El Momento de España - Conde de Romanones

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El Conde de Romanones era un terrateniente de Guadalajara y político Liberal de larga trayectoria en el sistema de la Restauración. Fue un político controvertido y sobre él, siempre hubo sospechas de que utilizó la politica para su propio enriquecimiento, aunque Javier Tusell  afirmó que su fortuna menguó  estudiando su patrimonio antes y después de su trayectoria política.


CONDE DE ROMANONES
El mayor peligro para España está
en las imposiciones del socialismo;
pero mientras no se celebren nuevas
elecciones generales no habrá cambios
esenciales en la marcha de la política.

El conde de Romanones acaba de llegar de Sevilla, donde ha pasado mes y medio.
Cuando me recibe en su hotel del paseo de la Castellana, despacha con su fiel Brocas. A poco llega otro de sus más leales y consecuentes amigos: el académico y ex senador D. José Joaquín Herrero.
Corno el conde no ha recatado nunca su pensamiento ante los informadores, no hay por qué ahusar de su acogida amable para obligarle a insistir en manifestaciones que confirmen su posición bien definida. Prescindo también de cualquier alusión que se refiera al pasado, e inicio el diálogo interrogando. Porque el conde espera mis preguntas.
—¿Cuál es el mayor peligro que ve usted para la situación política?
—E1 mayor peligro—me contesta sin vacilar—consiste en las consecuencias que las reivindicaciones obreras y las imposiciones del socialismo están produciendo en la estructura económica de España. Porque son de tal índole, que ya se va acercando el momento en que los trastornos que ocasionan sean
irreparables. Y como de la vida económica de un país depende todo lo demás, es inútil hablar de la política cuando está en entredicho la economía.
—¿Ve usted, sin embargo, un posible remedio inmediato?
—No lo veo posible ni inmediato; porque, además, no se trata de una situación peculiar de España, sino de un fenómeno que, por desgracia, tiene carácter mundial.
--En efecto, se ha dicho qué por nuestra privilegiada situación interior, ese fenómeno nos afecta en menor grado que a otras naciones ; pero es evidente que nos afecta en todo. Yo soy un hombre esencialmente pragmatista. Más que teorizar prefiero observar los efectos prácticos y sentar en ellos mis afirmaciones.
—Claro es que por ahí fuera no ve usted más que la pugna entre los dos extremismos.
—Exacto. La dictadura del proletariado u otra dictadura que impida la del obrerismo. Y yo no quiero ni siquiera pensar en esto para España, porque cuantos más años tengo, más se afirman mis convicciones liberales y estoy más distante, por ello. de cuanto pueda significar un trasunto de dictadura: pero eso no significa que hayan de cerrase los ojos a lo que se está viendo venir. Y como aquí no estamos preparados para lo uno ni para lo otro, el conflicto sería mayor.
Por rara paradoja. que parece contradecir esa afirmación rotunda, el conde de Romanones salpica su charla con curiosas observaciones de su reciente viaje a Sevilla.
—Como es sabido—me dice—, a diario se cometen allí los más audaces atentados terroristas. Pues no por ello se altera la normalidad de la vida en aquella capital. Y eso que la temeridad de los pistoleros no cede ante las precauciones de las autoridades, que realmente no pueden hacer más de lo que hacen. Por todas partes se ve a sus agentes : policía, guardias civiles, de asalto y de orcien público. Pero no es posible proteger individualmente a los ciudadanos.
En cuanto al campo—prosigue—, está mejor allí que el año pasado. Los trabajadores, percatados de los perjuicios de las huelgas, ya no las suscitan. Están en un régimen de trabajo asiduo que yo quisiera para la provincia de Toledo. No veo, pues, peligro alguno para este año. Lo habría únicamente si la cosecha se presentase mal ; pero el campo promete una recolección espléndida. Y aún es mejor la situación de la ganadería, por la abundancia de pastos a causa de las frecuentes lluvias del invierno.
La política en esos pueblos--me refiero a la mayoría de ellos—no ha variado sensiblemente en cuanto a las personas. Sólo ha cambiado su filiación. Mis antiguos amigos son, en unos, radicales socialistas; en otros, radicales, y hasta socialistas en algunos, según sus afinidades o su especial conveniencia. Y lo mismo puede decirse de los pertenecientes
