Dos visiones sobre el 15M (parte I): Votantes, consumidores y conciencia política
FOTO: Vicent González |
- Pues yo he votado al PP, porque los otros son igual de ladrones o más...
Esta frase (o algo muy parecido) la he escuchado ya varias veces desde el último 22 de Mayo.
Quienes la pronuncian son gente muy normal, ciudadanos de a pie, trabajadores y trabajadoras que sufren las consecuencias de la coyuntura actual y de la gestión de la misma. ¿Desencanto? ¿Indignación? ¿Falta de alternativas electorales?. En realidad la canción no es nueva, tan solo la justificación de una absoluta falta de conciencia política, alimentada y promovida desde el poder bajo el paradigma del modelo democrático americano que representa como nada lo que es una democracia perfecta, moderna y realista. Un sistema en el que el conjunto de consumidores recupera su faceta de ciudadanos un día cada cuatro años, para poner en el poder a "este" o a "este", Obama o McCain, Zapatero o Rajoy.
Fuera del análisis político, quedan los poderes económicos, religiosos y empresariales, esos que financian las campañas electorales de los grandes partidos y que dirigen luego los pasos de los gobiernos, pues son los que realmente controlan el día a día de un país, y, qué coño, los más interesados en que el modelo democrático liberal (entiéndase en un contexto de liberalismo económico) siga siendo el referente de los países desarrollados.
A ellos les viene de coña. Si el gobierno saliente de las urnas es conservador, cojonudo, menos problemas; si el gobierno es progresista, tienen las herramientas para neutralizar los componentes que se consideran más subversivos, orientando las políticas institucionales hacia sus propios intereses
¿Se puede crear empleo en el marco actual desde posiciones de izquierdas?
Creo que la pregunta tiene trampa. Desde mi punto de vista sería más correcto preguntar ¿Se puede crear empleo en el marco actual desde posiciones de izquierdas sin tocarle los cojones a los que realmente mueven los hilos de la política global? Pues no, los resultados están a la vista: casi cinco millones de parados. Ellos son los dueños de los medios de producción y si quieren, con cerrar el grifo, lo tienen solucionado, ellos tienen resto para soportar de manera desahogada la duración de la crisis, sino para hacerse aún más ricos con ella gracias al miedo que invade a la población activa de un país en dicho periodo . Contrasta este comportamiento, ya no irresponsable sino indecente, con la actitud que se le exige al ciudadano, tranquilidad, sacrificio y paz social, no sea que todavía nos den más collejas. Y ahí es donde el paradigma antes mencionado, donde los ciudadanos, perfectamente amoldados a su concepción de meros espectadores, jueces de barra de bar, y verdugos del malo de turno en favor del advenimiento del salvador, cobra todo su sentido, y si uno es un sinvergüenza, votamos a otro sin pararnos a pensar en la factura que nos va a pasar porque es aún más sinvergüenza, pero eso sí es "nuestro sinvergüenza", y si las cosas van mal, con votar de nuevo al sinvergüenza primero dentro de cuatro años ya está arreglado, eso en el caso de que el segundo sinvergüenza se deje quitar de enmedio, lo cual es muy dudoso.
El gobierno actual reconoce que ha perdido el apoyo de la masa social. Pero ¿acaso en un marco de beligerancia brutal, donde lo que se está produciendo es un ataque directo y sin cortapisas a los que ha sido el modelo europeo social de los últimos cincuenta años, se puede pedir contención desde el partido que representó las esperanzas e ilusiones salidas de las urnas hace casi cuatro años y esperar que se ponga la otra mejilla en aras de la responsabilidad institucional y el buen funcionamiento de la economía y los mercados?.
El movimiento 15M no es más que la reacción social a la falta de referentes políticos; no solo es desencanto o indignación, es mucho más, es un grito de impotencia, en una reacción a los que quieren entender la política desde un punto de vista profesional (más como una carrera personal que como un servicio público), y sobre todo, y lo que a mí más me gusta y en lo que más tengo ilusión, por encima de reivindicaciones más o menos realistas (aconsejo a todo aquel que se piense que es una paja mental de cuatro gatos que no saben lo que tienen entre manos, que se lean las propuestas aportadas por el movimiento, a lo mejor se sorprenden ), es la recuperación del concepto de ciudadano/político, implicado en el día a día de su barrio, distrito, ciudad, país. El verdadero enemigo de este espectro democrático, al que los grandes poderes y sus acólitos deben temer, una sociedad politizada y militante.
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