y Chávez... Pero no se habla de sueldos congelados, de hipotecas asesinas y tipos de interés de usura, de becarios que resultan mano de obra regalada, de quinientos euristas.
Cuando estamos viendo los grandes beneficios que han obtenido los bancos, las constructoras que ahora, después de habernos vendido pisos de ensueño con "calefacción y aire acondicionado y piscina", se pasan al sector energético para que puedan ser ellos los que nos suministren esa energía. Yo no digo que haya que tomar el control de los medios de producción (aquí, en Europa, seguro que si fuera boliviano no pensaba lo mismo)
Pero coño Rober ¿Qué pasa con Marx?.

Réplica de Robert a Raguenó.

Me alegro que estés de acuerdo con el grueso de la entrada, aunque veo que te ha chocado uno de mis dos puntos últimos puntos. Creo que tienes razón de preguntarme por Marx, pues lo he referenciado muy a la ligera. Quizas, del mismo modo a un socialista católico le chocaría como despaché a dios, por lo tanto voy a matizar mis posturas respecto a los dos.


Dios (ahora sí en mayúscula porque es un título)

Creo firmemente en la libertad religiosa, a mi juicio, es una parte en realización cada persona que le concierne exclusivamente en un ámbito privado, y creo que nadie tiene derecho a meterse con el. Lo de ponerlo en minúscula es parafrasear una anecdota entre Juan Ramón Jiménez y Ramón Gómez de la Serna, J.R. en su última etapa escribia a dios en minúscula y De la Serna se enfadó mucho con él por eso.

Marx.

Marx fue un gran filósofo del siglo XIX, que ha servido de referencia a los partidos comunista y socialista en el siglo XX y XXI, muchas veces ha sido mal interpretado, y no voy a ser yo quien lo interprete en su contexto porque lo haría fatal.

Marx introdujo conceptos de los que tenemos que estar muy agradecidos, aunque personamente hay cosas de Marx de las que tengo dudas; En el estado utópico que propugnada, no contempla la competencia política, a mi juicio eso es fundamental, y creo que su marco político es demasiado estrecho para que todo el mundo pueda sentirse a gusto, por ejemplo, la libre empresa no me parece incompatible con un estado del bienestar.
Por supuesto estoy de acuerdo contigo en dos cosas; Esto lo digo desde Europa, en el siglo XXI, quizas si viviera en un país del tercer mundo, no concebiría lo que acabo de explicar y la segunda cosa es que no hemos llegado, ni por asomo, a una democracia utópica.

En definitiva, lo que quise dar a enterder en mi entrada, fue que en mi concepto de izquierda no se ciñe exclusivamente a las tesis de Marx. Entiendo que eso es polémico y, aunque me consta que tu no haces eso Raguenó, pensar diferente no debe dividirnos en rojos y menos rojos como hacen algunos radicales.

Espero haberte contestado adecuadamente.

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Wyoming comenta lo del rey y chávez



Que excelente disección del incidente. Para mi los culpables fueron estos, por este orden:

1º Chávez.- Por hacer hacer lo que precisamente estaba criticando, No Respetar. Los fascistas también se reservaban el derecho a responder en cualquier lugar a cualquier ataque que creyeran conveniente.

2º La Presidenta de Chile, Michelle Bachelet. Por no parar a tiempo el desafuero de Chávez.

3º El Rey de España, él no es nadie para mandar callar , el jefe del estado está supeditado a las decisiones del gobierno, y menos decir algo por su cuenta tuteando al hablar -cómo explicar que es costumbre borbona desde hace 400 años tutear a los súbditos, perdón, quería decir, a todo el mundo-. Así nos va, a golpe de corazón se nos olvida reflexionar.


Para mí, el que mejor estuvo fue Zapatero, dominó la situación calmando los ánimos y si el rey no hubiese sido protagonista Chávez estaría en peor sitio del que está.

El programa entero de Wyoming esta Aquí


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Los niños, los borrachos... y el presidente de Venezuela siempre dicen la verdad.


Es un bocazas, pero además es un político sin altura, demasiado acostumbrado al autobombo mañanero que le dispensa su propio canal de televisión. Y sin embargo no ha dicho ni más ni menos que lo que muchos pensamos; el problema es cómo lo ha dicho. El presidente Chávez debería saber, como representante de tantos ciudadanos, que la razón o la verdad que se pueda tener se pierde en la boca del necio, y él ha demostrado serlo una vez más, alimentando esa imagen totalitarista e imperiosa que hace las delicias de la prensa de derechas.
Su revolución necesita hombres serios e inteligentes, lo demás sobra, sr. Chávez.
Aplaudo la actuación del presidente del gobierno y comprendo el mosqueo del Borbón; como representantes de los españoles no podían hacer menos ante semejante falta de respeto.
La mejor forma de atacar al Principe de las Azores es relegarle al olvido, no hacerle cabecera de la actualidad política internacional. Y sobre todo no admito ese trato despótico al presidente de mi país....


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El Rey y Chavez :Hiela la Sangre.... Y todo por un mediocre

Texto:El País; Video :TVE

El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ha colmado hoy la paciencia del Rey don Juan Carlos. Mientras José Luis Rodríguez Zapatero intervenía en la Sesión Plenaria de la XVII Cumbre Iberoamericana, el presidente venezolano trataba de interrumpirle, insistiendo en sus descalificaciones al ex presidente José María Aznar, al que ha vuelto a llamar "fascista". Al ver que Chávez no callaba, el Rey, visiblemente enojado, ha espetado a Chávez, señalándole con la mano: "¿Por qué no te callas?"


Durante la última sesión plenaria de la Cumbre, en la que han intervenido todos los líderes latinoamericanos, Chávez ha insistido en sus críticas al ex presidente español y le ha vuelto a llamar "fascista". Zapatero entonces ha pedido la palabra para exigir, como ya había hecho esta mañana en una rueda de prensa, respeto para el ex presidente Aznar.

Zapatero ha recordado a Chávez que estaba en una mesa con gobiernos democráticos que representan a sus ciudadanos en una comunidad iberoamericana que tiene como principio esencial el respeto. "Se puede estar en las antípodas de una posición ideológica y no seré yo quien esté cerca de las ideas de Aznar, pero fue elegido por los españoles y exijo ese respeto", decía el presidente español. Mientras, Chávez ha intentado interrumpirle, reclamando su libertad de opinión, ante lo que el Rey, sentado cerca del mandatario venezolano, le ha espetado, señalandole con el dedo y en tono vehemente: "¿Por qué no te callas y dejas hablar?"

Tras el desencuentro, ha tomado la palabra el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, que también ha criticado a las empresas españolas, al igual que hizo Chávez ayer. Ante tanta crítica a España, el Rey ha decidido abandonar el plenario.

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Les archives secretes de la Wilhelmstrasse


En la sección de cartas de los lectores del número 105 de la revista " La aventura de la historia", encontré algo que me llamó la atención. Una de ellas hacía referencia a un artículo publicado anteriormente sobre "els fets de Maig"; los hechos de Mayo de 1937, un triste episodio de la guerra civil, preludio de lo que más tarde sería el hundimiento del Frente Popular.
En este artículo, su autor, Angel Viñas, dejaba entrever la hipótesis de una posible actuación de agentes franquistas como desencadenante de los hechos.
El lector en cuestión, se limita a proporcionar un elemento que hace esa hipótesis aún más creíble. Y es un elemento contundente.
Se adjunta un extracto perdido entre los informes de la Wilhelmstrasse, el Ministerio de Asuntos Exteriores alemán de Von Ribbentrop, firmados por el embajador alemán en Salamanca en 1937, Wilhelm Faupel, texto que me dispongo a transcribir.

"A propósito de los disturbios en Barcelona, Franco me ha dicho que los combates en las calles habían sido provocados por sus agentes. Nicolás Franco ha completado esta información indicándome que disponía en total de 13 agentes en Barcelona. Uno de ellos hace tiempo había hecho saber que la tensión entre anarquistas y comunistas en Barcelona era tan fuerte que se creía capaz de desencadenar la lucha en esta ciudad. El generalísimo me ha dicho que había dudado, al principio, de las informaciones de este agente, pero que las había hecho verificar por otras y que habían resultado confirmadas. Tenía primeramente la intención de no hacer uso de esta posibilidad hasta que las operaciones militares llegaran a Cataluña. Pero como los rojos habían atacado recientemente Teruel para ayudar al gobierno de Euskadi, había estimado el momento actual oportuno para desencadenar los alborotos en Barcelona.
De hecho, el agente en cuestión había logrado pocos días después de que recibiera la orden, provocar en las calles por tres o cuatro de sus hombres, ráfagas de tiros, que habían obtenido después los resultados deseados"

"Les Archives secretes de la Wilhelmstrasse, III, L'Allemagne et la guerre civile espagnole (1936-1939),edición francesa.
Paris, Plon,1952,pag.227"

No he tenido ocasión de leer el libro, entre otras cosas porque cuesta 120 eurazos, pero por si alguien tiene interés pueden encontrarlo en esta librería:

Farré, Llibreria Antiquària
Canuda, 24
08002 Barcelona
Telf.: 93 318 32 34
Fax:
www.libreriafarre.com
info@libreriafarre.com

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Ha ocurrido en Salamanca..

En http://www.guerraeterna.com he visto como mataban al presidente de los Estados Unidos.


"Vantage Point" Se estrena en febrero con Dennis Quaid, Sigourney Weaver, Forest Whitaker, el prota de Perdidos, William Hurt y Eduardo Noriega.

Guerraeterna.com Un blog muy recomendable. ;-)

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Después de las elecciones sindicales, a trabajar




Fue una larga jornada la de las elecciones de 5:00h a 4:00h del día siguiente, pero mereció la pena. UGT ha sido el sindicato más votado, tengo el honor de ser delegado sindical y es el momento de trabajar. Para mi, los objetivos son pequeños a corto plazo, pero van a ser una base que nos prepare para el futuro. ¡¡No los pongo aquí para que no me los copien!!

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Mañana, elecciones sindicales


Mañana se convocan, en la empresa en la que trabajo, elecciones sindicales. Yo me presento,por primera vez, en la lista de UGT y tengo posibilidades de salir como delegado. Para mí es un honor, el poder participar en un proceso en el que creo. Los sindicatos son una institución compuesta por trabajadores, con la labor de representarlos en defensa de sus intereses. Casi nada. Y entonces por qué están tan denostados por los propios trabajadores, por qué hacen diferencias entre ellos y sus representantes, si unos surgen de los otros.

- !Los sindicatos son tal y cual¡ - Me dicen los compañeros.
-¿ Y que haces tú para que no pase eso?- Les pregunto yo.
- Yo "nada", para no conseguir "nada", porque los que mandan en los sindicatos no te dejan hacer "nada".
- ¿Es necesario tener éxito para contribuir en un sindicato con tu trabajo y pensamiento? - Yo no sabía eso, ¿Pero la alternativa es esa? Ir a la deriva de las decisiones de los que han contado contigo.
- ¿Pero si no han contado conmigo? ¿Qué chorrada es esa?
- Han contado con lo que más les favorecía de ti. ¡Con tu desánimo! . Tú has tomado, en tu quietismo, la decisión de contribuir a un sistema que tiene en tu desilusión su mayor perversión.


Este tipo de conversaciones las he tenido a docenas durante estos días, y la verdad, a pocos he convencido. El poder de la acción es mayor cuando la acción pervive sin la necesidad de éxito, esa acción se convierte en un triunfo en sí misma, por eso me presento en las listas, porque no dependo de ello, y me convierto en cimiento de mis ideas, de las ideas de mi sindicato en el
estado más puro, el de la defensa de los intereses de los trabajadores. Una acción que contribuye al modelo de sindicato en el que creo, y que como poco, ocupará una parte del sitio, aunque sea minúsculo, del modelo de sindicato que no quiero.