a las otras agrupaciones antiguas. Es menos frecuente la actuación de elementos nuevos, y menos aún que estos nuevos elementos, casi siempre socialistas, administren mejor que los antiguos concejales los intereses de los Municipios.
No obstante, he sabido de alguno que merece citarse como demostración de que no son nuevas ideas. sino hombres los que se necesitan. En Castilleja de la Cuesta hay un alcalde socialista que ni un solo día ha abandonado las faenas del campo que cultiva como obrero de labranza. Cuando al anochecer regresa al pueblo, va a su despacho del Ayuntamiento, preside las sesiones del Municipio, y la energía y la ponderación con que ejerce las funciones de su cargo le han conquistado el respeto de todos sus convecinos. Todos le obedecen, aun los más acaudalados terratenientes. Por supuesto, allí no ha habido ninguna huelga ni el menor conato de perturbación del orden público. Eso demuestra que los pueblos, como las naciones, sólo desean estar bien mandados y que las ideas tienen una importancia secundaria,
Cuando mi insigne interlocutor ha agotado el repertorio de las anécdotas de su reciente viaje, aprovecho una pausa en el relato para interrogarle nuevamente.
—¿Qué cree usted que puede pasar en la marcha de la política?
—Sigo creyendo que no pasará nada de momento; los que sueñan con una crisis y con cambios de rumbo no ven que han cambiado las directrices de la política y sus principios básicos. Ahora se procecede de manera muy distinta que antes. Pero ahora como antes, los Gobiernos se mantienen en el Pode, por dos motivos : o porque sus condiciones son superiores y su obra es verdaderamente meritoria, o porque, no siéndolo, no tienen quien les suceda. Con esto no digo ni quiero dar a entender por cuál de esos motivos se ha mantenido en el poder el Gobierno del Sr. Azaña.
Si, a pesar de la obstrucción de las oposiciones, se aprueban las leyes que el Gobierno considera irnprecindibles, habrá una larga vacación parlamentaria, y allá en octubre hablaremos.
Ahora bien—puntualiza el conde—, esto lo digo porque no quiero dejar sin contestación su pregunta, pero cada vez más desconfiado de las profecías, porque en estos tiempos no se puede ser profeta.
---No, ya le dije antes que en España no hay ambiente a favor del fascismo. El grito que ahora predomina es el de "¡Abajo Hitler!" En Sevilla está escrito en todas las calles v, por cierto, ni una sola vez con ortografía. Estos movimientos de opinión, como el reciente de Alemania, surgen en todos los pueblos por las circunstancias. Ellas engendran el ambiente. Si las circunstancias en Francia en la última década del siglo XVIII no hubieran sido propicias al genio militar, Napoleón habría muerto de coronel. Pues lo mismo puede decirse ahora de Hitler y de Mussolini. Claro que también hace falta el hombre, pero éste no puede surgir si las circunstancias no le abren el camino.
—En cambio, concédame usted que ante unas elecciones generales sí podría manifestarse una opinión adversa al socialismo.
—Ambiente para unas elecciones generales... cuando las haya. Yo creo que unas elecciones de diputados no se celebrarán en breve, sino en un plazo muy largo. Porque el Gobierno está persuadido de que, a poco que respete la voluntad nacional, el resultado de esas elecciones en estos momentos no sería favorable para él, por lo menos no sería el de las elecciones de 12 de abril del 31, ni el de las convocadas para las Constituyentes. Y, como es natural, las alarga...
—Por supuesto, no se puede hablar de cambio de politica mientras no pasemos por unas elecciones generales.
Dada la Constitución —y aquí terminan las impresiones del conde de Romanones, porque yo no creo discreto afondar en las preguntas—, al presidente de la República no se le puede exigir que actúe. Ahora. dentro de la Constitución, al presidente de la República no se le puede pedir que haga más de lo que hace, que es no hacer nada.
El Momento de España (pág. 49)
El Momento de España (pág. 50)
El Momento de España (pág. 51)
El Momento de España (pág. 52)
El Momento de España (pág. 53)
El Momento de España (pág. 54)

1 comentarios:

Anónimo dijo...

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