El que quiera curarse... que se ponga a rezar
Una cosa hay que reconocerle a Esperanza Aguirre, y es su inquebrantable tesón en la difusión de la fe católica, porque visto el aspecto que ofrecen hoy en día los hospitales públicos de la Comunidad, hasta los ateos más recalcitrantes se convierten en marea de penitentes, que elevan al cielo sus torpes plegarias para no enfermar y dar con sus tristes huesos en uno de los pudrideros en que esta señora, y su testaferro, el consejero de sanidad, los han convertido.
¡Hermanos contribuyentes, roguenos a la infinita misericordia del altísimo por nuestra salud, y purgemos de esta manera nuestra adoración por el becerro de oro público, pues solo hay dos verdades inmutables: la fe en Dios y la gestión privada!
Por cierto "Gracias, Dios mío, por permitir que la operación de mi hermano saliera bien, a pesar de todo..." y gracias en especial (y esto ya lo escribo sin coñas) al personal sanitario del hospital clínico San Carlos que lo hizo posible.
¡Hermanos contribuyentes, roguenos a la infinita misericordia del altísimo por nuestra salud, y purgemos de esta manera nuestra adoración por el becerro de oro público, pues solo hay dos verdades inmutables: la fe en Dios y la gestión privada!
Por cierto "Gracias, Dios mío, por permitir que la operación de mi hermano saliera bien, a pesar de todo..." y gracias en especial (y esto ya lo escribo sin coñas) al personal sanitario del hospital clínico San Carlos que lo hizo posible.
0 comentarios:
Publicar un comentario