Este razonamiento, me lo echaría por tierra un Nietzchemaniaco (perdón por la redundancia), a él y a todos vosotros sólo os puedo emplazar en este mismo blog dentro de cuatro años, para tener un debate con argumentos SINCEROS de hechos a favor o en contra de mi acción, irónicamente, me conformo que la verdad del consenso me salve. Suerte Raguenó.


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Los Vencedores de Negrín


Este libro lo hemos leído los dos contribuyentes del Blog y lo vamos a comentar a dos bandas. Es el testimonio de Edmundo Domínguez Aragonés, Comisario Inspector del Ejército de Centro de la República Española.





Por Raguenó:




“En España, la competencia entre los partidos políticos y
organizaciones sindicales avanzadas, creó un estado de conciencia revolucionaria muy exaltado, necesario e indispensable para hacer la
revolución social; pero,
en los azares y vicisitudes de la lucha, se quebraron quienes utilizaron la
demagogia con el único propósito de no perder su influencia entre las masas
populares y proletarias”


Dentro del conjunto de vicisitudes a las que se tuvieron que enfrentar los distintos gobiernos republicanos, el golpe de estado del coronel Casado, catalizador del principio del fin para miles de mujeres y hombres, es un hecho que la gente de izquierdas de este país no debería obviar.

Edmundo Domínguez, militante socialista y miembro destacado de UGT, nos
muestra un retrato pormenorizado, con una mirada subjetiva, propia de la
decepción, la impotencia y el reproche, aunque no por ello carente de
globalidad.


La pregunta que puede servir de hilo conductor se plantea en los siguientes
términos ¿Qué puede llevar a un ejército de 700.000 hombres a la desmoralización y el abandono de los puestos frente al enemigo, en apenas unos días?



Por las descripciones que ofrece el autor, el gobierno, a pesar de los reveses provocados por el enorme desequilibrio existente entre ambos bandos y sus propias luchas internas, mantenía una fuerza considerable, que no consistía ya en las primitivas milicias sino en un ejército regular, con recursos, no abundantes pero suficientes, para seguir plantando cara a las
tropas fascistas.

Un ejército fogueado con una disciplina y una moral alta, por la labor, entre otros, de los comisarios.

Domínguez afirma que la desmoralización no vino desde primera línea, sino que
atacó a los estamentos más altos del ejército.

En algunos militares pudo más el miedo y el cansancio que los ataques febriles de coherencia y honor que les habían conducido hasta allí. Y se erigieron como garantes de la paz y de una rendición honorable, basada en la reconciliación y el respeto a los derrotados… o al menos eso fue lo que dijeron. Pero antes debían socavar la base de la resistencia, representada en su máximo exponente por el presidente del gobierno, Juan Negrín, socialista, pero que marca una línea común con los comunistas, partido que se ha
comprometido en la idea de resistencia antifascista.

No pueden hacerlo solos. La política claramente favorecedora de Negrín hacia
los comunistas, crea envidias y roces con otros sectores del Frente Popular;
los anarquistas, que sienten peligrar su influencia entre las masas,
reivindican mayor grado de participación. Casado, focalizando todos los males
en la persona de Negrín, se los lleva al huerto. También afloran las
rencillas partidistas entre miembros del propio partido del gobierno, el PSOE
y la UGT, con la adhesión de algunos partidos republicanos burgueses. El
resultado es un golpe de estado y la creación de un Consejo que procede a
eliminar cualquier elemento que pueda entorpecer una negociación de paz, y
eso incluye al gobierno y a su presidente.

Uno de los datos más reveladores es la influencia que la embajada de
Inglaterra tuvo en el proceso de rendición; según el autor, funcionarios de
la embajada británica en Madrid actuaron como intermediarios entre los
golpistas y el alto mando fascista. Domínguez muestra sus sospechas de
connivencia con el enemigo por parte de Casado, y denuncia la detención de
comunistas y progubernamentales como un regalo de buena voluntad hacia
Franco. Cualquier cosa por la paz.

Pero Franco no quería la paz; Franco quería la victoria. Y el pueblo español
pagó por su ingenuidad.

Personalmente creo que la idea de la resistencia tenía una lógica basada en
la inminencia de la II Guerra Mundial; un conflicto que embarcaría por fin a
los países que, desde la barrera de la No Intervención, observaban el devenir
de una democracia por la que habían demostrado poco interés, por no decir
aversión.

Ahora bien, desde un punto de vista moral ¿Tuvo legitimidad la acción de los
golpistas, entre los que destaco a los líderes obreros, en aras de la tan
ansiada “paz” ¿Debería el pueblo español seguir sacrificándose en un empeño
tan incierto?

A la primera pregunta digo: ¡NO!. Un no rotundo. A la segunda:…no lo sé. Es
una pregunta que me niego a contestar pues creo que la respuesta solo está en
boca de quienes soportaron aquella tragedia. Pero lo cierto es que gracias a
estos señores, ese sacrificio perdió todo sentido.

En cualquier caso, recomiendo este libro a todo el que quiera conocer más
sobre el tema. Es una obra bien estructurada, emotiva y de una lectura agradable.
Y sobre todo, revela una intención didáctica propia de un hombre derrotado
pero no vencido; un recordatorio que saca a la palestra las diferencias,
políticas y personales, que sirven para debilitar a las fuerzas progresistas
y democráticas frente a las filas prietas de la derecha.




Por Robert:





Hace cuatro años que leí este libro y no lo pude disfrutar como se
merecía, porque en él se nombraban personajes de los que nunca había
escuchado nada, pero aun así me gustó, ahora con una segunda lectura, le he
podido sacar muchos más matices. Edmundo Domínguez Aragonés cuenta, en una estructura de diario, los últimos meses de la República Española, el golpe de
Segismundo Casado y su peripecia personal para poder salir de España al
exilio.





Yo por lo general suelo recomendar libros para que la gente los lea y pueda sacar sus propias conclusiones, pero la dificultad de encontrar este en librerías –aunque tengo la seguridad que para cuando leas este artículo, “Los Vencedores de Negrín” se podrá bajar del emule - , y el formato en el que mi compañero Raguenó y yo lo vamos a tratar, es posible que me tenga que extralimitar en mi costumbre, pero esto va a ser, más que para defender , para recuperar del olvido las actitudes y las decisiones de las personas que defendieron la República y que les tocó vivir los momentos más espectaculares, más interesantes y más amargos de la historia de España.

Para eso voy a hacer una breve reseña de la persona de Negrín, puesto que en la Wiki contiene una biografía Piomoista. Aunque hay muchos más protagonistas como Julián Besteiro, Wenceslao Carrillo (padre de Santiago C.),Largo Caballero, Indalecio Prieto, General Miaja, General Barceló, Cipriano Mera, Manuel Azaña , por no hablar de los comunistas como Pasionaria, Lister...

Juan Negrín, fue el último presidente del gobierno de la República de España,
Doctor en fisiología y medicina, conocedor de varios idiomas (alemán, francés
e inglés) , fue el maestro de entre otros, Severo Ochoa. Su actitud decidida
de resistencia a toda costa no fue comprendida por muchos compañeros del
Partido Socialista, al que le acusaron de plegarse a los comunistas, una acusación contradictoria con la tradición de la que provenía, Negrín procedía del ala más moderada del partido socialista, la de Indalecio Prieto . Pero no cabe duda que la República, con la llegada de Negrín y con la ayuda de los comunistas , mejoró en organización, y lo que es más importante desde el punto moral, tenía un plan estratégico; “Los trece puntos de Negrín”.


A Negrín se le reprocha el haberse apoyado en los comunistas para continuar la guerra, pero no le quedó más remedio. Las democracias
occidentales, con Inglaterra a la cabeza, y su comité de no intervención, que no dejaba comprar armas a la república, pero si permitían que Italia y sobre todo Alemania dejaran a Franco, aviones, armas y soldados, sin pagar ni un duro, de hecho, es conocida la anécdota de que Franco terminó de pagar la
ayuda Italiana en los años 60, mientras a la república, la ayuda que recibía de México y de Rusia era al contado y por adelantado. En el contexto internacional España no fue más que un conejillo de indias para las naciones
fascistas y una nación sacrificable, para las democracias occidentales, en pro de una paz mundial que era utópica.


Pero estas condiciones iniciales no eran controlables para la gente que, con todas sus fuerzas luchó para que la democrácia perviviera en España, una doble lucha en realidad, porque aparte de combatir contra la dictadura fascista que se avecinaba, también tuvo que hacer frente a conatos revolucionarios anarquistas (p.e sucesos de Barcelona en 1937) y nacionalistas (p.e. El lendakari Aguirre no dió su apoyo a la república hasta no conseguir el estatuto Vasco), que no hicieron más que agravar la situación.


En este contexto, Edmundo Domínguez Aragonés, que fue Vicepresidende de la UGT y Comisario Inspector del Ejercito del Centro de la República Española, describe su experiencia personal de los últimos meses de la república, de una manera sincera. Para él, las causas de la derrota que se podían controlar desde la parte republicana eran; divisiones internas del frente popular, desmoralización de la población, el anticomunismo de muchos compañeros socialistas, el papel revanchista de los anarquistas en el golpe de Casado, mezquindades y desconfianzas que eran evitables para Edmundo Domínguez . Que además estaba de acuerdo, con las tésis comunistas de evacuar soldados y armas de la zona centro apunto de caer, hacia levante para resistir el tiempo necesario para enlazar con la guerra mundial que se avecinaba. Estas consideraciones, para mi no eran viables, porque después de 31 meses de guerra civil, las adversidades eran demasiado grandes para cualquier democracia, y menos con tanta pluralidad y polarización, como la de la República Española.


Al final del relato, Domínguez hace públicas tres cartas que escribió en diferentes fechas de su exilio, donde recoge su desilusión por las actitudes que tuvieron los dirigentes de su partido, el PSOE.




Cuando leo partes cruciales de la República, me viene a la cabeza esta frase de Tusell


“…En suma, bien puede decirse que la sociedad española, a la altura de 1930, era lo suficientemente moderna como para tener una democracia pero no lo bastante como para que fuera estable.”

Javier Tusell - Historia de España en el siglo XX Vol.2


Que quizás sea la reducción de la historia de la II República más acertada, una historia que contiene millones de historias apasionantes, pero que sin duda, merecían la pena intentar,conseguir,defender y en definitiva ... vivir.






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EL PRIMO


Rajoy tiene un primo que se dedica a juntar a los mejores expertos para ver si le pueden asegurar el tiempo que va a hacer al día siguiente en Sevilla, de lo cual la única deducción lógica que sacamos es que a la familia de Rajoy le preocupa el tiempo que hace en Sevilla. Bueno, pues vale.
Ojalá fuera tan simple.
Muchos pensarán que las declaraciones de Rajoy son, aparte de una frivolidad manifiesta, un suicidio electoral ¡Ay, Mariano! ¡Mira que no aprovechar la catástrofe que puede suponer el cambio climático! ¡Con lo catastrofista que eres tú y resulta que esto no es más que un problemilla menor! ¡Que no cuela, Mariano!
Sus palabras parecen una autentica declaración de intenciones. Es un mensaje tranquilizador a los amiguetes del sector energético; es un mensaje a los constructores (y banqueros, que tanto monta...), a los caciques o a cualquiera que pueda ver amenazados sus intereses, por las medidas proteccionistas que cualquier gobierno responsable pudiera aplicar.
En España, durante los últimos años han proliferado los espabilaos que, haciendo de su capa un sayo, han hecho mucha pasta pasándose por el forro cualquier tipo de legislación medioambiental (vamos a ser los primeros en litorales alicatados, por poner un ejemplo), y esos espabilaos también son electorado, y además ponen pasta para las campañas electorales.
A ver si va a resultar que el primo de Rajoy es El Pocero.

