Cuando veo a los fascistas vascos levantando el puño en alto, utilizando una simbología robada a la izquierda para reivindicar la memoria de algún asesino etarra, en un patético intento de identificarse, de legitimizarse, dentro de un marco ideólogico del que, desde luego, no forman parte (por mucho que se empeñen en ser más revolucionarios que nadie), me dan nauseas. Sin establecer comparaciones, que pueden ser odiosas, ese mismo sentimiento me recorrió cuando me enteré ayer de que la eurocámara había aprobado la polémica directiva contra la inmigración ilegal.

En realidad no fue el hecho de la aprobación lo que removió mis tripas. Después de todo, el posicionamiento del ciudadano medio (porque los gobiernos son solo reflejo de las sociedades que representan; de sus ciudadanos) europeo es cada vez más intolerante con los más débiles, por lo tanto que la derecha, mayoritaria en Europa, haya planteado este tipo de propuestas y se haya llevado el gato al agua, no me sorprende. Pero que 34 eurodiputados socialistas, entre los que destaco a 16 españoles, hayan apoyado junto a los sectores más reaccionarios del mapa político europeo la infame directiva contra los "sin papeles", me deja, una vez más, consternado.

Un tema de debate, bastante recurrente en este blog es "Qué es ser de izquierdas", así que no voy a entrar en si estos señores son coherentes con sus principios, o si obedecen a criterios de estrategia electoral, disciplina de partido, razón de estado, lealtad institucional o si son socialistas simplemente porque no pudieron desarrollar sus carreras políticas en el grupo Popular. Pero sí me gustaría hacer una pregunta a todos aquellos que votaron socialista en las últimas europeas: ¿pensasteis alguna vez que vuestro voto sería utilizado para apoyar una propuesta tan sumamente fascistoide? Porque no sé si os habéis dado cuenta, pero con su actuación estos individuos os han puesto a la misma altura que los italianos que votaron a Berllusconi. Tiene huevos la cosa.

¿De qué va este nuevo socialismo europeo? ¿Acaso ha hecho suya la frase "a Dios rogando y con el mazo dando"? En realidad como ya he dicho antes, creo que su posicionamiento obecede a un sentir general. Estoy harto de escuchar a gente de izquierdas (y no solo socialistas) quejarse de lo mal que va todo por culpa de la inmigración (no voy a enumerar la lista de topicazos que todo el mundo maneja, que para eso ya está el PP) y es que la simpleza del ser humano algunas veces resulta aterradora; de eso se valen algunos.

Futuro, prosperidad, dignidad. ¿Con qué autoridad nos empeñamos en negarle a un inmigrante sin papeles lo que con tanta razón y derecho reclamamos para nosotros mismos? ¿Es que acaso es defendible que un trámite puramente administrativo puede dejar desarmado a un niño rumano de catorce años frente a algún descerebrado, del tipo "Hola, soy un socio de gobierno de la La Liga Norte"? Y no me venga contando que ese niño de catorce años roba carteras en la Piazza de San Pietro que a saber los tejemanejes que se llevan algunos ministros italianos. En fin, para muestra un botón.

¿Dónde quedan los derechos humanos? Estamos hablando de personas y en estos términos no pueden primar criterios económicos (que esa es otra: bien saben nuestros representantes lo beneficiosa que puede llegar a ser la inmigración para una economía), ni prejuicios egoistas, que además, si fueran utilizados contra nosotros, nos empeñaríamos en combatir con todas nuestras fuerzas . Nos empeñamos siempre en ir de guays. Somos garantes de la democracia, la libertad, el bienestar social, pero eso sí, solo cuando se trata de nosotros, y en algunas ocasiones ni siquiera eso.

