El Momento de España - Andrés Nin (Andreu Nin)
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Andreu Nin i Pérez (El Vendrell, Tarragona, 4 de febrero de 1892 - Alcalá de Henares, Madrid, 22 de junio de 1937), fue uno de los personajes más importantes del marxismo revolucionario en España de la primera mitad del siglo XX. Fue Secretario General de la CNT (1921), fue secretario de Trosky, fundó el POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) en rotunda oposición a Stalin. Eso hizo que en la Guerra Civil, quedará en una situación muy incomoda dentro de la República, puesto que la Unión Sovietica era la principal suministradora de armas. El Comisario Político Soviético Orlov, fabricó pruebas para acusar al POUM de tener contactos con Franco e hizo que fuera detenido junto con otros dirigentes, y más tarde, secuestrado y asesinado por un comando prosoviético el 22 de junio de 1937 en Alcalá de Henares. Nunca se supo la localización de la fosa en la que está enterrado. Fuente:Wikipedia Enrique Mariné entrevista a Andrés Nin para el libro El Momento de España, 1933. |
ANDRÉS NIN Hay que eliminar la influencia del anarquismo Andrés Nin, ex secretario de Trotski, fuerte mentalidad, tenaz propagandista, dirigente, como es sabido, de una de las corrientes comunistas más acusadas, y que actualmente se encuentra en Algeciras, enjuicia en las siguientes líneas, desde sus puntos de vista de matiz marcadamente marxista, la situación actual de España, y expone su visión del porvenir.y del socialismo y transformar el actual partido comunista en el gran partido de la revolución. Al coleccionador de las opiniones reproducidas en este volumen le parece ocioso insistir en las manifestaciones hechas en el prólogo respecto de sus propósitos al publicarlos. Los lectores, en ésta como en las anteriores y siguientes opiniones, apreciarán el justo valor de los razonamientos según su fuerza, y sabrán distinguir lo que son verdades fundamentales de los que, por efecto de las circunstancias, tienen apariencia de postulados en la hora actual. Y dicho esto, leamos a Andrés Nin, que, sabida la finalidad de esta obra, no hace aquí sino resumir lo que ha dicho alguna otra vez acerca de la situación presente y del futuro inmedito de España: —Los acontecimientos de estos últimos meses señalan, indiscutiblemente, un nuevo impulso, acusado antes de la revolución española, después del breve período de descenso, o mas bien de estancamiento, que lo precedió. El poder de las ilusiones democráti- cas ha decrecido evidentemente. El movimiento huelguista ha ganado en amplitud e intensidad. Es verdad que ese movimiento no tiene todavía un carácter fundamentalmente decisivo, pero va tomando cada día caracteres más agudos y agresivos, La fuerza combativa de la clase obrera, no sólo no está agotada, sino que, bien encauzada, podría producir milagros. Pero es el movimiento campesino el que ha tomado un impulso particularmente pedoroso, como para demostrar a los hombres de la República que el problema agrario, esta piedra angular de la revolución democráticoburguesa, sigue sin resolver. Al mismo tiempo, se ha exacerbado la lucha en el campo de las clases explotadoras, entre la burguesía y los terratenientes. Estos, atemorizados ante el empuje de la revolución agraria, lanzan la voz de alarma y se aprestan a la lucha, contando con fuerzas políticas numerosas y organizadas. Lerroux es el representante de los intereses de los grandes terratenientes y de la Iglesia contra la revolución democráticoburguesa. A estas dos grandes pontenciales feudales se añaden las viejas castas militares y ciertas categorías del capital comercial y, más que comercial, especulativo, que sueñan con un régimen de dictadura, siempre propicio a los intereses de grupo y a los panamás. ¿Cómo se explica la lucha encarnizada de esos elementos contra un Gobierno que no ha resuelve ninguno de los problemas fundamentales de la revolución y que, por los autorizados labios de su presidente, ha declarado que la Reforma Agraria era eminentemente conservadora ? ¿Cómo se explica el furioso ataque emprendido contra los socialistas, cuya complicidad en el estrangulamiento de la revolución es evidente? ¿Cómo se explica, en fin, la exacerbación de la lucha entre dos clases igualmente interesadas en salvaguardar, por encima de todo, el sacratísimo derecho de propiedad? La explicación hay que buscarla, no en la política agraria del Gobierno, sino en el levantamiento campesino. Los campesinos, fiados en las promesas demagógicas de los socialistas, los votaron en masa y los llevaron a las Constituyentes con la esperanza de que les darían la tierra. La U. G. T. contaba con un número importantísimo de organizaciones agrarias. En los primeros tiempos de la República, los terratenientes no sólo no opusieron reparos a la permanencia de los socialistas en el Poder, sino que la vieron con buenos ojos. Tenían la seguridad de que nadie mejor que ellos defendería los intereses de las clases explotadoras y contendría el avance de la revolución., Pero las ilusiones' campesinas desvaneciéronse rápidamente; los