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Un hombre, un voto. Artículo de Javier Cercas


Este domingo Javier Cercas escribe un argumentario existencialista contra la abstención en las elecciones, del que estoy totalmente de acuerdo. Quizás yo compararía al abstencionista, con el niño de pocos años al que sus padres le obligan a hacer algo que no quiere, pero que aunque es por su bien, en vez de reflexionar y hacerlo, se autolesiona clavándose la uñas en la cara, para hacer rabiar a sus padres y obtener la victoria moral sobre ellos, de hacer su voluntad.
La abstención: ¿Realmente es un problema de responsabilidad individual o un problema colectivo, donde los mayores culpables son los políticos? Mi opinión es que si lo tratas estadísticamente el responsable, está claro, que es político. Pero cada uno también tendría que ser consecuente con la vida que lleva en sociedad, y ser un ciudadano completo, y que aparte de pagar impuestos tambien tiene que preocuparse de que el sistema no se degrade, para que siga defendiendo, o habría que decir, consiga defender su propia libertad individual. Intentaré escribir algo más extenso próximamente.

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El germen del fascismo

Tiempos de radicalismo impenitente, estos que vivimos. Radicals to left, radicals to the right, let´s go.
Imágenes de reyes foráneos convertidas en cenizas; patrias rojigualdas, más rojis y más gualdas que nunca. Independentistas cerriles, ruido mediatico, simpleza de criterio, desconocimiento de la historia y rencor secular; un marco perfecto para vivir en armonía. Me encanta.
Y tú en medio, como el jueves.
Tú, ciudadano progresista, que tuviste la suerte o desgracia de nacer en la vieja Castilla comunera ¿quién eres?
Te dices español, pero no te identificas con los simbolos secuestrados. Te dices republicano, pero no sientes aversión por la persona de Juan Carlos. Te encuentras a gusto en Lérida, en Donosti, en Lugo o en Vallecas, y perpetras el impúdico acto de no hacer exaltación de tu orgullo endémico ante público de otros lares. Ya te vale, mal español.
¿De quién eres tú que te niegas a ser de nadie? ¿Hacia dónde vas, si no sabes de donde vienes?
¿O sí que lo sabes?
Sabes que perteneces a un conjunto. Sabes que ese conjunto, un día decidió ponerse de acuerdo y establecer unas reglas de juego, basadas en el respeto a la diferencia. Sabes que esas diferencias no son fruto de los desvarios segregacionistas de algun iluminado gafotas, de frente amplia y bigote espeso, sino de una idiosincrasia tan arraigada en los pueblos de la peninsula que se pierde en el tiempo; una predisposición natural a la variedad que solo pudo ser domada a base de cruz y espada.
Sabes que en Cataluña, Castilla, Euskadi, Galicia, Valencia, Andalucía… existe un montón de mujeres y hombres que, como tú, se levantan todos los días a las seis de la mañána, y se ganan la vida con su trabajo, con su esfuerzo; y con su esfuerzo superan los miles de problemas cotidianos que la rutina pone en su camino; gente que ama y sufre, ríe y llora con acento diferente pero por motivos similares.
Sabes que la historia de los países la hace siempre el pueblo, los ciudadanos; y como ante todo te sientes ciudadano, no renuncias a esa historia, aunque solo sea para tener algun sitio donde volver la cabeza cuando el futuro se presenta incierto.
Sabes que esas diferencias, esas “singularidades culturales e historicas”, inapelables, inamovibles, que los distintos nacionalismos tanto se empeñan en evidenciar, solo sirven a los intereses de aquellos que no reconocen más patria que el poder; los que ocultan su falta de moral, ejerciendo siempre su juicio inapelable sobre la moral de los demas, martillo de rojos, herejes y maricones; son los que evaden impuestos; son los que quieren privatizar el estado; son los que no han conseguido calmar su odio; son los que quieren combatir al enemigo con sus armas, y en su simpleza se acaban convirtiendo en el enemigo mismo; son los desheredados que en su miseria se agarran a la falacia del nacionalismo para sentirse parte de algo más grande, algo que dé, por fin, sentido a su vida vacía.

Sí, realmente creo que sabes más de lo que dices.

Eres español por que así te define el texto por el que te conduces, que no fue escrito por inspiración divina sino por consenso ciudadano. Eres castellano porque te sientes orgulloso de pertenecer a la casta de padillas, bravos y maldonados. Eres madrileño porque tus raices se hunden profundas en la ciudad que una vez se erigió como tumba del fascismo.
Y no necesitas letra para tu himno. Llevar hasta la exaltación el simbolismo que representa la bandera de un país solo es imprescindible para los que necesitan reafirmar su identidad nacional continuamente, seguramente para paliar su más que evidente escasez de identidad personal.
Eres español que no españolero, catalán sin barretina, gallego sin mar y vasco de adn impuro. Eres el sepulturero de esa España de charanga y pandereta, cuyo advenimiento preconizó Machado. Eres, por fin, un ciudadano y no un subdito. Por eso el germen del fascismo no puede crecer en ti. No debe crecer en ti.

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El Imperio de lo Efímero


El Imperio de lo Efímero es un libro de Gilles Lipovetsky de 1986. Es un ensayo sobre como se crea una sociedad que admite la moda como expresión de libertad individual, cosa que ha pasado en pocas veces a lo largo de la historia, y de como influye la moda en los distintos estamentos de la sociedad moderna. Sin ser muy reflexivos, parece que la opinión que tiene que tener una persona sensata sobre la moda a de ser siempre negativa, pero ¿A quien le gustaría vivir en una sociedad que censurara la moda? ¿Moda es modernidad? ¿Y si es tan importante para la humanidad la moda como la rueda, por qué se la ignora desde la intelectualidad? Todas estas preguntas tienen su respuesta en el libro de Lipovestky. Yo tengo que reconocer que pensaba que un libro de hace 20 años sobre algo tan efímero como la moda, iba a estar desfasado, pero no lo está . ¡en absoluto!. Un libro muy recomendable para la gente que seduce a gente. ¿Todos?. Gracias Robot Explicitador por este regalo.

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LA MEMORIA PREHISTÓRICA

Por fin. Por fin tiemblan los nombres de los generales en las calles. Algo se mueve en las fosas comunes. Por fin crece la hierba en las tapias de los cementerios. En la tierra sin consagrar. Por fin comienzan a cerrarse las cicatrices de la historia. A cerrarse, a recogerse en brazos de la justicia como un niño en los brazos de su madre. Y la sangre se irá, como dijo Miguel, por fin a cada lado.
No se trata de buscar venganza. Se trata de reivindicar su memoria precisamente para poder pasar página. Y digo “pasar” y no “cerrar” ¿Acaso se ha cerrado ya en nuestra historia la página de la batalla de Lepanto? Claro que esta parte de nuestro pasado (la de la guerra civil, digo) es más delicada; después de todo, Lepanto fue una batalla victoriosa contra el moro malo, y la guerra civil, una vergüenza, y además reciente.
Y precisamente para no volver a cometer semejante barbaridad tendremos que volver los ojos hacia allí siempre que sea necesario.
Dicen que la nueva ley reabre heridas ¿acaso se cerraron alguna vez?
Dicen que la nueva ley divide a los españoles; ¿por qué cada vez que algo se sale de sus esquemas, estos señores de siempre se empeñan en hablar de división del país, proyectando una visión apocalíptica del futuro? ¿Tanto lo temen?
No es la venganza sino el derecho, lo que mueve a los familiares de las víctimas a reivindicar su memoria. Y no es afán electoralista lo que mueve a los partidos políticos que la apoyan (al menos no debe serlo) sino compromiso y responsabilidad con su electorado.
Puedo entender que el PP no quiera que se remueva el pasado, lo que no puedo soportar es que me quieran hacer tragar un cinismo que bordea la indecencia.
Su versión ha sido impuesta a tres generaciones de españoles, hasta quedar grabada en nuestra propia identidad, de tal manera que un vecino del distrito de Latina, en Madrid, se puede escandalizar por la ley de memoria histórica, sin dar importancia al hecho de que lleva treinta años viviendo en la calle General Millán Astray.
Todavía surge la controversia cuando de eliminar un símbolo franquista se trata; existen ayuntamientos que lucen orgullosos bustos del dictador.... y resulta que los que reabren las heridas son las familias que llevan años aguantando la ignominia, el olvido y la falta de respeto de un país para con sus familiares; unas mujeres y unos hombres que, no lo olvidemos, LUCHARON Y MURIERON POR DEFENDER LA DEMOCRACIA ¡Tiene cojones!.
El PP se empeña en derivar la atención de los ciudadanos hacia una supuesta “intencionalidad electoralista” por parte de la izquierda. Otra maniobra muy suya: ¡la mano negra del comuninmmo y la masonería internacional ataca de nuevo! ¡Uhhh! Lo suyo de la banderita y el himno (por no hablar la AVT) no lo es ¡mira tú que curioso! ¡Ay, Señor! “Se cree el ladrón…”
En algún archivo polvoriento (porque no creo ni que hayan tenido la intención de pasarlo a un banco de datos) figura un nombre de mujer: MLRM, y junto a su nombre una condena a muerte conmutada y un informe que dice que es una criminal, traidora a su país. También debe haber un certificado,una nota adjunta de la defunción de un niño de un año, muerto durante su estancia en la cárcel. Esa mujer me ha cogido en sus brazos, me ha cuidado, me ha querido y me ha dado tanto cariño como solo sabe dar una abuela a su nieto. Este es solo un caso entre miles, pero es el mío. Y me niego a que se intente mantener ese atentado al honor y a la persona de mi abuela.
Sr. Rajoy: Quisiera poder mirar la bandera de mi país, esa misma que estedes parecen haber adoptado en exclusiva, y sentirme realmente representado por ella, pero creo que mientras usted siga empeñado en mantener la infamia sobre el nombre mis abuelas, que son cientos, que son miles, la última franja de esa bandera, ante mis ojos, seguirá siendo morada. ¿Acaso puede ser de otra forma?.

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ETA asesina, PP Intransigente


ETA ha vuelto a atentar. Asesinos que se acercan una vez más al primitivismo salvaje del más intransigente fascista, etarras que avergüenzan al País Vasco y a la humanidad entera al querer solucionar sus problemas de la manera más cobarde posible.

Pero en todo este proceso hasta llegar hasta aquí, recordaré quien a ayudado y quien, con su intransigencia a hecho todo lo posible para que no se pueda solucionar nada. Con solucionar, me refiero exclusivamente a que cese la violencia, no a que nadie renuncie a pedir la independencia, ni que se renuncie a hacer consultas a un pueblo como quiere el PP, pero ETA lo pone cada vez más difícil porque elegir entre asesinos obtusos etarras y los intransigentes fanáticos de derecha, la gente que como yo, pone por encima de todo el derecho a la vida, y que afortunadamente es la gran mayoría, sólo puede ponerse en contra de los asesinos.
Echando todo a perder, una vez más los radicales se salen con la suya, los fanáticos de los dos bandos contentos y felices porque justifican su intolerancia y su odio a la humanidad apagando el fuego con gasolina, y el resto, en medio, impotentes, sufriendo las guerras por sus intereses. Mierda para los dos, pero mucho más para ETA.

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VideoDrome- Mi infancia son recuerdos



Erase una vez, un país que había conseguido, por primera vez en su historia, un régimen democrático, laico y con amplias perspectivas de justicia social para sus ciudadanos.
Pero los sectores más reaccionarios de la iglesia ,el dinero y el ejercito no pudieron admitir que el país de súbditos se convirtiera en un país de ciudadanos, los esclavos de la industria y el campo, en trabajadores, o los ignorantes analfabetos, en personas conscientes.
Los capitalistas y latifundistas pusieron el dinero, la iglesia su bendición y unos cuantos mandos militares, pusieron la estrategia y la ejecutaron, o quizás habría que decir que la perpetraron, pues el golpe de estado fue un fracaso y se convirtió en una guerra civil que duró tres años.
Tras la sangrienta guerra fratricida, el país del cuento, sufrió un largo periodo de represión que le sumió en una época tal de oscuridad, tristeza y miedo que sólo la perspectiva inocente de la infancia dejaba entrever algún resquicio de futuro. Videodrome - Gregorio Parra - Radio 3.

