CHAMPIÑONES, CHAMPIÑONES, OE, OE, OE





Antes de nada, mi apoyo y comprensión a todos los aficionados, simpatizantes, socios, arrimados, etc, tanto del Real Madrid, como del Barcelona.
Vengo de una familia muy aficionada al fútbol. En mi casa, las comidas familiares se convierten en apasionados debates, en los que suelo quedarme fuera de juego, básicamente porque a mi el fútbol... bueno, que no me seduce especialmente. No es que no me guste, pero hay algo intrínsecamente perverso en este negocio multimillonario en que se ha convertido el fútbol, que me repele; atenta contra mi sentido de la dignidad y contra mi conciencia, y es quizás por eso por lo que me he convertido más en un decepcionado que un detractor.

Podría hacer el manido discurso sobre las indecentes cantidades de dinero que se mueven en este universo futbolero, en las corruptelas que se generan a nivel de influencias políticas y empresariales, en el caldo de cultivo que supone para grupos fascistas, etc, etc, etc.
Todas estas cuestiones están en mi cabeza por supuesto, sin embargo no son ellas las que esta noche me han quitado el sueño. No, no es cuestión de que los clubs (hablo de los clubs de primera) hagan  o les dejen hacer, no es cuestión de que Florentino Pérez o cualquier otro presidente use la influencia de su club para sus intereses personales; son empresarios españoles (y catalanes), hacen lo que hacen porque han nacido para ello, y no engañan más que a aquellos que quieren ser engañados. No se trata de valorar si un niñato de veintipocos años va por la vida tuteándose con el Papa de Roma porque los medios, los clubs, los fans, le han hecho creer que es poco menos que Dios. Ni siquiera voy a criticar el hecho de que en plena etapa de recortes brutales, donde se nos pide a los ciudadanos de a pie, más y más sacrificios, los clubs millonarios tengan una enorme pella con hacienda y el gobierno ni  les tosa. No, no es eso lo que me indigna hoy, bueno sí que me indigna pero como que lo tengo más digerido.
Pero habría vendido mi alma al diablo por ver a todos esos miles de madrileños y catalanes, con la vena de cuello hinchada, con las lagrimas de rabia corriendo por sus mejillas, con los ojos brillantes por el orgullo, gritando con la misma pasión, clamando responsabilidades y denunciando  que hay miles de millones de euros en impuestos evadidos mientras que a la gente corriente se la echa de su casa por haberse quedado sin trabajo, y lo peor, que no hay cristiano (ni Ronaldo que valga) que les meta mano, que nos están robando nuestro país y nuestro futuro. Y que cada uno entienda lo de nuestro país como le venga en gana. Personalmente, con la que está cayendo, creo que hoy más que nunca, catalanes y madrileños tenemos mucho en común : tanto unos como otros somos víctimas de un latrocinio social indecente.
Y es que amigos, los multimillonarios no tienen más nacionalidad que el dinero ni más Dios que la ambición, que por algo son multimillonarios y siempre ganan. Sin embargo, aunque el Madrid y el Barça hubieran ganado sus correspondientes partidos, los ciudadanos, los que sí que se rompen los cuernos por los colores de su equipo, hubieran seguido siendo perdedores, como lo llevamos siendo todos nosotros desde hace casi cuatro años.
Si algo tienen de positivo sendas eliminaciones, es que por lo menos no tendremos a medio país partiéndose el culo del otro medio, a mayor satisfacción de los poderosos.
Un saludo a todos los vikingos y a todos los culés. Otro año será chavales, no os preocupéis que para ésto siempre hay dinero.


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