socialistas han ido perdiendo el control de las masas del campo que se hallaban bajo su influencia, y la revolución agraria se ha desencadenado impetuosamente. El motivo fundamental que justificaba la presencia de los socialistas en el Gobierno ha desaparecido. La burguesía, sin embargo, sigue manteniendo la necesidad de una colaboración,. que porte en sus manos a una organización obrera domesticada, dispuesta a sustituir la lucha de clases por la colaboración y a convertirse en la base más sólida ,para la, consolidación de la República, es decir, de orden social capitalista. Esta colaboración es tanto más preciosa cuanto que los dirigentes de la U. G. T. han conseguido sujetar más reciamente a las organizaciones obreras que a los campesinos. La burguesía mantendrá a los socialistas en el Poder mientras éstos puedan cumplir con su misión pacificadora y la lucha de clases no tome caracteres tan agudos que haga superflua la colaboración. En este caso, la clase capitalista. no solo se desprenderá con la mayor soltura de los socialistas, sino que se quitará sin escrúpulos la caleta democrática. —Un Gobierno Lerroux representaría la contrarrevolución descarada, la restauración de todo lo que constituía _la base fundamental de la monarquía: poder omnímodo de los terratenientes y de la Iglesia, de las castas militares y de la burocracia, especulación desenfrenada, persecución implacable del movimiento obrero y campesino, anulación completa de todas las libertades democráticas, ya tan cercenadas. Nos hallaríamos en presencia de una especie de régimen bonapartista, que prepararía el advenimiento del fascismo. Toda la clase obrera está directamente interesada en impedir el avance de la reacción. A él ha de oponerse. por todos lo. s medios, y uno de los más en- caces es la formación del frente único .a base de un programa aceptable por todos: ¡fuera Lerroux!, amnistía, lucha por la abolición de la ley de Defensa de la República y contra el proyecto de ley de Orden público, subsidio a los parados, respeto de los derechos de asociación y reunión, libertad de Prensa, abolición de la jurisdicción militar, disolución de las Cortes y convocatoria de nuevas elecciones, con participación de todos los mayores de dieciocho años, sin excluir los soldados, formación de milicias antifascistas, etc., etc. —La formación del frente único contra Lerroux, ¿no implicaría el apoyo directo al Gobierno Azaña? —Si el Partido Comunista consigue poner en movimiento a las masas, encauzar y dirigir su acción, si sabe aprovechar los tremendos errores que han conducido al proletariado alemán a una tremenda derrota, la lucha contra Lerroux se convertirá en lucha de la clase obrera contra el régimen burgués y ;chalará un avance considerable de la unión en el camino de la conquista del Poder. Si el Partido no logra movilizar a las masa,, y el Gobierno Azaña consigue con sus propios medios parar los golpes de la reacción, como ocurrió el 10 de agosto, su posición se vería indudablemente reforzada. Todo depende de la correlación de fuerzas.—¿...? —La revolución ha entrado en una de sus fases más interesantes. No es todavía la etapa decisiva, pero los elementos de ésta, que existen ya potencialmente desde que se inició el proceso revolucionario, van tomando contornos cada vez más definidos. Marx había hecho ya observar que en España los procesos revolucionarios se desarrollan frecuentemente con cierta lentitud. Esta característica de nuestras 'revoluciones ofrece una indudable ventaja a la vanguardia proletaria. Se ha perdido mucho tiempo, pero existen todavía posibilidades evidentes de recuperarlo. Constituiría, empero, un crimen confiar excesivamente en esta posiblidad. Es posible, no decimos probable, que la actual revolución española se desenvuelva con la misma lentitud que las anteriores. Pero no hay que olvidar que Ja que hasta ahora había sido una regla puede dejar de serlo por la situación internacional (Alemania, peligro creciente de guerra, etc.), que no puede dejar de tener repercusiones en nuestro país y acelerar el curso de los acontecimientos. Lo más probable, pues, es que la historia conceda un plazo relativamente breve a la clase obrera para que cumpla con su misión revolucionaria. Esta circunstancia agrava la responsabilidad de la vanguardia proletaria, que, en condiciones históricas excepcionalmente favorables, se halla ante el problema inmediato de preparar la lucha de las masas trabajadoras por el Poder, contando con una organización disgregada, influenciada por anarquistas y socialistas, y un par tido comunista en estado embrionario y, por añadidura, atacado de todas las enfermedades que aquejan a la III Internacional. Hay que unificar, pues, a las masas obreras, coordinar el movimiento proletario con el campesino, eliminar la influencia del anarquismo y del socialismo, transformar el actual Partido Comunista en el gran partido de la revolución. La tarea a realizar es gigantesca, pero no puede amedrentar por su magnitud a una vanguardia que se propone transformar el mundo. |
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