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¡Viva la República Federal! o Mister Witt en el Cantón,

Con ese grito muchas ciudades de España se establecieron en cantones en 1873, y también de paso, puso en evidencia al gobierno de la primera República española. Este es el marco para la novela "Mister Witt en el Cantón" de Ramón J. Sender, que con maestría expone las tribulaciones un inglés, casado con una española, Milagritos, durante la revolución cantonal. Esta novela fue Premio Nacional de Narrativa en 1935 y sus características son un estilo y unos componentes narrativos muy avanzados para la época; elementos psicológicos de los personajes y una narrativa fresca y clara, que con autenticidad, expone los hechos sin que el autor se haga notar.

Cuentan que, Sender se la dictó a su mujer Amparo en 23 días, para poder llegar a tiempo a su publicación, y que no llegó nunca a leer el episodio nacional de Galdós, de "De Cartago a Sagunto", donde narra la Revolución Cantonal, para no influenciarse en la narración. Ramón J. Sender es un autor con muchas aristas, facetas y anécdotas que son dignas de estudiar, estoy seguro que él no estaría de acuerdo con esto último.
Os recomiendo una entrevista, que está colgada en la mula, de 1975, cuando volvió del exilio a España, en esa entrevista a Sender se le saltaban las lágrimas recibiendo los halagos del entrevistador sobre su obra, algo que desde luego no se esperaba.

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Sánchez Dragó reconoce que le escriben los libros


Ademas de no escribir sus libros, queda como un pelota de cuidado.
HORA SABIENDO LA VERDAD, A LO MEJOR ME LO COMPRO................... QUE NO.. QUE ES BROMA

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Videodrome-Programa de Radio 3


Gregorio Parra se inventa un modo de transmitir cultura con algo que es común a todas las clases de la sociedad, el cine. Parece increíble, pero, ya han pasado 5 años de la última emisión de este programa de radio 3. El saber que los programas se pueden encontrar en la red con el emule, ha sido unas de las alegrías de este verano, ¡para luego se metan con la mula!

Muchas Gracias radiotres.org por rescatar los programas de Radio 3. Ánimo !No estáis solos!

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Vergüenza de una Nación.

Así queda el mapa de una materia que debiera ser tratada como una ciencia y no como un poder de influencia.

Niños malos juegan con fuego,
mientras sus padres ciegos,
bastante tienen con sobrevivir
y traer comida a sus hijos...

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Llega el diario Público.

Llega el diario Público. El anuncio es muy cañero.... fuck Bush..



Según escolar.net ya lo han censurado en "Autocontrol"-una asociación de publicidad..... + info en http://publico.es/ .... próximamente.

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Los Planetas-Corrientes circulares en el tiempo

Un amigo y yo estuvimos en Fuenlabrada este viernes viéndolos , estuvieron grandiosos.



Una vez, si mal no recuerdo
me tenias en la punta de los dedos
en secuelas de los viejos dias
que estaran conmigo el resto de mi vida
Me quede dormido un momento
y los valles se cambiaron por desiertos
por obra y gracia de
el que controla el firmamento
el que decide que
me he perdido en corrientes circulares en el tiempo
el que transforma los diamantes en quejidos y lamentos
el que se encarga de que salgas y que yo me quede dentro.

Asustado, sientiendome enfermo
como una temporada en el infierno
Intentando ver una salida
encontrando mas problemas todavia
todo esto que jamas podre comprender
lo que obtuve a cambio de intentar hacerlo bien
si solo es para mi, quiero mi parte de lo bueno
quiero que estes aqui
quiero tenerte dando vueltas a mi lado todo el tiempo
en nueve orbitas concentricas y yo estar en el centro
si no es mucho pedir
pero es lo menos que merezco

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El existencialismo es un humanismo-Jean-Paul Sartre