Que la inmigración genera problemas es una obviedad como un castillo, pero es que la inmigración ya es un problema en sí, no lo olvidemos. Si las personas fluyen en la dirección de la riqueza, dejémos que parte de esa riqueza se quede en sus países de origen (¡uy, lo que he dicho!) Ayudémosles a desarrollarse sin que tengan necesidad de salir de su casa; permitamos que sus economías compitan en igualdad de condiciones con las nuestras; apoyemos a gobiernos eficientes que gestionen la ayuda internacional para el desarrollo de una manera honrada, no para que sean comparsas de las grandes multinacionales ayudemos a la transformación de esas sociedades mediante la educación, la cultura y la solidaridad internacional.

Esto ya suena bastante revolucionario, y como hoy en día el término revolucionario tiene unas connotaciones un tanto raras (anacronismo, populismo, demagogia, falta de sentido de la realidad, yo que sé...) lo voy a dejar aquí. Sin embargo, le pese a quien le pese, sigo pensando que la única solucion REAL al problema de la inmigración y sus consecuencias sigue siendo el reparto de la riqueza. Que le vamos a hacer, soy así de ingenuo (y espero seguir así muchos años)

En cualquier caso retomo mi crítica a los 16 patriotas que con su pragmatismo, su divina inspiración, y amparándose en la autoridad que miles de españoles les han otorgado, han apoyado esta sinrazón deshumanizada.

Para acabar, una reflexión: las grandes barbaridades cometidas por el ser humano en la historia siempre han buscado, en su génesis, una legitimización, un argumento que les daba razón de ser. Luego, cuando los hechos se consuman, vienen las lágrimas, las conciencias enfermas y la vergüenza. Por lo que toca a la izquierda española, espero que estos 16 representantes nunca se vean convertidos en partícipes de otro drama humano.

De la serie "Falacias Españolas", ahora voy con mi preferida:

"Sólo los borrachos y los niños dicen la verdad". Yo creo que esta trampa en el lenguaje describe perfectamente nuestras ganas de contar una buena historia, sin que la triste realidad nos la chafe.
Podríamos ser más rigurosos y decir simplemente: "Los borrachos y los niños siempre dicen lo que piensan", pero no, nunca lo he escuchado así.

Esta frase debe ser la reminiscencia en nuestra conciencia colectiva del cuento "El traje nuevo del Emperador" de Hans Christian Andersen, con la mitología peninsular sobre el dios Baco, de gran ascendente en nuestro país, que nos hace afanarnos en regar con buenos vinos las exquisitas viandas que nos llevamos a la boca. Pero, por qué confundimos lo que pensamos con la verdad, acaso tenemos una invalidez emocional que nos impide reconocer que lo que pensamos no tiene que ser necesariamente la verdad. Debe ser una cuestión de honor o de prepotencia.

El otro día vi la película Cándida.

Esta canción está interpretada por Pitingo, y antes de él la interpretó Julio Iglesias, me recordó a otra...

El Sr. Ives Montand, resulto ser el paradigma de como se puede cambiar de ideas políticas con la edad. Pero a mi no me importa en absoluto, el hizo grandes interpretaciones y películas muy comprometidas.

Z de Costa GRAVAS, cuyo guión fue realizado por un español llamado Jorge Semprún, fue ministro de cultura con Felipe González. En la clandestinidad a Jorge Semprun se le conocía por Federico Sánchez, fue de los pocos que tuvo éxito en agitar el cotarro en la España franquista, todo un heroe del que España, siempre ingrata, parece no necesitar. Actualmente vive en Francia.
Semprún conoció a otro paradigma de cambio de ideas, Dionisio Ridruejo. El cambio fue brutal, desde escribir estrofas del cara a sol, hasta llegar trabajar por la democracia en la clandestinidad. En fin, otro olvidado.
Pero para explicar porque existen Cándidas hoy en día, hay que mirar a nuestro pasado reciente, porque a veces dudo que sea verdad que el hombre tenga memoria porque no recuerdo nada que haya olvidado (triste tautología que domina nuestro destino), de lo que sí estoy seguro es que la tiene selectiva, elitista y aviesa.