La Araña Negra.

Novela de Vicente Blasco Ibáñez, publicada en 1892, describe a lo largo de tres generaciones la azarosa vida de los integrantes de la adinerada familia Baselga, y las dificultades de ésta para que la fortuna familiar no caiga en manos de la compañía de Jesús. Por supuesto la novela es parcial y tendenciosa en contra de los jesuitas, pero esto no le quita ningún mérito y al contrario sorprende que pudiera ver la luz una novela con pasajes tan impregnados del aroma revolucionario, de costumbres altamente escandalosas de la alta sociedad, romanticismo libertario del Paris de los últimos años del siglo XIX. Es un placer leer la descripción del barrio latino de Paris, ciudad que sirve de exilio para varios de los personajes de la novela, o la narración de la sublevación de los sargentos del cuartel de San Gil el 22 de Junio de 1866, también hay una la descripción de la huerta valenciana que hará sentir orgullosos a los valencianos, tierra natal del autor etc... Muy recomendable.

He intentado buscar información o anécdotas de esta novela y me ha sido casi imposible excepto una reseña de Librerías Libertarias. Creo que escuece mucho a los poderes fácticos el autor y el contenido.

Un comentario expontaneo que puede sugir nada más acabar la novela es el siguiente:
"El final me parece muy emocional. Y para ser sincero, me parece que no seré capaz de mirar igual a los curas, monjas o lo que es peor a gente
simplemente religiosa y eso me resulta incómodo. Tener prejuicios contra gente contemporánea por una novela de hace 115 años no me parece muy humanista. Pero en contra de estos remordimientos puedo escuchar la COPE todas las mañanas y seguir con la conciencia limpia"
Si has leído la novela y has pensado algo parecido sólo te puedo recomendar que no los tengas, por que los prejuicios y las fobias son armas con las que cuentan los fanáticos para conseguir deshumanizar al contrario. Por ejemplo, si conociera a una persona religiosa que va a misa y le dijera que opino que la están engañando y me da pena por que con lo lista que es, no pueda pasar de ese lavado de cerebro. Estaría a la misma distancia a extremos contrarios que mi tutora de tercero cuando me dijo algo parecido por no querer hacer la comunión (quizás sus prejuicios los adquirió leyendo a José María Pemán). Y no tengo ninguna duda que los dos –Mi profesora y yo- somos excelentes personas y que queremos lo mejor para los que tenemos alrededor. Una explicación de que suceda esto es que nos guiamos por las emociones y estas producen fobias. Pero ¿Como podemos revindicar la separación de iglesia y estado sin que se sientan atacadas a las creencias religiosas?... De muchas maneras, pero sin aludir a la libertad de culto.

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