Quisiera defender aquí el existencialismo de una serie de reproches que se le han formulado.
En primer lugar, se le ha reprochado el invitar a las gentes a permanecer en un quietismo de desesperación, porque si todas las soluciones están cerradas, habría que considerar que la acción en este mundo es totalmente imposible y desembocar finalmente en una filosofía contemplativa, lo que además, dado que la contemplación es un lujo, nos conduce a una filosofía burguesa. éstos son sobre todo los reproches de los comunistas.
Se nos ha reprochado, por otra parte, que subrayamos la ignominia humana, que mostramos en todas las cosas lo sórdido, lo turbio, lo viscoso, y que desatendemos cierto número de bellezas risueñas, el lado luminoso de la naturaleza humana; por ejemplo, según Mlle. Mercier, crítica católica, que hemos olvidado la sonrisa del niño. Los unos y los otros nos reprochaban que hemos faltado a la solidaridad humana, que consideramos que el hombre está aislado, en gran parte, además, porque partimos —dicen los comunistas— de la subjetividad pura, por lo tanto del “yo pienso” cartesiano, y por lo tanto del momento en que el hombre se capta en su soledad, lo que nos haría incapaces, en consecuencia, de volver a la solidaridad con los hombres que están fuera del yo, y que no puedo captar en el cogito.
Y del lado cristiano, se nos reprocha que negamos la realidad y la seriedad de las empresas humanas, puesto que si suprimimos los mandamientos de Dios y los valores inscritos en la eternidad, no queda más que la estricta gratuidad, pudiendo cada uno hacer lo que quiere y siendo incapaz, desde su punto de vista, de condenar los puntos de vista y los actos de los demás.
A estos diferentes reproches trato de responder hoy; por eso he titulado esta pequeña exposición: El existencialismo es un humanismo. Muchos podrán extrañarse de que se hable aquí de humanismo. Trataremos de ver en qué sentido lo entendemos. En todo caso, lo que podemos decir desde el principio es que entendemos por existencialismo una doctrina que hace posible la vida humana y que, por otra parte, declara que toda verdad y toda acción implica un medio y una subjetividad humana. El reproche esencial que nos hacen, como se sabe, es que ponemos el acento en el lado malo de la vida humana. Una señora de la que me acaban de hablar, cuando por nerviosidad deja escapar una palabra vulgar, dice excusándose: creo que me estoy poniendo existencialista. En consecuencia, se asimila fealdad a existencialismo; por eso se declara que somos naturalistas; y si lo somos, resulta extraño que asustemos, que escandalicemos mucho más de lo que el naturalismo propiamente dicho asusta e indigna hoy día. Hay quien se traga perfectamente una novela de Zola como La tierra, y no puede leer sin asco una novela existencialista; hay quien utiliza la sabiduría de los pueblos —que es bien triste— y nos encuentra más tristes todavía. No obstante, ¿hay algo más desengañado que decir “la caridad bien entendida empieza por casa”, o bien “al villano con la vara del avellano”? Conocemos los lugares comunes que se pueden utilizar en este punto y que muestran siempre la misma cosa: no hay que luchar contra los poderes establecidos, no hay que luchar contra la fuerza, no hay que pretender salir de la propia condición, toda acción que no se inserta en una tradición es romanticismo, toda tentativa que no se apoya en una experiencia probada está condenada al fracaso; y la experiencia muestra que los hombres van siempre hacia lo bajo, que se necesitan cuerpos sólidos para mantenerlos: si no, tenemos la anarquía. Sin embargo, son las gentes que repiten estos tristes proverbios, las gentes que dicen: “qué humano” cada vez que se les muestra un acto más o menos repugnante, las gentes que se alimentan de canciones realistas, son ésas las gentes que reprochan al existencialismo ser demasiado sombrío, y a tal punto que me pregunto si el cargo que le hacen es, no de pesimismo, sino más bien de optimismo. En el fondo, lo que asusta en la doctrina que voy a tratar de exponer ¿no es el hecho de que deja una posibilidad de elección al hombre? Para saberlo, es necesario que volvamos a examinar la cuestión en un plano estrictamente filosófico. ¿A qué se llama existencialismo?
La mayoría de los que utilizan esta palabra se sentirían muy incómodos para justificarla, porque hoy día que se ha vuelto una moda, no hay dificultad en declarar que un músico o que un pintor es existencialista. Un articulista de Clartés firma El existencialista; y en el fondo, la palabra ha tomado hoy tal amplitud y tal extensión que ya no significa absolutamente nada. Parece que, a falta de una doctrina de vanguardia análoga al superrealismo, la gente ávida de escándalo y de movimiento se dirige a esta filosofía, que, por otra parte, no les puede aportar nada en este dominio; en realidad, es la doctrina menos escandalosa, la más austera; está destinada estrictamente a los técnicos y filósofos. Sin embargo, se puede definir fácilmente. Lo que complica las cosas es que hay dos especies de existencialistas: los primeros, que son cristianos, entre los cuales yo colocaría a Jaspers y a Gabriel Marcel, de confesión católica; y, por otra parte, los existencialistas ateos, entre los cuales hay que colocar a Heidegger, y también a los existencialistas franceses y a mí mismo. Lo que tienen en común es simplemente que consideran que la existencia precede a la esencia, o, si se prefiere, que hay que partir de la subjetividad. ¿Qué significa esto a punto fijo?
Consideremos un objeto fabricado, por ejemplo un libro o un cortapapel. Este objeto ha sido fabricado por un artesano que se ha inspirado en un concepto; se ha referido al concepto de cortapapel, e igualmente a una técnica de producción previa que forma parte del concepto, y que en el fondo es una receta. Así, el cortapapel es a la vez un objeto que se produce de cierta manera y que, por otra parte, tiene una utilidad definida, y no se puede suponer un hombre que produjera un cortapapel sin saber para qué va a servir ese objeto. Diríamos entonces que en el caso del cortapapel, la esencia —es decir, el conjunto de recetas y de cualidades que permiten producirlo y definirlo— precede a la existencia; y así está determinada la presencia frente a mí de tal o cual cortapapel, de tal o cual libro. Tenemos aquí, pues, una visión técnica del mundo, en la cual se puede decir que la producción precede a la existencia.
Al concebir un Dios creador, este Dios se asimila la mayoría de las veces a un artesano superior; y cualquiera que sea la doctrina que consideremos, trátese de una doctrina como la de Descartes o como la de Leibniz, admitimos siempre que la voluntad sigue más o menos al entendimiento, o por lo menos lo acompaña, y que Dios, cuando crea, sabe con precisión lo que crea. Así el concepto de hombre, en el espíritu de Dios, es asimilable al concepto de cortapapel en el espíritu del industrial; y Dios produce al hombre siguiendo técnicas y una concepción, exactamente como el artesano fabrica un cortapapel siguiendo una definición y una técnica. Así, el hombre individual realiza cierto concepto que está en el entendimiento divino. En el siglo XVIII, en el ateísmo de los filósofos, la noción de Dios es suprimida, pero no pasa lo mismo con la idea de que la esencia precede a la existencia. Esta idea la encontramos un poco en todas partes: la encontramos en Diderot, en Voltaire y aun en Kant. El hombre es poseedor de una naturaleza humana; esta naturaleza humana, que es el concepto humano, se encuentra en todos los hombres, lo que significa que cada hombre es un ejemplo particular de un concepto universal, el hombre; en Kant resulta de esta universalidad que tanto el hombre de los bosques, el hombre de la naturaleza, como el burgués, están sujetos a la misma definición y poseen las mismas cualidades básicas. Así pues, aquí también la esencia del hombre precede a esa existencia histórica que encontramos en la naturaleza.
El existencialismo ateo que yo represento es más coherente. Declara que si Dios no existe, hay por lo menos un ser en el que la existencia precede a la esencia, un ser que existe antes de poder ser definido por ningún concepto, y que este ser es el hombre, o como dice Heidegger, la realidad humana. ¿Qué significa aquí que la existencia precede a la esencia? Significa que el hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo, y que después se define. El hombre, tal como lo concibe el existencialista, si no es definible, es porque empieza por no ser nada. Sólo será después, y será tal como se haya hecho. Así, pues, no hay naturaleza humana, porque no hay Dios para concebirla.
El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere, y como se concibe después de la existencia, como se quiere después de este impulso hacia la existencia; el hombre no es otra cosa que lo que él se hace. Éste es el primer principio del existencialismo. Es también lo que se llama la subjetividad, que se nos echa en cara bajo ese nombre. Pero ¿qué queremos decir con esto sino que el hombre tiene una dignidad mayor que la piedra o la mesa? Pues queremos decir que el hombre empieza por existir, es decir, que empieza por ser algo que se lanza hacia un porvenir, y que es consciente de proyectarse hacia el porvenir. El hombre es ante todo un proyecto que se vive subjetivamente, en lugar de ser un musgo, una podredumbre o una coliflor; nada existe previamente a este proyecto; nada hay en el cielo inteligible, y el hombre será, ante todo, lo que habrá proyectado ser. No lo que querrá ser. Pues lo que entendemos ordinariamente por querer es una decisión consciente, que para la mayoría de nosotros es posterior a lo que el hombre ha hecho de sí mismo. Yo puedo querer adherirme a un partido, escribir un libro, casarme; todo esto no es más que la manifestación de una elección más original, más espontánea que lo que se llama voluntad. Pero si verdaderamente la existencia precede a la esencia, el hombre es responsable de lo que es. Así, el primer paso del existencialismo es poner a todo hombre en posesión de lo que es, y asentar sobre él la responsabilidad total de su existencia. Y cuando decimos que el hombre es responsable de sí mismo, no queremos decir que el hombre es responsable de su estricta individualidad, sino que es responsable de todos los hombres. Hay dos sentidos de la palabra subjetivismo, y nuestros adversarios juegan con los dos sentidos. Subjetivismo, por una parte, quiere decir elección del sujeto individual por sí mismo, y por otra, imposibilidad para el hombre de sobrepasar la subjetividad humana. El segundo sentido es el sentido profundo del existencialismo. Cuando decimos que el hombre se elige, entendemos que cada uno de nosotros se elige, pero también queremos decir con esto que, al elegirse, elige a todos los hombres. En efecto, no hay ninguno de nuestros actos que, al crear al hombre que queremos ser, no cree al mismo tiempo una imagen del hombre tal como consideramos que debe ser. Elegir ser esto o aquello es afirmar al mismo tiempo el valor de lo que elegimos, porque nunca podemos elegir mal; lo que elegimos es siempre el bien, y nada puede ser bueno para nosotros sin serlo para todos. Si, por otra parte, la existencia precede a la esencia y nosotros quisiéramos existir al mismo tiempo que modelamos nuestra imagen, esta imagen es valedera para todos y para nuestra época entera. Así, nuestra responsabilidad es mucho mayor de lo que podríamos suponer, porque compromete a la humanidad entera. Si soy obrero, y elijo adherirme a un sindicato cristiano en lugar de ser comunista; si por esta adhesión quiero indicar que la resignación es en el fondo la solución que conviene al hombre, que el reino del hombre no está en la tierra, no comprometo solamente mi caso: quiero ser un resignado para todos; en consecuencia, mi proceder ha comprometido a la humanidad entera. Y si quiero —hecho más individual— casarme, tener hijos, aun si mi casamiento depende únicamente de mi situación, o de mi pasión, o de mi deseo, con esto no me encamino yo solamente, sino que encamino a la humanidad entera en la vía de la monogamia. Así soy responsable para mí mismo y para todos, y creo cierta imagen del hombre que yo elijo; eligiéndome, elijo al hombre.
Esto permite comprender lo que se oculta bajo palabras un tanto grandilocuentes como angustia, desamparo, desesperación. Como verán ustedes, es sumamente sencillo. Ante todo, ¿qué se entiende por angustia? El existencialista suele declarar que el hombre es angustia. Esto significa que el hombre que se compromete y que se da cuenta de que es no sólo el que elige ser, sino también un legislador, que elige al mismo tiempo que a sí mismo a la humanidad entera, no puede escapar al sentimiento de su total y profunda responsabilidad. Ciertamente hay muchos que no están angustiados; pero nosotros pretendemos que se enmascaran su propia angustia, que la huyen; en verdad, muchos creen al obrar que sólo se comprometen a sí mismos, y cuando se les dice: pero ¿si todo el mundo procediera así? se encogen de hombros y contestan: no todo el mundo procede así. Pero en verdad hay que preguntarse siempre: ¿que sucedería si todo el mundo hiciera lo mismo? Y no se escapa uno de este pensamiento inquietante sino por una especie de mala fe. El que miente y se excusa declarando: todo el mundo no procede así, es alguien que no está bien con su conciencia, porque el hecho de mentir implica un valor universal atribuido a la mentira. Incluso cuando la angustia se enmascara, aparece. Es esta angustia la que Kierkegaard llamaba la angustia de Abraham. Conocen ustedes la historia: un ángel ha ordenado a Abraham sacrificar a su hijo; todo anda bien si es verdaderamente un ángel el que ha venido y le ha dicho: tú eres Abraham, sacrificarás a tu hijo. Pero cada cual puede preguntarse; ante todo, ¿es en verdad un ángel, y yo soy en verdad Abraham? ¿Quién me lo prueba? Había una loca que tenía alucinaciones: le hablaban por teléfono y le daban órdenes. El médico le preguntó: Pero ¿quién es el que habla? Ella contestó: Dice que es Dios. ¿Y qué es lo que le probaba, en efecto, que fuera Dios? Si un ángel viene a mí, ¿qué me prueba que es un ángel? Y si oigo voces, ¿qué me prueba que vienen del cielo y no del infierno, o del subconsciente, o de un estado patológico? ¿Quién prueba que se dirigen a mí? ¿Quién me prueba que soy yo el realmente señalado para imponer mi concepción del hombre y mi elección a la humanidad? No encontraré jamás ninguna prueba, ningún signo para convencerme de ello. Si una voz se dirige a mí, siempre seré yo quien decida que esta voz es la voz del ángel; si considero que tal o cual acto es bueno, soy yo el que elegiré decir que este acto es bueno y no malo. Nadie me designa para ser Abraham, y sin embargo estoy obligado a cada instante a hacer actos ejemplares. Todo ocurre como si, para todo hombre, toda la humanidad tuviera los ojos fijos en lo que hace y se ajustara a lo que hace. Y cada hombre debe decirse: ¿soy yo quien tiene derecho de obrar de tal manera que la humanidad se ajuste a mis actos? Y si no se dice esto es porque se enmascara su angustia. No se trata aquí de una angustia que conduzca al quietismo, a la inacción. Se trata de una simple angustia, que conocen todos los que han tenido responsabilidades. Cuando, por ejemplo, un jefe militar toma la responsabilidad de un ataque y envía cierto número de hombres a la muerte, elige hacerlo y elige él solo. Sin duda hay órdenes superiores, pero son demasiado amplias y se impone una interpretación que proviene de él, y de esta interpretación depende la vida de catorce o veinte hombres. No se puede dejar de tener, en la decisión que toma, cierta angustia. Todos los jefes conocen esta angustia. Esto no les impide obrar: al contrario, es la condición misma de su acción; porque esto supone que enfrentan una pluralidad de posibilidades, y cuando eligen una, se dan cuenta que sólo tiene valor porque ha sido la elegida. Y esta especie de angustia que es la que describe el existencialismo, veremos que se explica además por una responsabilidad directa frente a los otros hombres que compromete.
