Concierto para...nosotros. Barón Rojo en el Palacio de Vistalegre.


- O te quitas la muñequera o no entras.

Con esa frase me recibieron, un domingo de 1984 en la desaparecida discoteca Lisboa, en el madrileño barrio de El Lucero. El motivo: los pinchos que brillaban en mi muñeca haciendo tope con la manga de la coreana. El contexto: evento matinal de El Gran Musical de la cadena SER presentado por el genial Joaquín Luqui, y el primer concierto de rock al que asistía en una vida que superaba, apenas por unos meses, los catorce años. La banda: Barón Rojo, los héroes que habían roto, por primera vez, el bloqueo comercial de la época, consiguiendo colocar los acordes distorsionados de una banda de heavy metal entre los primeros puestos de los Cuarenta Principales, y hablar de tú al poperío que años después se apropiaría, de una forma sesgada, excluyente y clasista, el concepto "movida madrileña".
Tengo dos recuerdos de aquella mañana. El primero el batiburrillo de sensaciones encontradas: nervios, expectación, miedo (no había encontrado a nadie que me acompañara y me presenté allí más solo que la una, y sin decir una palabra en casa, por supuesto). El segundo: la entrega de una banda que se encontraba en la cresta de la ola, a un público hambriento de rock, de mitos, y, como todos los adolescentes, de vida.
¡Qué tiempos!
22 de Octubre de 2011, Palacio de Vistalegre. Veintisiete años después, José Luís Campuzano (Sherpa), Hermes Calabria, y los hermanitos de Castro, Armando y Carlos, después de seguir caminos separados durante los últimos veinte años, vuelven a poner en marcha la hélice del triplano, y el Barón, el genuino, el que siempre tuvo más de Rojo que de Richthofen, vuela sobre Madrid una vez más.
Sin embargo hay algo extraño. Puede que estén mayores, pienso. Pueden que estén cansados, insisto ¡Pero qué coño! Las leyendas no se hacen mayores ni se cansan. Armando más calvo, sí, pero igual de pinturero que hace treinta años, es el que lleva la batuta. Hermes... increible. Durante todo el concierto la batería suena con una energía que dejaría al mismísimo conejito de duracell echando el hígado por la boca. Carlos y Sherpa a cada extremo del escenario, cumplidores pero no entregados. Quizás los sempiternos rumores sobre la mala relación del grupo no sean tan infundados, después de todo. Carlos parece que hace esfuerzos por permanecer en un segundo plano, casi escondido entre los monitores.
La acústica en la antigua plaza de toros de mi barrio (que para algunos de nosotros siempre será "la chata") devenida en lugar de eventos multitudinarios y centro comercial, nunca ha sido buena, eso no es una novedad, pero los barones están sonando de una manera infame, totalmente inapropiada para una banda con el culo curtido por escenarios de España, Europa y América,
Y sin embargo el público canta, salta, grita, entona los himnos con los que, apenas sin darse cuenta, se ha ido haciendo mayores, más viejos, más sabios. Mucho cartón en el sentido más alopécico de la palabra, con más barriga, con más arrugas, algunos hasta con el niño, que nunca es pronto para sentir la fuerza del metal. Pero los reconozco a todos. Somos los mismos. Los que siempre están allí.
Con botas sucias, Tierra de nadie, Anda suelto Satanás, Rockero indomable, Volumen brutal, Concierto para ellos, Cuerdas de acero, Breakthoven, Hijos de Caín...
Poco a poco se desgranan las canciones del repertorio primigenio del Barón. Y yo me desgañito, salto, agito la cabeza siguiendo el compás; mis dedos se deslizan por el mástil invisible de una guitarra imaginaria o se elevan esbozando el signo que me define como lo que soy: un metalero de toda la vida.
Resistiré, Chica de la ciudad, Larga vida al R´n´R, Siempre estás allí...
El repertorio es todo un acierto y la gente está como loca. Creo que esa ha sido la mejor baza de este revival nostálgico.
El concierto termina a las once y media con una puntualidad más propia de países septentrionales. Treinta años comprimidos en tres horas, no está mal. Estoy feliz. Aunque esperaba un poco más de la leyenda, estoy feliz. A pesar de todo, de la vida, del tiempo, de mí mismo, sigo siendo yo. El mismo que se presentó en la discoteca Lisboa aquel domingo de 1984 para descubrir la magia de un concierto de rock.

¡¡¡ LARGA VIDA AL ROCK AND ROLL !!!



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Parte de la intervención de Zapatero en la conferencia política de PSOE #on2011

Por su interés y emoción dejo aquí parte de la intervención de Zapatero en la conferencia política de PSOE #on2011. En él Zapatero justifica su gestión ante la crisis.

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