No es una cortina que nos separa de la acción, sino que forma parte de la acción misma. Y cuando se habla de desamparo, expresión cara a Heidegger, queremos decir solamente que Dios no existe, y que de esto hay que sacar las últimas consecuencias. El existencialismo se opone decididamente a cierto tipo de moral laica que quisiera suprimir a Dios con el menor gasto posible. Cuando hacia 1880 algunos profesores franceses trataron de constituir una moral laica, dijeron más o menos esto: Dios es una hipótesis inútil y costosa, nosotros la suprimimos; pero es necesario, sin embargo, para que haya una moral, una sociedad, un mundo vigilado, que ciertos valores se tomen en serio y se consideren como existentes a priori; es necesario que sea obligatorio a priori que sea uno honrado, que no mienta, que no pegue a su mujer, que tenga hijos, etc., etc.… Haremos, por lo tanto, un pequeño trabajo que permitirá demostrar que estos valores existen, a pesar de todo, inscritos en un cielo inteligible, aunque, por otra parte, Dios no exista. Dicho en otra forma —y es, según creo yo, la tendencia de todo lo que se llama en Francia radicalismo—, nada se cambiará aunque Dios no exista; encontraremos las mismas normas de honradez, de progreso, de humanismo, y habremos hecho de Dios una hipótesis superada que morirá tranquilamente y por sí misma. El existencialista, por el contrario, piensa que es muy incómodo que Dios no exista, porque con él desaparece toda posibilidad de encontrar valores en un cielo inteligible; ya no se puede tener el bien a priori, porque no hay más conciencia infinita y perfecta para pensarlo; no está escrito en ninguna parte que el bien exista, que haya que ser honrado, que no haya que mentir; puesto que precisamente estamos en un plano donde solamente hay hombres. Dostoievsky escribe: “Si Dios no existiera, todo estaría permitido”. Este es el punto de partida del existencialismo. En efecto, todo está permitido si Dios no existe y, en consecuencia, el hombre está abandonado, porque no encuentra ni en sí ni fuera de sí una posibilidad de aferrarse. No encuentra ante todo excusas. Si, en efecto, la existencia precede a la esencia, no se podrá jamás explicar la referencia a una naturaleza humana dada y fija; dicho de otro modo, no hay determinismo, el hombre es libre, el hombre es libertad. Si, por otra parte, Dios no existe, no encontramos frente a nosotros valores u órdenes que legitimen nuestra conducta. Así, no tenemos ni detrás ni delante de nosotros, en el dominio luminoso de los valores, justificaciones o excusas. Estamos solos, sin excusas. Es lo que expresaré diciendo que el hombre está condenado a ser libre. Condenado, porque no se ha creado a sí mismo, y sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace.
El existencialista no cree en el poder de la pasión. No pensará nunca que una bella pasión es un torrente devastador que conduce fatalmente al hombre a ciertos actos y que por consecuencia es una excusa; piensa que el hombre es responsable de su pasión. El existencialista tampoco pensará que el hombre puede encontrar socorro en un signo dado sobre la tierra que lo oriente; porque piensa que el hombre descifra por sí mismo el signo como prefiere. Piensa, pues, que el hombre, sin ningún apoyo ni socorro, está condenado a cada instante a inventar al hombre. Ponge ha dicho, en un artículo muy hermoso: “el hombre es el porvenir del hombre”. Es perfectamente exacto. Sólo que si se entiende por esto que ese porvenir está inscrito en el cielo, que Dios lo ve, entonces es falso, pues ya no sería ni siquiera un porvenir. Si se entiende que, sea cual fuere el hombre que aparece, hay un porvenir por hacer, un porvenir virgen que lo espera, entonces es exacto. En tal caso está uno desamparado. Para dar un ejemplo que permita comprender mejor lo que es el desamparo, citaré el caso de uno de mis alumnos que me vino a ver en las siguientes circunstancias: su padre se había peleado con la madre y tendía al colaboracionismo; su hermano mayor había sido muerto en la ofensiva alemana de 1940, y este joven, con sentimientos un poco primitivos, pero generosos, quería vengarlo. Su madre vivía sola con él muy afligida por la semitraición del padre y por la muerte del hijo mayor, y su único consuelo era él. Este joven tenía, en ese momento, la elección de partir para Inglaterra y entrar en las Fuerzas francesas libres —es decir, abandonar a su madre— o bien de permanecer al lado de su madre, y ayudarla a vivir. Se daba cuenta perfectamente de que esta mujer sólo vivía para él y que su desaparición —y tal vez su muerte— la hundiría en la desesperación. También se daba cuenta de que en el fondo, concretamente, cada acto que llevaba a cabo con respecto a su madre tenía otro correspondiente en el sentido de que la ayudaba a vivir, mientras que cada acto que llevaba a cabo para partir y combatir era un acto ambiguo que podía perderse en la arena, sin servir para nada: por ejemplo, al partir para Inglaterra, podía permanecer indefinidamente, al pasar por España, en un campo español; podía llegar a Inglaterra o a Argel y ser puesto en un escritorio para redactar documentos. En consecuencia, se encontraba frente a dos tipos de acción muy diferentes: una concreta, inmediata, pero que se dirigía a un solo individuo; y otra que se dirigía a un conjunto infinitamente más vasto, a una colectividad nacional, pero que era por eso mismo ambigua, y que podía ser interrumpida en el camino. Al mismo tiempo dudaba entre dos tipos de moral. Por una parte, una moral de simpatía, de devoción personal; y por otra, una moral más amplia, pero de eficacia más discutible. Había que elegir entre las dos. ¿Quién podía ayudarlo a elegir? ¿La doctrina cristiana? No. La doctrina cristiana dice: sed caritativos, amad a vuestro prójimo, sacrificaos por los demás, elegid el camino más estrecho, etc., etc. Pero ¿cuál es el camino más estrecho? ¿A quién hay que amar como a un hermano? ¿Al soldado o a la madre? ¿Cuál es la utilidad mayor: la utilidad vaga de combatir en un conjunto, o la utilidad precisa de ayudar a un ser a vivir? ¿Quién puede decidir a priori? Nadie. Ninguna moral inscrita puede decirlo. La moral kantiana dice: no tratéis jamás a los demás como medios, sino como fines. Muy bien; si vivo al lado de mi madre la trataré como fin, y no como medio, pero este hecho me pone en peligro de tratar como medios a los que combaten en torno mío; y recíprocamente, si me uno a los que combaten, los trataré como fin, y este hecho me pone en peligro de tratar a mi madre como medio.
Si los valores son vagos, y si son siempre demasiado vastos para el caso preciso y concreto que consideramos, sólo nos queda fiarnos de nuestros instintos. Es lo que ha tratado de hacer este joven; y cuando lo vi, decía: en el fondo, lo que importa es el sentimiento; debería elegir lo que me empuja verdaderamente en cierta dirección. Si siento que amo a mi madre lo bastante para sacrificarle el resto —mi deseo de venganza, mi deseo de acción, mi deseo de aventura— me quedo al lado de ella. Si, al contrario, siento que mi amor por mi madre no es suficiente, parto. Pero ¿cómo determinar el valor de un sentimiento? ¿Qué es lo que constituía el valor de su sentimiento hacia la madre? Precisamente el hecho de que se quedaba por ella. Puedo decir: quiero lo bastante a tal amigo para sacrificarle tal suma de dinero; no puedo decirlo si no lo he hecho. Puedo decir: quiero lo bastante a mi madre para quedarme junto a ella, si me he quedado junto a ella. No puedo determinar el valor de este afecto si no he hecho precisamente un acto que lo ratifica y lo define. Ahora bien, como exijo a este afecto justificar mi acto, me encuentro encerrado de un círculo vicioso.
Por otra parte, Gide ha dicho muy bien que un sentimiento que se representa y un sentimiento que se vive son dos cosas casi indiscernibles: decidir que amo a mi madre quedándome junto a ella o representar una comedia que hará que yo permanezca con mi madre, es casi la misma cosa. Dicho en otra forma, el sentimiento se construye con actos que se realizan; no puedo pues consultarlos para guiarme por él. Lo cual quiere decir que no puedo ni buscar en mí el estado auténtico que me empujará a actuar, ni pedir a una moral los conceptos que me permitirán actuar. Por lo menos, dirán ustedes, ha ido a ver a un profesor para pedirle consejo. Pero si ustedes, por ejemplo, buscan el consejo de un sacerdote, han elegido ese sacerdote y saben más o menos ya, en el fondo, lo que él les va a aconsejar. Dicho en otra forma, elegir el consejero es ya comprometerse. La prueba está en que si ustedes son cristianos, dirán: consulte a un sacerdote. Pero hay sacerdotes colaboracionistas, sacerdotes conformistas, sacerdotes de la resistencia. ¿Cuál elegir? Y si el joven elige un sacerdote de la resistencia o un sacerdote colaboracionista ya ha decidido el género de consejo que va a recibir. Así, al venirme a ver, sabía la respuesta que yo le daría y no tenía más que una respuesta que dar: usted es libre, elija, es decir, invente. Ninguna moral general puede indicar lo que hay que hacer; no hay signos en el mundo. Los católicos dirán: sí, hay signos. Admitámoslo: soy yo mismo el que elige el sentido que tienen. He conocido, cuando estaba prisionero, a un hombre muy notable que era jesuita. Había entrado en la orden de los jesuitas en la siguiente forma: había tenido que soportar cierto número de fracasos muy duros; de niño, su padre había muerto dejándolo en la pobreza, y él había sido becario en una institución religiosa donde se le hacía sentir continuamente que era aceptado por caridad; luego fracasó en cierto número de distinciones honoríficas que halagan a los niños; después hacia los dieciocho años, fracasó en una aventura sentimental; por fin, a los veintidós, cosa muy pueril, pero que fue la gota de agua que hizo desbordar el vaso, fracasó en su preparación militar. Este joven podía, pues, considerar que había fracasado en todo; era un signo, pero, ¿signo de qué? Podía refugiarse en la amargura o en la desesperación. Pero juzgó, muy hábilmente según él, que era el signo de que no estaba hecho para los triunfos seculares, y que sólo los triunfos de la religión, de la santidad, de la fe, le eran accesibles. Vio entonces en esto la palabra de Dios, y entró en la orden. ¿Quién no ve que la decisión del sentido del signo ha sido tomada por él solo? Se habría podido deducir otra cosa de esta serie de fracasos: por ejemplo, que hubiera sido mejor que fuese carpintero o revolucionario. Lleva, pues, la entera responsabilidad del desciframiento. El desamparo implica que elijamos nosotros mismos nuestro ser.
El desamparo va junto con la angustia. En cuanto a la desesperación, esta expresión tiene un sentido extremadamente simple. Quiere decir que nos limitaremos a contar con lo que depende de nuestra voluntad, o con el conjunto de probabilidades que hacen posible nuestra acción. Cuando se quiere alguna cosa, hay siempre elementos probables. Puedo contar con la llegada de un amigo. El amigo viene en ferrocarril o en tranvía: eso supone que el tren llegará a la hora fijada, o que el tranvía no descarrilará. Estoy en el dominio de las posibilidades; pero no se trata de contar con los posibles, sino en la medida estricta en que nuestra acción implica el conjunto de esos posibles. A partir del momento en que las posibilidades que considero no están rigurosamente comprometidas por mi acción, debo desinteresarme, porque ningún Dios, ningún designio puede adaptar el mundo y sus posibles a mi voluntad. En el fondo, cuando Descartes decía: “vencerse más bien a sí mismo que al mundo”, quería decir la misma cosa: obrar sin esperanza. Los marxistas con quienes he hablado me contestan: Usted puede, en su acción, que estará evidentemente limitada por su muerte, contar con el apoyo de otros. Esto significa contar a la vez con lo que los otros harán en otra parte, en China, en Rusia para ayudarlo, y a la vez sobre lo que harán más tarde, después de su muerte, para reanudar la acción y llevarla hacia su cumplimiento, que será la revolución. Usted debe tener en cuenta todo eso; si no, no es moral. Respondo en primer lugar que contaré siempre con los camaradas de lucha en la medida en que esos camaradas están comprometidos conmigo en una lucha concreta y común, en la unidad de un partido o de un grupo que yo puedo controlar más o menos, es decir, en el cual estoy a título de militante y cuyos movimientos conozco a cada instante. En ese momento, contar con la unidad del partido es exactamente como contar con que el tranvía llegará a la hora o con que el tren no descarrilará. Pero no puedo contar con hombres que no conozco fundándome en la bondad humana, o en el interés del hombre por el bien de la sociedad, dado que el hombre es libre y que no hay ninguna naturaleza humana en que pueda yo fundarme. No sé qué llegará a ser de la revolución rusa; puedo admirarla y ponerla de ejemplo en la medida en que hoy me prueba que el proletariado desempeña un papel en Rusia como no lo desempeña en ninguna otra nación. Pero no puedo afirmar que esto conducirá forzosamente a un triunfo del proletariado; tengo que limitarme a lo que veo; no puedo estar seguro de que los camaradas de lucha reanudarán mi trabajo después de mi muerte para llevarlo a un máximo de perfección, puesto que estos hombres son libres y decidirán libremente mañana sobre los que será el hombre; mañana, después de mi muerte, algunos hombres pueden decidir establecer el fascismo, y los otros pueden ser lo bastante cobardes y desconcertados para dejarles hacer; en ese momento, el fascismo será la verdad humana, y tanto peor para nosotros; en realidad, las cosas serán tales como el hombre haya decidido que sean.
¿Quiere decir esto que deba abandonarme al quietismo? No. En primer lugar, debo comprometerme; luego, actuar según la vieja fórmula: “no es necesario tener esperanzas para obrar”. Esto no quiere decir que yo no deba pertenecer a un partido, pero sí que no tendré ilusión y que haré lo que pueda. Por ejemplo, si me pregunto: ¿llegará la colectivización, como tal, a realizarse? No sé nada; sólo sé que haré todo lo que esté en mi poder para que llegue; fuera de esto no puedo contar con nada.
El quietismo es la actitud de la gente que dice: “Los demás pueden hacer lo que yo no puedo.” La doctrina que yo les presento es justamente lo opuesto al quietismo, porque declara: “Sólo hay realidad en la acción.” Y va más lejos todavía, porque agrega: “El hombre no es nada más que su proyecto, no existe más que en la medida en que se realiza, no es, por lo tanto, más que el conjunto de sus actos, nada más que su vida.” De acuerdo con esto, podemos comprender por qué nuestra doctrina horroriza a algunas personas. Porque a menudo no tienen más que una forma de soportar su miseria, y es pensar así: “Las circunstancias han estado contra mí; yo valía mucho más de lo que he sido; evidentemente no he tenido un gran amor, o una gran amistad, pero es porque no he encontrado ni un hombre ni una mujer que fueran dignos; no he escrito buenos libros porque no he tenido tiempo para hacerlos; no he tenido hijos a quienes dedicarme, porque no he encontrado al hombre con el que podría haber realizado mi vida. Han quedado, pues, en mí, sin empleo, y enteramente viables, un conjunto de disposiciones, de inclinaciones, de posibilidades que me dan un valor que la simple serie de mis actos no permite inferir.” Ahora bien, en realidad, para el existencialismo, no hay otro amor que el que se construye, no hay otra posibilidad de amor que la que se manifiesta en el amor; no hay otro genio que el se manifiesta en las obras de arte; el genio de Proust es la totalidad de las obras de Proust; el genio de Racine es la serie de sus tragedias; fuera de esto no hay nada. ¿Por qué atribuir a Racine la posibilidad de escribir una nueva tragedia, puesto que precisamente no la ha escrito? Un hombre que se compromete en la vida dibuja su figura, y fuera de esta figura no hay nada. Evidentemente, este pensamiento puede parecer duro para aquel que ha triunfado en la vida. Pero, por otra parte, dispone a las gentes para comprender que sólo cuenta la realidad, que los sueños, las esperas, las esperanzas, permiten solamente definir a un hombre como sueño desilusionado, como esperanzas abortadas, como esperas inútiles; es decir que esto lo define negativamente y no positivamente; sin embargo, cuando se dice: tú no eres otra cosa que tu vida, esto no implica que el artista será juzgado solamente por sus obras de arte; miles de otras cosas contribuyen igualmente a definirlo. Lo que queremos decir es que el hombre no es más que una serie de empresas, que es la suma, la organización, el conjunto de las relaciones que constituyen estas empresas.
En estas condiciones, lo que se nos reprocha aquí no es en el fondo nuestro pesimismo, sino una dureza optimista.
Si la gente nos reprocha las obras novelescas en que describimos seres flojos, débiles, cobardes y alguna vez francamente malos, no es únicamente porque estos seres son flojos, débiles, cobardes o malos; porque si, como Zola, declaráramos que son así por herencia, por la acción del medio, de la sociedad, por un determinismo orgánico o psicológico, la gente se sentiría segura y diría: bueno, somos así, y nadie puede hacer nada; pero el existencialista, cuando describe a un cobarde, dice que el cobarde es responsable de su cobardía. No lo es porque tenga un corazón, un pulmón o cerebro cobarde; no lo es debido a una organización fisiológica, sino que lo es porque se ha construido como hombre cobarde por sus actos. No hay temperamento cobarde; hay temperamentos nerviosos, hay sangre floja, como dicen, o temperamentos ricos; pero el hombre que tiene una sangre floja no por eso es cobarde, porque lo que hace la cobardía es el acto de renunciar o de ceder; un temperamento no es un acto; el cobarde está definido a partir del acto que realiza. Lo que la gente siente oscuramente y le causa horror es que el cobarde que nosotros presentamos es culpable de ser cobarde. Lo que la gente quiere es que se nazca cobarde o héroe. Uno de los reproches que se hace a menudo a Chemins de la Liberté se formula así: pero, en fin, de esa gente que es tan floja, ¿cómo hará usted héroes? Esta objeción hace más bien reír, porque supone que uno nace héroe. Y en el fondo es esto lo que la gente quiere pensar: si se nace cobarde, se está perfectamente tranquilo, no hay nada que hacer, se será cobarde toda la vida, hágase lo que se haga; si se nace héroe, también se estará perfectamente tranquilo, se será héroe toda la vida, se beberá como héroe, se comerá como héroe. Lo que dice el existencialista es que el cobarde se hace cobarde, el héroe se hace héroe; hay siempre para el cobarde una posibilidad de no ser más cobarde y para el héroe de dejar de ser héroe. Lo que tiene importancia es el compromiso total, y no es un caso particular, una acción particular lo que compromete totalmente.
Así, creo yo, hemos respondido a cierto número de reproches concernientes al existencialismo. Ustedes ven que no puede ser considerada como una filosofía del quietismo, puesto que define al hombre por la acción; ni como una descripción pesimista del hombre: no hay doctrina más optimista, puesto que el destino del hombre está en él mismo; ni como una tentativa para descorazonar al hombre alejándole de la acción, puesto que le dice que sólo hay esperanza en su acción, y que la única cosa que permite vivir al hombre es el acto. En consecuencia, en este plano, tenemos que vérnoslas con una moral de acción y de compromiso. Sin embargo, se nos reprocha además, partiendo de estos postulados, que aislamos al hombre en su subjetividad individual. Aquí también se nos entiende muy mal.
Nuestro punto de partida, en efecto, es la subjetividad del individuo, y esto por razones estrictamente filosóficas. No porque somos burgueses, sino porque queremos una doctrina basada sobre la verdad, y no un conjunto de bellas teorías, llenas de esperanza y sin fundamentos reales. En el punto de partida no puede haber otra verdad que ésta: pienso, luego soy; ésta es la verdad absoluta de la conciencia captándose a sí misma. Toda teoría que toma al hombre fuera de ese momento en que se capta a sí mismo es ante todo una teoría que suprime la verdad, pues, fuera de este cogito cartesiano, todos los objetos son solamente probables, y una doctrina de probabilidades que no está suspendida de una verdad se hunde en la nada; para definir lo probable hay que poseer lo verdadero. Luego para que haya una verdad cualquiera se necesita una verdad absoluta; y ésta es simple, fácil de alcanzar, está a la mano de todo el mundo; consiste en captarse sin intermediario.
En segundo lugar, esta teoría es la única que da una dignidad al hombre, la única que no lo convierte en un objeto. Todo materialismo tiene por efecto tratar a todos los hombres, incluido uno mismo, como objetos, es decir, como un conjunto de reacciones determinadas, que en nada se distingue del conjunto de cualidades y fenómenos que constituyen una mesa o una silla o una piedra. Nosotros queremos constituir precisamente el reino humano como un conjunto de valores distintos del reino material. Pero la subjetividad que alcanzamos a título de verdad no es una subjetividad rigurosamente individual porque hemos demostrado que en el cogito uno no se descubría solamente a sí mismo, sino también a los otros. Por el yo pienso, contrariamente a la filosofía de Descartes, contrariamente a la filosofía de Kant, nos captamos a nosotros mismos frente al otro, y el otro es tan cierto para nosotros como nosotros mismos. Así, el hombre que se capta directamente por el cogito, descubre también a todos los otros y los descubre como la condición de su existencia. Se da cuenta de que no puede ser nada (en el sentido que se dice que es espiritual, o que se es malo, o que se es celoso), salvo que los otros lo reconozcan por tal.
Para obtener una verdad cualquiera sobre mí, es necesario que pase por otro. El otro es indispensable a mi existencia tanto como el conocimiento que tengo de mí mismo. En estas condiciones, el descubrimiento de mi intimidad me descubre al mismo tiempo el otro, como una libertad colocada frente a mí, que no piensa y que no quiere sino por o contra mí. Así descubrimos en seguida un mundo que llamaremos la intersubjetividad, y en este mundo el hombre decide lo que es y lo que son los otros.
Además, si es imposible encontrar en cada hombre una esencia universal que constituya la naturaleza humana, existe, sin embargo, una universalidad humana de condición. No es un azar que los pensadores de hoy día hablen más fácilmente de la condición del hombre que de su naturaleza. Por condición entienden, con más o menos claridad, el conjunto de los límites a priori que bosquejan su situación fundamental en el universo. Las situaciones históricas varían: el hombre puede nacer esclavo en una sociedad pagana, o señor feudal, o proletario. Lo que no varía es la necesidad para él de estar en el mundo, de estar allí en el trabajo, de estar allí en medio de los otros y de ser allí mortal. Los límites no son ni subjetivos ni objetivos, o más bien tienen una faz objetiva y una faz subjetiva. Objetivos, porque se encuentran en todo y son en todo reconocibles; subjetivos, porque son vividos y no son nada si el hombre no los vive, es decir, si no se determina libremente en su existencia por relación a ellos. Y si bien los proyectos pueden ser diversos, por lo menos ninguno puede permanecerme extraño, porque todos presentan en común una tentativa para franquear esos límites o para ampliarlos o para negarlos o para acomodarse a ellos. En consecuencia, todo proyecto, por más individual que sea, tiene un valor universal. Todo proyecto, aun el del chino, el del hindú, o del negro, puede ser comprendido por un europeo.
Puede ser comprendido; esto quiere decir que el europeo de 1945 puede lanzarse a partir de una situación que concibe hasta sus límites de la misma manera, y que puede rehacer en sí el camino del chino, del hindú o del africano. Hay universalidad en todo proyecto en el sentido de que todo proyecto es comprensible para todo hombre. Lo que no significa de ninguna manera que este proyecto defina al hombre para siempre, sino que puede ser reencontrado. Hay siempre una forma de comprender al idiota, al niño, al primitivo o al extranjero, siempre que se tengan los datos suficientes. En este sentido podemos decir que hay una universalidad del hombre; pero no está dada, está perpetuamente construida. Construyo lo universal eligiendo; lo construyo al comprender el proyecto de cualquier otro hombre, sea de la época que sea. Este absoluto de la elección no suprime la relatividad de cada época. Lo que el existencialismo tiene interés en demostrar es el enlace del carácter absoluto del compromiso libre, por el cual cada hombre se realiza al realizar un tipo de humanidad, compromiso siempre comprensible para cualquier época y por cualquier persona, y la relatividad del conjunto cultural que puede resultar de tal elección; hay que señalar a la vez la relatividad del cartesianismo y el carácter absoluto del compromiso cartesiano. En este sentido se puede decir, si ustedes quieren, que cada uno de nosotros realiza lo absoluto al respirar, al comer, al dormir, u obrando de una manera cualquiera. No hay ninguna diferencia entre ser libremente, ser como proyecto, como existencia que elige su esencia, y ser absoluto; y no hay ninguna diferencia entre ser un absoluto temporalmente localizado, es decir que se ha localizado en la historia, y ser comprensible universalmente.
Esto no resuelve enteramente la objeción de subjetivismo. En efecto, esta objeción toma todavía muchas formas. La primera es la que sigue. Se nos dice: Entonces ustedes pueden hacer cualquier cosa; lo cual se expresa de diversas maneras. En primer lugar se nos tacha de anarquía; en seguida se declara: no pueden ustedes juzgar a los demás, porque no hay razón para preferir un proyecto a otro; en fin, se nos puede decir: todo es gratuito en lo que ustedes eligen, dan con una mano lo que fingen recibir con la otra. Estas tres objeciones no son muy serias. En primer lugar, la primera objeción: pueden elegir cualquier cosa, no es exacta. La elección es posible en un sentido, pero lo que no es posible es no elegir. Puedo siempre elegir, pero tengo que saber que, si no elijo, también elijo. Esto, aunque parezca estrictamente formal, tiene una gran importancia para limitar la fantasía y el capricho. Si es cierto que frente a una situación, por ejemplo, la situación que hace que yo sea un ser sexuado que puede tener relaciones con un ser de otro sexo, que yo sea un ser que puede tener hijos— estoy obligado a elegir una actitud y que de todos modos lleva la responsabilidad de una elección que, al comprometerme, compromete a la humanidad entera, aunque ningún valor a priori determine mi elección, esto no tiene nada que ver con el capricho; y si se cree encontrar aquí la teoría gideana del acto gratuito, es porque no se ve la enorme diferencia entre esta doctrina y la de Gide. Gide no sabe lo que es una situación; obra por simple capricho. Para nosotros, al contrario, el hombre se encuentra en una situación organizada, donde está él mismo comprometido, compromete con su elección a la humanidad entera, y no puede evitar elegir: o bien permanecerá casto, o bien se casará sin tener hijos, o bien se casará y tendrá hijos; de todos modos, haga lo que haga, es imposible que no tome una responsabilidad total frente a este problema. Sin duda, elige sin referirse a valores preestablecidos, pero es injusto tacharlo de capricho. Digamos más bien que hay que comparar la elección moral con la construcción de una obra de arte. Y aquí hay que hacer en seguida un alto para decir que no se trata de una moral estética, porque nuestros adversarios son de tan mala fe que nos reprochan hasta esto. El ejemplo que elijo no es más que una comparación. Dicho esto, ¿se ha reprochado jamás a un artista que hace un cuadro el no inspirarse en reglas establecidas a priori? ¿Se ha dicho jamás cuál es el cuadro que debe hacer? Está bien claro que no hay cuadro definitivo que hacer, que el artista se compromete a la construcción de su cuadro, y que el cuadro por hacer es precisamente el cuadro que habrá hecho; está bien claro que no hay valores estéticos a priori, pero que hay valores que se ven después en la coherencia del cuadro, en las relaciones que hay entre la voluntad de creación y el resultado. Nadie puede decir lo que será la pintura de mañana; sólo se puede juzgar la pintura una vez realizada. ¿Qué relación tiene esto con la moral? Estamos en la misma situación creadora. No hablamos nunca de la gratuidad de una obra de arte. Cuando hablamos de un cuadro de Picasso, nunca decimos que es gratuito; comprendemos perfectamente que Picasso se ha construido tal como es, al mismo tiempo que pintaba; que el conjunto de su obra se incorpora a su vida.
Lo mismo ocurre en el plano de la moral. Lo que hay de común entre el arte y la moral es que, con los dos casos, tenemos creación e invención. No podemos decir a priori lo que hay que hacer. Creo haberlo mostrado suficientemente al hablarles del caso de ese alumno que me vino a ver y que podía dirigirse a todas las morales, kantiana u otras, sin encontrar ninguna especie de indicación; se vio obligado a inventar él mismo su ley. Nunca diremos que este hombre que ha elegido quedarse con su madre tomando como base moral los sentimientos, la acción individual y la caridad concreta, o que ha elegido irse a Inglaterra prefiriendo el sacrificio, ha hecho una elección gratuita. El hombre se hace, no está todo hecho desde el principio, se hace al elegir su moral, y la presión de las circunstancias es tal, que no puede dejar de elegir una. No definimos al hombre sino en relación con un compromiso. Es, por tanto, absurdo reprocharnos la gratuidad de la elección.
En segundo lugar se nos dice: no pueden ustedes juzgar a los otros. Esto es verdad en cierta medida, y falso en otra. Es verdadero en el sentido de que, cada vez que el hombre elige su compromiso y su proyecto con toda sinceridad y con toda lucidez, sea cual fuere por lo demás este proyecto, es imposible hacerle preferir otro; es verdadero en el sentido de que no creemos en el progreso; el progreso es un mejoramiento; el hombre es siempre el mismo frente a una situación que varía y la elección se mantiene siempre una elección en una situación. El problema moral no ha cambiado desde el momento en que se podía elegir entre los esclavistas y los no esclavistas, en el momento de la guerra de Secesión, por ejemplo, hasta el momento presente, en que se puede optar por el M.R.P. o los comunistas.
Pero, sin embargo, se puede juzgar, porque, como he dicho, se elige frente a los otros, y uno se elige a sí frente a los otros. Ante todo se puede juzgar (y éste no es un juicio de valor, sino un juicio lógico) que ciertas elecciones están fundadas en el error y otras en la verdad. Se puede juzgar a un hombre diciendo que es de mala fe. Si hemos definido la situación del hombre como una elección libre, sin excusas y sin ayuda, todo hombre que se refugia detrás de la excusa de sus pasiones, todo hombre que inventa un determinismo, es un hombre de mala fe.
Se podría objetar: pero ¿por qué no podría elegirse a sí mismo de mala fe? Respondo que no tengo que juzgarlo moralmente, pero defino su mala fe como un error. Así, no se puede escapar a un juicio de verdad. La mala fe es evidentemente una mentira, porque disimula la total libertad del compromiso. En el mismo plano, diré que hay también una mala fe si elijo declarar que ciertos valores existen antes que yo; estoy en contradicción conmigo mismo si, a la vez, los quiero y declaro que se me imponen. Si se me dice: ¿y si quiero ser de mala fe?, responderé: no hay ninguna razón para que no lo sea, pero yo declaro que usted lo es, y que la actitud de estricta coherencia es la actitud de buena fe. Y además puedo formular un juicio moral. Cuando declaro que la libertad a través de cada circunstancia concreta no puede tener otro fin que quererse a sí misma, si el hombre ha reconocido que establece valores, en el desamparo no puede querer sino una cosa, la libertad, como fundamento de todos los valores. Esto no significa que la quiera en abstracto. Quiere decir simplemente que los actos de los hombres de buena fe tienen como última significación la búsqueda de la libertad como tal. Un hombre que se adhiere a tal o cual sindicato comunista o revolucionario, persigue fines concretos; estos fines implican una voluntad abstracta de libertad; pero esta libertad se quiere en lo concreto. Queremos la libertad por la libertad y a través de cada circunstancia particular. Y al querer la libertad descubrimos que depende enteramente de la libertad de los otros, y que la libertad de los otros depende de la nuestra. Ciertamente la libertad, como definición del hombre, no depende de los demás, pero en cuanto hay compromiso, estoy obligado a querer, al mismo tiempo que mi libertad, la libertad de los otros; no puedo tomar mi libertad como fin si no tomo igualmente la de los otros como fin. En consecuencia, cuando en el plano de la autenticidad total, he reconocido que el hombre es un ser en el cual la esencia está precedida por la existencia, que es un ser libre que no puede, en circunstancias diversas, sino querer su libertad, he reconocido al mismo tiempo que no puedo menos de querer la libertad de los otros. Así, en nombre de esta voluntad de libertad, implicada por la libertad misma, puedo formar juicios sobre los que tratan de ocultar la total gratuidad de su existencia, y su total libertad. A los que se oculten su libertad total por espíritu de seriedad o por excusas deterministas, los llamaré cobardes; a los que traten de mostrar que su existencia era necesaria, cuando es la contingencia misma de la aparición del hombre sobre la tierra, los llamaré inmundos. Pero cobardes o inmundos no pueden ser juzgados más que en el plano de la estricta autenticidad. Así, aunque el contenido de la moral sea variable, cierta forma de esta moral es universal. Kant declara que la libertad se quiere a sí misma y la libertad de los otros.
De acuerdo; pero él cree que lo formal y lo universal son suficientes para constituir una moral. Nosotros pensamos, por el contrario, que los principios demasiado abstractos fracasan para definir la acción. Todavía una vez más tomen el caso de aquel alumno: ¿en nombre de qué, en nombre de qué gran máxima moral piensan ustedes que podría haber decidido con toda tranquilidad de espíritu abandonar a su madre o permanecer al lado de ella? No hay ningún medio de juzgar. El contenido es siempre concreto y, por tanto, imprevisible; hay siempre invención. La única cosa que tiene importancia es saber si la invención que se hace, se hace en nombre de la libertad. Examinemos, por ejemplo, los dos casos siguientes; verán en qué medida se acuerdan y sin embargo se diferencian. Tomemos El molino a orillas del Floss. Encontramos allí una joven, Maggie Tulliver, que encarna el valor de la pasión y que es consciente de ello; está enamorada de un joven, Stephen, que está de novio con otra joven insignificante. Esta Maggie Tulliver, en vez de preferir atolondradamente su propia felicidad, en nombre de la solidaridad humana elige sacrificarse y renunciar al hombre que ama. Por el contrario, la Sanseverina de la Cartuja de Parma, que estima que la pasión constituye el verdadero valor del hombre, declararía que un gran amor merece sacrificios; que hay que preferirlo a la trivialidad de un amor conyugal que uniría a Stephen y a la joven tonta con quien debe casarse; elegiría sacrificar a ésta y realizar su felicidad; y como Stendhal lo muestra, se sacrificará a sí misma en el plano apasionado, si esta vida lo exige. Estamos aquí frente a dos morales estrictamente opuestas: pretendo que son equivalentes; en los dos casos, lo que se ha puesto como fin es la libertad. Y pueden ustedes imaginar dos actitudes rigurosamente parecidas en cuanto a los efectos: una joven, por resignación prefiere renunciar a su amor; otra, por apetito sexual prefiere desconocer las relaciones anteriores del hombre que ama. Estas dos acciones se parecen exteriormente a las que acabamos de describir. Son, sin embargo, enteramente distintas: la actitud de la Sanseverina está mucho más cerca que la de Maggie Tulliver de una rapacidad despreocupada. Así ven ustedes que este segundo reproche es, a la vez, verdadero y falso. Se puede elegir cualquier cosa si es en el plano del libre compromiso.
La tercera objeción es la siguiente: reciben ustedes con una mano lo que dan con la otra: es decir, que en el fondo los valores no son serios, porque los eligen. A eso contesto que me molesta mucho que sea así: pero si he suprimido a Dios padre, es necesario que alguien invente los valores. Hay que tomar las cosas como son. Y, además, decir que nosotros inventamos los valores no significa más que esto: la vida, a priori, no tiene sentido. Antes de que ustedes vivan, la vida no es nada; les corresponde a ustedes darle un sentido, y el valor no es otra cosa que este sentido que ustedes eligen.
Por esto se ve que hay la posibilidad de crear una comunidad humana. Se me ha reprochado el preguntar si el existencialismo era un humanismo. Se me ha dicho: ha escrito usted en Nausée que los humanistas no tienen razón, se ha burlado de cierto tipo de humanismo; ¿por qué volver otra vez a lo mismo ahora? En realidad, la palabra humanismo tiene dos sentidos muy distintos. Por humanismo se puede entender una teoría que toma al hombre como fin y como valor superior. Hay humanismo en este sentido en Cocteau, por ejemplo, cuando, en su relato Le tour du monde en 80 heures, un personaje dice, porque pasa en avión sobre las montañas: el hombre es asombroso. Esto significa que yo, personalmente, que no he construido los aviones, me beneficiaré con estos inventos particulares, y que podré personalmente, como hombre, considerarme responsable y honrado por los actos particulares de algunos hombres. Esto supone que podríamos dar un valor al hombre de acuerdo con los actos más altos de ciertos hombres. Este humanismo es absurdo, porque sólo el perro o el caballo podrían emitir un juicio de conjunto sobre el hombre y declarar que el hombre es asombroso, lo que ellos no se preocupan de hacer, por lo menos que yo sepa. Pero no se puede admitir que un hombre pueda formular un juicio sobre el hombre. El existencialismo lo dispensa de todo juicio de este género; el existencialista no tomará jamás al hombre como fin, porque siempre está por realizarse. Y no debemos creer que hay una humanidad a la que se pueda rendir culto, a la manera de Augusto Comte. El culto de la humanidad conduce al humanismo cerrado sobre sí, de Comte, y hay que decirlo, al fascismo. Es un humanismo que no queremos.
Pero hay otro sentido del humanismo que significa en el fondo esto: el hombre está continuamente fuera de sí mismo; es proyectándose y perdiéndose fuera de sí mismo como hace existir al hombre y, por otra parte, es persiguiendo fines trascendentales como puede existir; siendo el hombre este rebasamiento mismo, y no captando los objetos sino en relación a este rebasamiento, está en el corazón y en el centro de este rebasamiento.
No hay otro universo que este universo humano, el universo de la subjetividad humana. Esta unión de la trascendencia, como constitutiva del hombre —no en el sentido en que Dios es trascendente, sino en el sentido de rebasamiento— y de la subjetividad en el sentido de que el hombre no está encerrado en sí mismo sino presente siempre en un universo humano, es lo que llamamos humanismo existencialista. Humanismo porque recordamos al hombre que no hay otro legislador que él mismo, y que es en el desamparo donde decidirá de sí mismo; y porque mostramos que no es volviendo hacia sí mismo, sino siempre buscando fuera de sí un fin que es tal o cual liberación, tal o cual realización particular, como el hombre se realizará precisamente como humano.
De acuerdo con estas reflexiones se ve que nada es más injusto que las objeciones que nos hacen. El existencialismo no es nada más que un esfuerzo por sacar todas las consecuencias de una posición atea coherente. No busca de ninguna manera hundir al hombre en la desesperación. Pero sí se llama, como los cristianos, desesperación a toda actitud de incredulidad, parte de la desesperación original. El existencialismo no es de este modo un ateísmo en el sentido de que se extenuaría en demostrar que Dios no existe. Más bien declara: aunque Dios existiera, esto no cambiaría; he aquí nuestro punto de vista. No es que creamos que Dios existe, sino que pensamos que el problema no es el de su existencia; es necesario que el hombre se encuentre a sí mismo y se convenza de que nada pueda salvarlo de sí mismo, así sea una prueba válida de la existencia de Dios. En este sentido, el existencialismo es un optimismo, una doctrina de acción, y sólo por mala fe, confundiendo su propia desesperación con la nuestra, es como los cristianos pueden llamarnos desesperados.


Jean-Paul Sartre (1945)

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